CAPÍTULO 15

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Violeta

Golpeo con insistencia la tecla del portátil, parece que no le apetece trabajar y no tengo el día para perderlo en esta estupidez.

- La vas a acabar rompiendo - habla Suzete, quién se encuentra a mi vera en la sala común de la empresa.

- Va lento desde hace semanas, pero hoy directamente ha decidido no funcionar.

- Pues cómprate otro - me giro hacia su lado.

- Gracias por el consejo, no se me había ocurrido - digo con un evidente sarcasmo.

- ¿Te pasa algo más? - ella también se voltea hacia mi dirección.

- ¿Por qué lo dices?

- Porque llevas unos días insoportable, más de lo normal - sonrío con falsa gratitud por sus palabras - Hoy especialmente parece que tienes la cabeza en mil cosas y no me creo que sea porque una tecla funcione mal.

Cualquiera que tuviera ojos en la cara podría haberse percatado, pues no es mentira lo que mi compañera ha insinuado.

Han pasado dos semanas desde que tuve la cita con Kiki y no hemos podido vernos en ningún momento. Desde entonces es cómo si mis tareas se hubiesen multiplicado, apenas tengo tiempo para comer o ir al baño, una vez, me quedé dormida en el despacho y desperté con los papeles manchados de babas. Tengo un estrés horrible porque mi jefe parece que sólo confía en mi persona para realizar las entrevistas más importantes, a la vez que las investigaciones, informes y ediciones; por una parte me siento halagada, por otra me planteo si es mejor saltar desde una ventana.

Sé que la pelinegra tampoco ha dispuesto del tiempo necesario, pues aunque no nos hayamos visto, hemos estado en contacto por mensaje, nuestras conversaciones son lo único que me han originado una sonrisa en estas semanas. Ha estado encerrada en el estudio con diversos productores, además de atender los últimos detalles del evento que organiza junto a Martin y Ruslana; por lo que me ha comentado ya tienen fijadas las fechas, tanto de la presentación de participantes, cómo del concurso en sí. Hoy llegaba a Madrid después de haber pasado estos últimos días en Barcelona por los mismos motivos laborales, y mañana sería cuando al fin podría volver a verla, ya que confirmó su presencia en la acampada como el resto de sus amigos.

Me gustaría decir que no la he echado de menos y, en verdad, no sé si lo considero de tal forma, pero no puedo negar que la he pensado más de lo que admitiría. Ya lo hago desde que la conozco y creía que con nuestros últimos acercamientos, caricias y besos bajaría el nivel de intensidad con el que siempre se encuentra presente en mi cabeza, mas todo lo contrario, la necesidad de ella ha aumentado.

Dicho sentimiento me causa pavor, es complicado expresarlo si no lo has experimentado y a ojos de terceros puede mostrarse como una exageración. Este es el que notas cuando te montas en una montaña rusa a punto de descender por una de las cuestas más brutales que jamás hayas visualizado, dando lugar a la adrenalina, para tras eso, hacer que tu cuerpo se asiente en una nube. Justo en ese instante sientes que la vida es mucho más bonita y emocionante, que lo único que importa es esa sensación de descontrol, ese aire moviendo tu cabello mientras que mantienes los brazos elevados gritando de felicidad. Esa emoción es como una droga, al probarla requieres de su continuo sabor.

El problema aparece cuando te percatas de que esa nube no es infinita y regresas a la realidad, en mi caso, una en la que no sé qué tenemos. Nos atraemos y queremos pasar tiempo juntas, pero poseo una mochila de sensaciones que me causa dolor de espalda, si la reciprocidad es inexistente sería un tortazo en toda regla.

- ¿Hola? - salgo del trance - Para de ignorarme.

- No lo hacía - miento - Estoy estresada.

- Me dijiste que te has pillado dos semanas de vacaciones.

Todo lo que veo || Chiara y VioletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora