El futuro

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Doce años después.

Oficina de Engfa Austin Waraha.

-No, mamá. Mamá, mamá. ¿Puedes dejar...? Madre, mamá... ¡Wanthida! -a Engfa se le había acabado la paciencia.

Llevaba casi media hora escuchando la aguda voz de su madre repasar cada una de las cosas que le molestaban a la mujer de su esposo, del padre de Engfa. La morena sabia que la relación de sus padres era perfecta y estaba llena de amor, pero muy devez en cuando también sabía que los dos mayores tenían etapas en las que le molestaba hasta la más pequeña y estúpida cosa de cada uno. Y eso era exactamente lo que Engfa llevaba escuchando por un buen rato y lo que a pocos días de su cumpleaños no iba a aguantar más.

- ¿Puedes dejarme hablar de una vez por todas? -esperó a que su madre rebuznara y que terminara con sus comentarios de "tienes el mismo carácter de tu padre"-. Me da igual si te vienes antes o no en un avión distinto a papá, madre. De todas formas, no voy a poder ir a buscarte- ¡no me estoy poniendo del lado de nadie, mamá! Es solo que... -Engfa respiró hondo, tratando de calmarse.

Había tenido unos días terribles y no quería que su madre pagara las consecuencias, ya demasiada culpa sentía por la pobre Hwang. La secretaria siempre era la primera en verla a la mañana y siempre era la primera que recibía sus desquites.

-Escucha, mamá -Engfa había logrado calmarse un poco-. Ven cuando quieras, tú y papá pueden hacer lo que quieran, pero traten de llegar para el festejo, ¿si? -Engfa pudo sentir a su madre respirar con una de las técnicas que el yoga le había enseñado para llamar a la paz-. Las niñas extrañan a sus abuelos y yo a mis padres, no nos vemos desde las últimas vacaciones y presiento que este cumpleaños los voy a necesitar mucho más.

Para Engfa era una fecha especial.

-Sí, mamá, estoy bien, es solo que... ¿qué son esos gritos? -preguntó por las dudas, pero ya había reconocido la voz enojada de su padre a través del teléfono-. ¿Por qué está gritan...? -Engfa se tuvo que alejar el auricular de su oído para no ser taladrada por la no dulce melodía que formaban la voz gruesa de Khalan junto con la irritante voz de su madre-. Dios mío -fue todo lo que dijo antes de colgar el teléfono.

No pensaba quedarse a escuchar más.

-Uf -Engfa se quitó las gafas y miró por un buen rato la pared pintada que tenía en frente. Todo una obra de arte que su mujer había hecho para ella-. Mierda... -Engfa apartó su vista del dibujo y se agarró la cabeza con sus dos manos, oscureciendo su visión. No podía soportar la idea de no tener a su esposa junto a ella.

- ¿PUEDES CREERLO? ¿PUEDES CREERLO? ¿PUEDES MALDITAMENTE CREERLO? -sin educación alguna, Heidi estampaba la puerta de la oficina de Engfa para entrar quejándose como lo hacía usualmente.

Engfa descansó su espalda sobre su cómoda silla y miró a su amiga con poco interés, su cabeza estaba en otra parte sinceramente. Heidi paseaba delante de su escritorio mientras echaba humo como si fuera un antiguo tren de leña.

- ¿Acaso tengo cara de estúpida? ¿Acaso tengo cara de que todo me importa una mierda? ¿Acaso tengo cara de que me pueden pasar por arriba así como así? ¡Pues no! No la tengo -se contestó a sí misma-. Pero parece ser que la idiota de mi madre junto con la descarada de mi chica piensa que sí, porque si no, ¡no encuentro otra maldita explicación! -llamen a los bomberos que Heidi iba a prender fuego a alguien en cualquier momento.

Engfa decidió hablar justo en ese momento-. Extraño a Charlotte, Hei -mucho del problema de su socia no había escuchado aparentemente-. No aguanto más -confesó-. Y aún quedan muchos días, no sé qué voy a hacer -agregó, preocupada.

No soy para ti(Englot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora