Ambos Black se habían mantenido muy unidos durante los últimos tres días, Barty se había alejado un poco al ver aquello, se sentía celoso, los únicos ratos que podía compartir con ella sin que Regulus se entrometiera era en clases de pociones. Se preguntaba si la estaba perdiendo.
Regulus mantenía su figura dura y fría ante todos, manipulador y mezquino, imponente. Aunque esa fachada se derrumbaba cuando estaba cerca de Izar, le daba miedo hacer sentir mal a la castaña, era la única persona a la cual le importa sus sentimientos después de todo. Izar estaba luchando más que nunca para no acostumbrarse a él, a no necesitar que este hablándole y diciendo lo mucho que le gustaba contar sus pecas. Luchaba completamente por qué ese cariño fugaz no se convierta en algo más. Regulus, sin embargo, no se molestaba en ocultar que estaba enamorándose de ella, no sabía si era porque nunca antes lo había sentido o si era por ser Izar simplemente.
Era de tarde, no faltaba mucho para que el anochecer. Los dos Black y Barty se encontraban en la biblioteca, Regulus leía a un lado de la castaña, y ella y Barty estaban terminando una tarea de pociones que le habían mandado. Era un informe sobre la amortentia y poción multijugos, vaya a saber uno porque. Aun lado suyo tenían un tarro de cristal un tanto grande, en donde se podía ver un liquido espeso de lindo color reposando.
Mentira seria decir que ninguno de los tres olió la amortentia. Barty y Regulus la olían a ella en su amortentia, una mezcla de vainilla con caramelo y chocolate era lo que los inundaban, si tuvieran que asociarla a algo para Barty ella sería un postre recién horneado, para Regulus era como un hogar cálido y lleno de amor, dulzura y tranquilidad, o una cocina repleta de ingredientes para hornear algo.
Izar, por otro lado, se había sorprendido y había alegado que su amortentia estaba mal. Sentía un aroma a café tostado, vino dulce y tierra mojada, lo asociaba a una tarde de lluvia y no tenía que indagar mucho, sabía que ese era el olor a su padre. Pero también había otro aroma que predomina igual o un poco menos, era una mezcla de olor a pino, hierba recién cortada y madera húmeda, proyectaba todo eso de manera instantánea en un bosque enorme y verde. Sabía bien quién era, había solo una persona que le hacía recordar al bosque cada vez que lo miraba, Regulus Black.
─Al fin ─se quejó Izar cuando por fin terminaron el largo informe.
Barty suspiro y apoyó su cabeza en los muslos de la chica. Izar no dijo nada, era una acción bastante común en él desde hacía tiempo y nunca se quejó, le daba igual. Pero a Regulus pareció molestarle aquello. Bajo su libro apenas y miró aquella cabellera castaña sobre las piernas de la chica, veía sus parpados cerrados mientras que Izar leía el informe verificando que no hubiese errores.
Ancló sus ojos molestos en el rostro de Izar, ella pareció no darse cuenta de nada en absoluto, eso le molesto aun más. Trató de pensar alguna excusa para alejar a ambos castaños, pero nada se le ocurría. Algo que le sorprendió fue que Izar moviera al muchacho, Barty la miraba confundido y Regulus con cierta satisfacción, pero la castaña tenía una mirada triste y preocupada. Ella miraba un punto fijo al fondo en la biblioteca.
─¿Kreacher?
Aquel nombre resbaló de sus labios como un susurro imperdonable, Regulus se despojó de toda sonrisa y miró temeroso aquel punto que ella miraba. En efecto, su elfo estaba ahí, apoyado contra unos estantes tratando de mantener su poca estabilidad. Se veía débil, muy pálido para ser un elfo, y sus ropejos estaban todos malogrados.
Izar fue la primera en levantarse e ir hasta el elfo, Kreacher la miraba con desaprobación hasta que vio a Regulus atrás del cuerpo femenino.
─Mi amo, Kreacher volvió como usted se lo pidió ─sollozo el elfo.
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El reloj de Linjat |⋆Regulus Black
FanfictionIzar Black vuelve a Inglaterra después de ausentarse durante unos años. Los inicios de la segunda guerra mágica le cuesta la vida a su padre, Sirius Black. Ahora ella tiene una misión, salvar a su familia. Esa simple acción va a desencadenar escenar...