El solo de Cherine(2)

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En el viaje desde la clínica del doctor Sukksaem a la casa Austin Waraha.

-Entonces... -Heidi había decidido cortar el silencio que había en el auto-. Te llevo al trabajo de la rari, ¿cierto? -preguntó con cuidado.

Engfa, que había estado mirando la ventana, giró rápido la cabeza para mirar mal a su amiga.

- ¿Estás loca o ya te tomaste las pastillas que le robaste al doctor? -hasta el mismo doctor Sukksaem lo había visto.

Heidi se encogió de hombros-. Oye, necesito mis analgésicos para soportar las llamadas de mi hija desde Europa, ¿sí? -se defendió-. ¿Y por qué crees que estoy loca? ¿Acaso no piensas ir a festejar con la rari el nacimiento de la próxima rari?

-No sabemos si va a ser como Charlotte o Cherine, Hei -la interrumpió Engfa.

-El viejo que se hace llamar doctor dijo que...

-Solo dijo que es un embarazo distinto nada más. Para eso me hizo los otros estudios, así que no nos adelantemos -volvió a esquivar la mirada de su socia-. Llévame a casa, mi pequeña me está esperando -no tan pequeña diría yo.

Heidi cambió de rumbo y de paso miró de reojo a su amiga-. No puedo creer que tengas miedo de decirle a tu esposa que estás embarazada, Eng, después de tantos años -rio un poco

-No tengo miedo. Bueno, sí, quizás un poco -se corrigió sola-. Es solo que... olvídalo -se frenó justo cuando el coche aparcaba frente a su casa.

Engfa iba a bajar del auto, pero Heidi la frenó-. Eng, eres mi mejor amiga, eres la esposa de mi mejor amiga, habla conmigo -con una Heidi así, era imposible negarse.

Engfa se relajó en el asiento y llevó su mano a su cara para taparse los ojos-. Es que... tengo miedo de que Charlotte tome mal la noticia de que éste bebe pueda ser como ella -confesó-. Tengo miedo de que huya como lo hizo en mi primer embarazo...

-La rari nunca va a huir de tu lado, ya no es esa clase de rari -Heidi defendió a su amiga.

-Ya lo sé -dijo-. Pero también sé que esto sería algo nuevo para ella y... y solo eso. Solo tengo miedo -agregó, respirando tranquila-. Creo que prefiero esperar a que el doctor me confirme sobre los nuevos estudios para hablar con Charlotte -dijo con seguridad y recibió el apoyo de su amiga.

- ¿Y tú cómo te sientes? -la tailandesa tenía una idea, pero quería preguntar para confirmarla.

La sonrisa de Engfa volvió a su rostro-. Me siento feliz -dijo segura-. Muy feliz. Siempre me pregunté por qué Dios no me bendecía con otra hija especial, hasta llegue a pensar que era porque yo no iba a ser capaz de manejarlo y me dio rabia -contó-. Pero ahora sé... estoy prácticamente segura de que es así. Esta niña va a ser mi tercera chica especial y no puedo estar más feliz, Hei -recibió un apretón de manos por parte de su amiga.

-Pues confieso que yo también lo estoy -si Engfa se abría a ella, ella también lo iba a hacer-. Otra raroncita a la que mimar. Me voy a volver loca -la tía babosa-. No me malinterpretes, Eng. Amo a Lamai -la segunda hija adoptada de ella y de Tina-, aunque a veces quiera matarla, amo a Mali y amo a tus seis modelos -así les decía Heidi a el resto de las hijas Austin Waraha-, pero las rari son... son... no sé...

-Te entiendo, es como si les dieras más y más cariño y nunca se cansaran de recibirlo. Es la simple forma en que te miran con esa adoración y admiración absoluta -estaban embobadas.

Se hizo un silencio en el auto. Heidi tomaba la mano de Engfa mientras con su mano libre la morena acariciaba su vientre.

Un portazo proveniente desde su casa hizo que rápidamente las dos empresarias miraran hacia el origen del ruido.

No soy para ti(Englot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora