CAPÍTULO 1

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Violeta

Siento cómo mis párpados poco a poco pesan más. Mi mente se encuentra ausente de todo estímulo externo y tengo que luchar contra las ganas que me invaden de recostarme en la mesa para cerrar los ojos completamente.

Una mano me da un golpe en el hombro provocándome un mini infarto.

- ¿Me quieres matar? - acompañé la pregunta con un bostezo.

- Ahora mismo sí - mi compañera abrió el sobre de mermelada para su tostada - Te estaba contando algo importante y no me has prestado ni un mínimo de atención.

La noto molesta mientras extiende el mejunje sobre el pan.

- Perdón - dije masajeándome la sien - Ayer no debí acostarme tan tarde, estoy que me caigo del sueño.

- ¿Por qué no te dormiste antes?

- Empecé la serie Dickinson - le di un sorbo a mi café - Me está gustando.

- ¿No hay otro momento para verla?

- Ambas estamos todo el día trabajando, pero eso ya lo sabes.

- Sí - le dio un mordisco a su desayuno - Pero últimamente estás más cansada de lo normal, ¿seguro que solo es la película?

Aparté mi vista de la mesa para mirarla con el ceño fruncido.

- Serie - recalqué.

- Lo que sea.

- Suzete - solté una risa seca - ¿Qué estás insinuando?

- ¿Yo? Nada - otro mordisco.

- Suzete, te conozco.

Posó la tostada en el plato tomando un sorbo de su zumo de naranja.

- Simplemente tengo curiosidad.

- ¿Curiosidad con qué?

- Violeta, por favor - se recostó en la silla mirándome con los brazos cruzados - Que te vi hace un par de noches con aquella chavala en la discoteca ¿Estáis quedando?

Elevé las cejas con chulería.

- No sabía que tenía que informarte de mi vida amorosa - imité su gesto cruzándome de brazos.

- Necesito entretenerme con algo, mi vida es muy aburrida.

- Es más entretenida que la mía, te lo aseguro - le di otro buche al café - Y no estoy quedando con ella, de hecho al final tampoco nos liamos el otro día.

- ¿De verdad? - se extrañó - Pues estabais bailando muy juntitas.

- Ya - confirmé - Después me dijo de salir, pero no me apetecía.

- Ella, haciéndose la dura.

Le di un leve golpe en el brazo.

- Simplemente me daba pereza.

- Es que claro hija, con esa caraza normal que te puedas dar el lujo de rechazar a las que quieras, siempre vas a tener a más detrás.

- Que tonta eres - negué ante su ocurrencia.

Seguimos el desayuno comentando algunas cosas que nos habían ocurrido en los últimos días, aunque principalmente hablamos del trabajo; se venían semanas de grandes proyectos y no podíamos decepcionar.

Terminé la carrera de Comunicación hace un par de años y podía presumir de gozar de un trabajo estable. La verdad es que no me iba mal, desde el primer día congenié con los demás compañeros, principalmente con Suzete, que terminó el grado a la misma vez que yo; sin embargo, ella venía de Canarias y yo de Granada.

Todo lo que veo || Chiara y VioletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora