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Al despertar estaba en la cama, miro a su alrededor Chaeyoung no estaba.

Tal vez debió irse a casa ya que sus zapatos no estaban, se fue asear y salió con una bata cubriendo su cuerpo ya que estaba en ropa interior igual estaba sola o eso creía hasta que vio a la baja en su cocina poniendo unos panqueques en dos platos.

- Buenos días ángel, wow... Y esa sorpresa.

- Pensé que ya te habías ido - cubrió más su pecho que la bata dejaba un poco descubierto.

- No, irme sin dar las gracias por cuidarme en mi estado lamentable es malo.- agarro un vaso y lo lleno de agua, se lo tomó mientras la baja llevaba los dos platos a la mesa, regreso y se paro delante suyo.- Gracias Mina y agarre un cepillo nuevo que tenías después te lo pago.

- Puedo preguntarte, ¿por qué has vuelto a desaparecer? - dejó el vaso a un lado.

- Me extrañaste - Se acercó y la detuvo cuando quiso desatar el nudo de su bata, la miro a los ojos y la baja se inclino hacia su cuello, dejando besos por toda la zona, pasando su lengua con delicadeza haciéndolo estremecer cada vez más, sus manos acariciaron sus muslo haciendo que su cuerpo reaccionará rápidamente calentándose, su intimidad, palpitaba y necesitaba más de esos toques - Porque yo si lo hice Mina...

Susurro rozando sus labios y no pudo contenerse, paso su mano detrás de su cuello y la atrajo hacia ella para unir sus labios en un salvaje beso que la dejo con una respiración bastante agitada al separarse, estaba enojada por la noticia en internet de la baja con aquella chica pelirroja pero también la necesitaba.

No podía resistirse, la voz de aquella chica que era como la flauta de hamelin con su melodía se apoderaba de todo su cuerpo y la atraía hasta el punto de hacer una locura, pero que podía hacer, ya había mordido el fruto prohibido, ya había pecado al acostarse con ella en varias ocasione, no tenía sentido resistirse más, ya no era la angelical Mina que todas conocen, las puertas del cielo para ellas ya estaban cerradas pero no quería conocer otro paraíso porque el de Chaeyoung ya era perfecto pero también era su infierno.

Ambos no quedaban tan lejos como pensaba porque Chaeyoung la llevaba a esos lugares, aquella chica era el dieblo y había hecho un trato.

Era como si se encendiera una llama en su interior, una chispa que dio paso al fuego causando un incendio que se agrando volviéndose casi como si fuera el infierno.

Nadie sabía como era el paraíso o el infierno pero todo lo describían como lo bueno y lo malo, esa chica los estaba combinando ambos, lo bueno es que podía olvidar todo, las llamadas de su madre para controlar y saber si estaba llevando la dieta, los vestidos que enviaba para que se los pusiera cada vez tallas menos para comprobar su delgadez, su padre diciendo si había asistido a las reuniones y hecho los documentos que no podía dejar que el trabajo se acumulé que sea un ejemplo para los demás.

Todo eso Chaeyoung la hacía olvidar y lo malo venia después porque como lo había pensado antes si sus padres que eran tradicionales se enteraban de la aventura que tenía con ella se decepcionaría y molestarían, también si saliera alguna noticia relacionada con salir con una mujer ellos no lo verían bien porque odiaban eso, decían que era malo pero eso que ellos decían que era malo era su escapatoria de todo el estrés que le daban.

- Mierda Chaeyoung...

- Mina te gusta como lo hago...

- Si... Chaeyoung más rápido...

- Como ordenes ángel.

- Chaeyoung...

Y ahí se encontraba, hundiendo sus dedos en aquel oscuro cabello liso, con sus piernas abiertas recibiendo a Chaeyoung, gimiendo su nombre sin parar, siendo penetrada en el mesón de su cocina por una chica.

hell in heavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora