Charles

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Una hora más tarde.

Las tres chicas iban en un taxi de camino a encontrarse con Niran en la puerta del estudio de tatuajes.

-No entiendo por qué tuvimos que tomar un taxi. ¿No te bastó con hacerme mudar a ese nido de ratas; dónde no puedo pegar un ojo porque sé que si me duermo la rarita es capaz de secuestrarme para sacarme la piel y hacerse un tapado? -protestó la tailandesa nuevamente

Desde que Engfa le había arrebatado de un manotazo las llaves de su auto, la cara de Heidi no había cambiado. Se subió al taxi, se cruzó de brazos y se encargó de actualizar sus protestas a cada rato.

- ¿Qué tienes contra mí, Engfa? ¿Por qué no me dejas usar mí hermoso coche? -presionó.

Engfa no quería volver a contestar la misma pregunta, no quería que Heidi la sacara por tercera vez de sus pensamientos. Su mente estaba en el lugar que quería y no quería interrumpirla, así que decidió ignorar a su amiga una vez más.

La empresaria no entendía su cuerpo, no entendía su mente, y no entendía cómo se comportaba cuando Charlotte estaba frente a ella. Cuando la chica dormía, ¿qué más hubiera querido Engfa que acostarse a su lado y mirarla sin cansancio? Cuando despertó asustada por el exabrupto de Tina, Engfa no pudo evitar querer tomarla entre sus brazos y tenerla segura entre ellos hasta que la morena se tranquilizara. Pero ¿cómo podía hacer eso si la otra chica apenas permitía que estuvieran a unos cuantos pasos de distancia? Engfa seguía haciéndose la misma pregunta; pregunta que la hizo mirar a la otra chica que tenía a su lado: Tina. Tina había visto lo mismo que ella, la bailarina también había presenciado la forma en que Charlotte llegó a temblar por el simple hecho de que Engfa tuviera las manos en cada uno de sus brazos. A la castaña, evidentemente, la ponía incomoda la presencia de otras personas a su alrededor, y ni hablar de que otra persona se acercara a ella o intentara tocarla. La misma Engfa alcanzó a ver que en cuanto ellas salieron por la puerta del departamento, todo el cuerpo de la otra chica se relajó, y si no hubiese sido porque en ese momento Heidi había empezado con sus chillidos, la morena hubiera jurado que escuchó a Charlotte suspirar.

-Si yo hubiera manejado ya hubiéramos llegado, ¿sabes? -al parecer Heidi no se callaba-. Si yo hubiera manejado mí coche no tendríamos que ir todas apretujadas en esta mugrienta carcacha y-

-Hazme el favor de callarte, Heidi Jensen -la tailandesa lo había logrado, había logrado que Engfa saliera de sus pensamientos-. ¿Cuántas veces tengo que explicarte que por unos meses hay que tratar de pasar desapercibidas? ¡Contéstame, Heidi! ¿Cuántas veces tengo que explicarte? -insistió irritada.

La tailandesa cruzó aún más sus brazos; si es que eso era posible.

-Si no me dejaste usar mi Porsche, al menos hubiéramos salido en tu Mercedes -alcanzó a murmurar.

Gracias a Dios que el taxista frenó antes de que Engfa pudiera contestar. La morena pudo divisar a un impaciente Niran de pie.

-Dijeron en una hora -les reclamó el chico en cuanto las tuvo de frente.

-Calma tus bragas, princesita, y no me mires así -lo frenó Heidi-. Si hubiéramos usado mí-

- ¡YA SABEMOS QUE SI HUBIÉRAMOS USADO TU COCHE HABRÍAMOS LLEGADO ANTES, PERO NO LO HICIMOS, ¡HEIDI! YA NOS TIENES CANSADA CON TUS QUEJAS -para sorpresa de los otros tres, Tina había perdido la paciencia que la caracterizaba.

Las idas y vueltas con la tailandesa no la tenían bien. Después de la fiesta de despedida, se había prometido firmemente que no iba a dejar que Heidi hiciera y deshiciera cuando ella quisiera, se iba a poner firme en exigir de la tailandesa mucho más de las migajas que recibía. Pero luego la estúpida de Heidi la tuvo que seguir a su cuarto y bastó con que le susurrara dos o tres cosas lindas para que Tina dejara que Heidi la pusiera contra la pared y la hiciera gritar rápidamente su nombre. Las convicciones de la bailarina se habían ido a la mierda junto con la ropa interior de la misma.

No soy para ti(Englot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora