CAPÍTULO 10

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Chiara


Noto ligeros empujoncitos contra mi cuerpo y trato de ignorar el gesto removiéndome desganada. Oigo palabras de fondo, pero parte de mi cerebro sigue inconsciente y no tengo la fuerza de voluntad necesaria para corresponderle, así que opto por taparme la cara con la almohada.

- Cariño...

Apenas distingo un leve balbuceo.

- Déjame a mí - dice una voz con más potencia.

Sin esperarlo me siento desnuda cuando alguien aparta con brusquedad las sábanas y propicia golpes menos cuidadosos.

- Levanta, coño.

<Ruslana>

- Pírate - logro decir.

- Es lo que voy a hacer, pero contigo - sigue tocándome en un intento de que me despierte - Tú la de madrugar no te la sabes, ¿verdad?

- ¿Quieres dejarme? - alzo la mano para darle un toque, pero fallo, pues todavía tengo los ojos cerrados.

- Me estás obligando a hacer algo que no quiero.

No contesto tratando de conciliar el sueño de nuevo.

- Tú te lo has buscado.

- ¿Qué haces? - identifico la pregunta de Raquel.

Me despierto cayéndome de la cama cuando un líquido frío impacta sobre mi cara. Tuvo que pasar un rato para que analizara la situación.

Estoy en el suelo, en tanga, con la cara y parte del pelo empapado mientras Ruslana me mira con una sonrisa cínica y sostiene un vaso de agua, ahora vacío.

- ¡Te mato!

Una vez comprendo lo que ha ocurrido me levanto empujando a la pelirroja, haciendo que aterrizase en la cama y nos ponemos a forcejear.

- Ahora sí te veo activa - me pica.

- Vas a comprobarlo.

- Chicas, parad - pide la rubia, aunque hacemos caso omiso continuando con nuestro falso enfrentamiento.

Rodamos en el colchón cambiando las posiciones varias veces, Ruslana me da pellizcos para molestarme en lugares estratégicos de mi anatomía y yo le hago cosquillas para que no pueda moverse.

- ¡Tú ganas! - exclama retorciéndose y con la barriga contraída de tanta risa.

Freno respirando con dificultad por el esfuerzo.

- Me agotas.

- Mira quién fue a hablar - admite destensándose.

- Eres tú la que me ha echado un vaso de agua encima.

- Eres tú la que me ha dejado plantada para desayunar - contraataca.

- Mierda, ¿era hoy? - me tapo la boca con las manos - Perdón.

- No te preocupes, por desgracia estoy acostumbrada.

- De verdad se me ha pasado, es que estaba tan segura de no tener nada que ni planifiqué la alarma.

- Ya veo lo importante que soy para ti.

- Oye - me siento fatal.

- No intentes arreglarlo, el daño ya está hecho - continúa fingidamente dolida.

- Cállate ya anda, que te lo voy a recompensar.

Al encontrarme a horcajadas sobre ella, me dejo caer para darle un abrazo y siento cómo lo corresponde dejando caricias en mi espalda.

Todo lo que veo || Chiara y VioletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora