Tu cuarto o el mío

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Más tarde en el departamento.

- ¡Mierda! -era la única forma de expresarse que tenía Engfa cada vez que miraba el reloj.

Ya era la una de la madrugada y no había indicios de que Charlotte pisaría el departamento. En cuanto pasó la puerta del estudio de tatuajes, salió decidida a esperar a que la chica llegara a su departamento y hacerle las miles y miles de preguntas que tenía dándole vueltas en la cabeza desde que la conoció. Sin embargo, esperar a Charlotte no estaba siendo nada fácil.

La tarde entera había sido un suplicio. Primero fue Heidi quejándose por todo, desde la poca presión que Engfa había puesto sobre Charlotte acerca del tatuaje, hasta como Tina le había dado su número de teléfono a ese "seguramente recién salido de la cárcel", según palabras de la misma tailandesa. Por supuesto, esto desató una pelea entre ambas chicas dejando nuevamente a Niran, que aún seguía un poco agitado por el susto que le pegó Charlotte, y a la misma Engfa entre medio de ellas. Y por supuesto que, después de eso, todo siguió con Tina yéndose a dormir al departamento de Niran y con Heidi yendo a algún bar de mala muerte a buscar a cualquier chica con la que pudiera pasar la noche. Objetivo que la tailandesa cumplió a la perfección porque horas más tardes, cuando Engfa estaba empezando a leer un libro que le ayudara a pasar más rápido el tiempo, su amiga entró con una pelirroja ebria que fue a parar derecho a la habitación de su socia. La pelea de Tina y Heidi fue el único momento en que Engfa no quiso ver que Charlotte apareciera por la puerta, estaba segura de que si llegaba a ver la dramática forma en que Tina lloraba y la exagerada forma en que Heidi la trataba, la empresaria se quedaba sin su socia. No conocía a Charlotte, pero por la forma en que se había preocupado por la bailarina, Engfa dedujo que la castaña tenía un lado protector muy desarrollado.

Otra de las cosas que Engfa optó por hacer ese día con vista a que el tiempo fuera más rápido, fue llamar a sus padres. Ella venía de una familia muy unida donde el respeto, cariño y comunicación nunca habían faltado. Por eso, tanto sus padres, su hermana o ella, se encargaban de hablar a diario y decirse cuánto se extrañaban.

La conversación con su padre fue desde campeonatos de golf, hasta obligar a que Engfa le prometiera que los iba a visitar, hablaron de cuánto extrañaban a Engfa en Los Ángeles y de cuánto Khalan detestaba al vago de su novio, también de los negocios de Engfa en Nueva York. Por su parte, Wanthida; su madre, le contó acerca de cada preparativo que la pareja estaba llevando a cabo para el aniversario de su boda de plata, le chismeó acerca de su vecino y la manía del hombre de mirar a su madre mientras ésta tomaba sol en la piscina, despotricó también en contra de su novio y finalmente, para sorpresa de Engfa, le preguntó por Charlotte.

Ahora bien, estos dos últimos temas consultados por cada uno de sus padres eran dos mundos distintos para Engfa. Mientras que en los negocios la morena se movía como un pez en el agua, con Charlotte parecía el padre de Nemo entre las anémonas; sabía que si hacía un paso en falso se podía quemar o algo parecido. Engfa tenía un talento natural para los negocios, ya desde chica lograba que el estúpido vecinito de la casa donde creció le cambiara el delicioso helado de leche cubierto en dulce de leche por su sana manzana, para ella era simple y todo le resultaba a su favor. Sin embargo, con la castaña era distinto, con Charlotte sentía que perdía cada vez que hacía un intento de acercarse a ella. Con la tatuadora, Engfa sentía que era la última en ser reconocida. Charlotte no parecía tener la misma debilidad que ella sentía por la castaña. En fin, todo el mundo de Charlotte le era desconocido y eso la frustraba cada vez más. Por esa razón, después de que se encargó de contarle a su madre la poca información que tenía, estuvo más decidida que nunca a quedarse hasta la hora que sea para enfrentar a la castaña, su madre le había hecho ver cosas que quizás a ella se le estaban pasando y por eso ahora estaba recostada en el sillón con uno de sus libros preferidos y cada vez que miraba el reloj, suspiraba y volvía a insultarlo.

No soy para ti(Englot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora