La ultima caricia

304 13 2
                                    

Heidi cerró los ojos mientras sentía como su socia aceptaba la oferta de Arthid y al mismo tiempo el brazo de Charlotte se resbalaba de su agarre. Después de contar seis segundos en su mente, la tailandesa pensó que iba a escuchar gritos, pedidos de seguridad y hasta se estaba preparando para saltar a defender a su rarita de cualquier injusta acusación, pero en lugar de eso, una mano cálida en su espalda la hizo reaccionar.

-Heidi... -con su vista, Tina le señalaba hacia su frente.

Charlotte no había avanzado más de diez pasos lejos de ellas tres. La castaña se había quedado con la cabeza agachada, con sus brazos tensos al costado del cuerpo y por lo blanco de sus nudillos se podía adivinar que no estaba para nada calmada.

Heidi miró hacia su derecha y se encontró con Snack mirando a la castaña con preocupación. La joyera no parecía enfadada, sino más bien cautivada por toda la situación. Si otro hubiese sido el contexto, la tailandesa podría haber visto una debilidad en la mujer y aprovecharla para atacar. Sin embargo, este no era el caso. La debilidad de Snack se traducía en cariño por Charlotte y cualquier persona que comparta el mismo cariño por la rari que ella sentía, merece sus respetos. En su otro costado estaba Tina, su novia. La bailarina estaba aferrada a ella como si Heidi tuviera todas las soluciones, como si Heidi tuviera el hechizo para hacer que la tatuadora dejara de sufrir.

-Señorita, ¿se encuentra bien? -la voz de un mozo que pasaba por allí cerca hizo que tanto Snack como Tina y Heidi se enfocaran en la castaña.

La imagen fue de lo más devastador. Charlotte ya no estaba de pie firmemente. Al contrario, la castaña se había encuclillado sobre sus pies y usaba sus dos codos apoyados en sus rodillas para darle fuerza a sus manos y que sirvieran para esconder su cabeza.

-Hei... -Tina no tuvo que ni decirlo. Heidi no tardó en arrodillarse junto a Charlotte.

-Rari... Char... -no sabía forma de llamarla que la hiciera reaccionar-. Rari, por favor, me estás preocupando... -la tailandesa trataba de sacar la cabeza de Charlotte de la cueva que ella misma había creado entre sus brazos, pero la castaña no cedía. Su respiración era dificultosa y Heidi podía escuchar murmullos y sentir pequeños, pero fuertes estremecimientos.

-No sé qué hacer -les dijo de forma frustrada a Heidi y a las otras dos que ya estaban a su lado.

-Charlotte, querida... -Snack intentó sobarle la espalda mientras Tina solo estaba tiesa a su lado y lloraba sin parar. Al menos la bailarina se ocupaba de que los ojos de cualquier curioso fueran hacia otra parte.

-Rari... -la voz de Charlotte la interrumpió.

-Ayúdenme -el pedido fue seco y muy silencioso, tanto que Heidi no creyó lo que escuchó hasta que levantó su cabeza para encontrarse con unas sorprendidas Tina y Snack.

Heidi se movió con velocidad hasta que, sin importarle su elegante vestimenta, quedó sentada enfrente de Charlotte.

-Rari... -tomó las manos que cubrían la cara de la castaña-, quiero que me mires, rari, ¿de acuerdo? -sabía que si Charlotte no aflojaba sus brazos no iba a lograr verla-. Yo te voy a ayudar, te vamos a ayudar, ¿cierto? -las afirmaciones de las otras dos se escucharon rápidamente-, pero necesito que me mires, por favor -pocas veces como esa noche se había escuchado a Heidi Jensen decir tantas veces esas dos palabras-. Rari, por favor...

Después de un cambio en su respiración, Charlotte levantó su cabeza lo suficiente para que sus ojos miraran a la tailandesa.

- ¿Qué necesitas? -no perdió tiempo.

-Tengo... tengo... quiero matar a ese tipo -dijo, respirando entre palabras. Heidi podía ver la rabia en sus ojos.

La empresaria miró rápidamente a su novia que ya había parado de llorar.

No soy para ti(Englot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora