Que sea lo que Dios quiera

245 13 0
                                    

- ¿Hansa? -la castaña no había cambiado su cara de confundida desde que Snack entró a su departamento. No paraba de mirar a ambas mujeres y de moverse de forma nerviosa. Su cabeza y su cuerpo tenían una terrible necesidad de que Engfa estuviera a su lado.

-Hola, hi-hola, Charlotte -saludó la mujer, tratando con cuidado a la persona que tenía frente a ella.

Charlotte se alejó varios pasos y Hansa sintió como la mano de la joyera iba a su espalda para darle fuerzas. La morena mayor agitó la cabeza en señal de que estaba bien. Entre las charlas con su marido, las charlas con las mellizas, los señores Waraha y todos lo que tenían algo que ver en la vida de Charlotte, Hansa había aprendido que alrededor de su hija se tenía que mover como si caminara sobre vidrio; con sumo cuidado.

- ¿Qué... qué... que haces aquí? -Charlotte aún no relacionaba el favor que tenía que hacerle a Snack con la presencia de su madre ahí-. ¿Por qué la trajiste? ¿Por qué...? -no podía evitar sentirse un poco enojada con su amiga.

Snack y Hansa se miraron y fue la joyera la que tomó la palabra.

-Tu madre... -la morena apretó sus labios y la elegante mujer se apuró en corregirse-. Hansa estaba trabajando en la empresa cuando mi padre entró para obligarme a ir a esa fiesta. Escuchó nuestra pelea sin querer y la terminé de usar como terapeuta para contarle la situación. Ella misma se ofreció a cuidar a las niñas -resumió los hechos ocurridos en Tiffany & Co.

Ante el silencio y la cara de preocupación y confusión de su hija, Hansa decidió hablar.

-Sé que probablemente no te guste mucho la idea, pero yo amo a esas tres niñas. Dos son mis nietas y la otra es casi como si lo fuera, las voy a cuidar mejor que a mí misma -agregó con seguridad.

Charlotte agitó la cabeza de forma negativa. Eran sus hijas y su sobrina, ellas las iba a cuidar.

-Por favor, Charlotte -Snack insistió, mostrándole el conjunto-. Estoy desesperada -la voz le salía como un chillido.

-Engfa... quiero hablar con Engfa... -Charlotte necesitaba que su novia le dijera que todo iba a estar bien.

Esta vez fue Hansa la que tomo su celular e intentó llamar a la empresaria. Sabía que si alguien podía quitarle la cara de pánico y de sufrimiento a Charlotte era su nuera.

-Lo siento -se disculpó, cerrando la llamada-. No contesta.

-La señorita Heidi tampoco -Snack había intentado por otro lado.

-Entonces es mejor que me qued-

-Charlotte -dijeron las dos mujeres al mismo tiempo. Snack le hizo un gesto a Hansa, cediéndole la palabra-. Si no quieres ir con Snack está bien -la madre de la castaña no hizo caso al quejido de protesta de la joyera-. Pero si ese es el caso, te pido que me dejes quedarme aquí contigo hasta que Engfa regrese. Puedo ayudarte a cuidar a mis nietas -no iba a obligar a su hija a ir a una fiesta a la que claramente no quería asistir, pero al menos iba a intentar pasar tiempo con ella. Cualquier minuto que le concediera iba a ser bien recibido.

-Escuchen -Snack volvió a tomar la palabra y logró que la mirada de la castaña se concentrara en ella-. Hansa, sé que tienes miedo de que Charlotte se sienta incomoda en este lugar, pero prometo -miró a Charlotte-que no me voy a separar de tu lado y que en cuanto quieras irte, nos iremos -dijo con total sinceridad-. Pero de verdad te necesito a mi lado, Charlotte. Necesito que me des la fuerza que solo una amiga puede dar. Eres la única persona que nunca ha esperado nada de mí -la castaña iba aflojándose con cada palabra-. Por favor, Charlotte... por favor -eran las últimas suplicas que iban a salir de la boca de Snack.

No soy para ti(Englot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora