12─Castigo

104 14 0
                                    

La mañana había llegado, el sol se colaba con fuerza entre las ventanas descubiertas de la enfermería. Izar ya se encontraba levantada, no tenía su uniforme como siempre, solo tenía una remera de su padre, un pantalón un poco holgado y sus medias de flores. Estaba buscando sus zapatillas para poder calzarse.

Regulus abrió los ojos mirando a todos lados, sus ojos se detuvieron en la chica que estaba arrodillada en el piso mirando de bajo de la cama, estaba en una posición bastante cuestionable. Al parecer no era el único que la miraba. Barty, que recién había entrado para decirles que McGonagall los buscaba, se quedo parado en la entrada del lugar con los ojos muy abiertos. Regulus, al darse cuenta de eso, le aventó la almohada a la castaña haciendo que se golpeé la cabeza contra la madera.

Izar se enderezo y lo miró sorprendida.

─Apenas y con suerte son las nueve de la mañana, y ya te levantas con ganas de golpearme ─recriminó indignada.

─Es que te vi y me asuste de horrible que eres ─dijo molesto y levantó para poder calzarse.

Izar bufó con molestia y siguió buscando las zapatillas hasta que las encontró a los pies de la camilla. Se sentó y comenzó a calzarse. En ese momento Barty se acercó.

─Buenos días ─murmuró el castaño aturdido─, la profesora McGonagall los busca.

─Buen día, Jr ─murmuró con desgana la castaña, su día iba de mal en peor.

Ella no dijo más nada, solo se levantó, tomó su bolso y se fue de ahí hacia la oficina de la profesora. Caminaba a paso moderado, su cuerpo ya no dolía para su suerte, así que no le iba a ser inconveniente alguno la tarea que les asignarán. Llegó al mismo tiempo que Regulus al despacho, el chico había caminado mucho más rápido y con un poco de malhumor, algo muy común en él últimamente.

─Señor Black, Señorita ─saludó la profesora de una forma cómplice. Izar estaba consciente de que ella y Dumbledor ya sabían su verdadero apellido─. Espero que se encuentren mejor de la caída, porque hoy van a ayudar al guardabosques.

Regulus bufó enojado y se fue dando un portazo.

─Discúlpelo, es un poco... temperamental ─se disculpó con una sonrisa apenada.

─Suerte, señorita Black. La va a necesitar de ahora en adelante ─respondió divertida.

Izar no lo entendió, solo se encogió de hombros y salió de la oficina con tranquilidad. Caminó hacia afuera del lugar, veía a lejos un Regulus muy molesto, daba pasos firmes y berrinchudos, era como un niño en el cuerpo de un adolescente.

─Mimado ─susurró molesta.

Cuando llegó a la cabaña del guardabosques pudo ver a Regulus con dos palas, el semigigante ya se estaba yendo hacia otro lugar. El chico le tiró una pala, que apenas y con suerte la pudo atrapar, de lo contrario iba a terminar en su cara.

─Debemos limpiar el excremento de hipogrifo ─soltó con rabia acumulada.

La castaña hizo una muesca de asco y se acercó a la montaña de suciedad. Olía fatal. El primero en acercarse fue Regulus, empezó a tirar aquello dentro de un gran tarro, Izar se acercó con una mueca en el rostro y levantó una palada, la arcada que soltó hizo que se encorve. La pala llena de excremento terminó sobre la ropa de Regulus sin darse cuenta.

─¡¿Qué carajos estas haciendo?!

Izar lo miró incrédula, vio como estaba sucio y la risa que soltó hizo que el azabache se enojase mucho más. Una palada de excremento fue tirada hacia la castaña, un grito de horror resbaló de sus labios, siendo seguido por una arcada.

El reloj de Linjat |⋆Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora