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Salió de su tercera reunión del día y se dirigió a su oficina no sin antes pedir amablemente a uno de los empleados que le trajera café.

Se sentó en su silla y agarro la carpeta manila celeste encima de su escritorio, abrió su laptop y la encendió para ver las criticas del nuevo diseño del vestido.

- Aquí esta su café señorita Myoui.

- Gracias Liam puedes retirarte.

- ¿No quieres nada más?

- No, gracias por traerme el café.

- Estoy disponible para todo lo que usted quiera Señorita Myoui - dijo con una sonrisa coqueta que no le provocó nada.

El chico se retiró de su oficina, soltó un suspiro antes de soplar su café y dar un sorbo, siguió leyendo las criticas buenas y malas de las personas.

- Adivina a quien te traje - Su amiga entró a la oficina como si fuera la suya, tendría que ponerle seguro pero eso haría que se levante a abrirla.

- Puedes al menos tocar la puerta.

- Para qué? No es como si estuvieras haciendo algo malo, no te estas tirando ni un empresario o empresaria.

- Lo tengo que hacer para que puedas tocar la puerta antes de entrar.

- Si eso ayuda a que te olvides de ya sabes quien y tu mal humor baje, si - su sonrisa de niña inocente a veces le molestaba.

- Dime que quieres?

- Dije que adivines.

Dejo de mirar la pantalla para mirar a su amiga que tenía una gran sonrisa.

- No soy una adivina para saber que tramas ahora, pero si te diré que en tu próxima paga habrá menos dinero si no te apresuras a decírmelo, ¿contaría como serlo?

- Mala, eres una aburrida, debería llevarte otra vez a la discoteca para que vuelvas a soltarte con alguna chica como lo hiciste esa vez.

- Callate y no hables de eso.

- ¿Por qué te molesta tanto? Solo fue un baile. No me digas que esa chica se sobrepaso contigo... - su amiga fruncio el ceño, era raro verla enojada pero si se trataba con hacerle daño a sus amigos era normal.

No le había contado nada a Sana sobre lo que paso ese día, de la aventura que tuvo en el baño y de la que quería dejar de estar pensando y soñando durante esas dos semanas que han pasado pero era imposible, odiaba cerrar sus ojos y ver la sonrisa de aquella chica a la cual le dio el control de su cuerpo por un momento de descontrol.

Había hecho mal al hacer eso, si su mamá supiera de eso la miraría con decepción al igual que su padre y tal vez molestos, se había olvidado de ellos por un momento y era porque esa chica le había hecho caer muy bajo, esa chica la había tentado, le había hecho dar un salto directamente al infierno pero a la vez era como el paraíso, por un lado se había olvidado de toda la presión que cargaba sobre sus hombros y por el otro la culpa al pensar que la educación de sus padres se había quedado a un lado por un momento de calentura.

Sacudió su cabeza para alejar cada pensamiento y prestarle atención a su amiga que ahora estaba de brazos cruzados mirándola como si intentaba ver la verdad en sus ojos.

- No, solo me fui del lugar porque mis padres podían estar preocupados por no contestar el mensaje.

- Sabes que puedes llamarlos después, decir que se te olvido cargarlo y te quedaste dormida.

- No soy buena mintiendo.

- Y eso hizo que dejara una conversación a medias con una linda chica, bueno apenas iba a hablar.

- Ambas sabemos que no eres de una sola chica y estabas borracha.

- Si pero la quería en mi cama y lo borracha no me quita lo encantadora.

- Se te esta olvidando de lo que me ibas a decir.

- No, Moguri pasa.

Vio a su amiga castaña entrar a la oficina se levantó rápido para ir a abrazarla, si habían perdido contacto pero eso no significa que haya olvidado lo que aquella chica había hecho por ella, desde defenderla de unas idiotas y sacarles muchas sonrisa.

- Oh has crecido mucho Mina, estas más hermosa.

- Gracias Moguri como has estado.

- Bien, felizmente casada.

- ¿Qué?

- Si me case hace dos años.

- Felicidades Moguriii.- Sana se lanzo a abrazarla y esta correspondió se alejo porque ambas se daban esos abrazos de oso y no quería salir con una costilla rota

- Felicidades Momo - sonrió caminando a su asiento.- Quien es la afortunada.

- Kim Dahyun, una chica que conocí en la universidad y que ahora es mi esposa, una de las mujer más hermosa que he visto en mi vida junto con ustedes y mi mamá.

- Siempre tan linda Moguri - Parece que Sana no la dejaría por un tiempo, también la había extrañado pero no era tanto de mostrar afectó.

- ¿Y ustedes?

- Yo con la empresa, nada interesante.

- Igualmente, con la diferencia de que no me he enamorado ciegamente y...

- Sigue molesta porque le dije a la mesera que ella no era de relaciones sería y que podía salir muy mal.

- Así que Sana es la aventurera y tu la del corazón roto, pensé que seria al revés - rodó los ojos al recordar que esas dos podían pasar el día molestándola.

- Y tu Momo, ¿aparte de tu casamiento que más has hecho?

- Trabajaba en un supermercado y haciendo feliz a mi esposa.

- Y ahora trabajara con nosotras - Sana se sentó en su sofá.

- Adelante, necesitaba una secretaria después que la anterior se fuera con el corazón roto - la castaña y pelirosada se miraron con una sonrisa, sabía que ellas podían llevar a la empresa a la quiebra pero mientras este ella no pasaría.

La castaña se sentó a lado de Sana y empezaron una charla, no se sorprendería por eso, Sana le preguntó si había una o lindo sobrino en camino y le respondió que no, que tal vez más adelante este pensando en adoptar.

No sabia si con la presencia de aquel dúo lo días serán más estresante o divertidos porque de verdad no sabia que esperar, conocía a ambas y casi tenían la misma personalidad pero habían pasado años así que suponía que Momo había madurado un poco.






hell in heavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora