La verdadera razón

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-Uuu... uuu.

Mientras Cherine le seguía demostrando su más reciente aprendizaje a cada persona que se le cruzaba, incluida las bailarinas que esperaban por el diseño de Charlotte, un monstruo verde se despertaba poco a poco en el interior de Engfa.

-Pensé que iba a ser divertido verle la cara a mi hija -Wanthida le comentó tanto a Hansa como a Heidi, que estaban a su lado en la puerta de casa-. Pero ahora que lo pienso mejor, no me parece tan divertido -sacó mejores conclusiones luego de percibir la rabia que salía de los poros de su hija-. Esa mujer no me cae para nada bien -agregó de mala manera.

-Había olvidado cuanto detesto a la perra esa -comentó Heidi, señalando a la recién llegada-. Algo se trae entre manos -dijo-. ¡Tina! -no hizo falta que Heidi le dijera, la perceptiva bailarina ya estaba sacando a las tres pequeñas del jardín con ayuda de la hermana Kanya y Malinee.

-Y por la cara de Engfa, ella la detesta mucho más que ustedes y yo juntas -esta vez fue Hansa la que señaló lo obvio-. ¿Cree que ya sabía que éramos los padres de Charlotte? -Heidi y Wanthida la miraron, estaban tan ocupadas queriendo molestar a Engfa que no se habían dado cuenta de ese detalle.

Snack acababa de descubrir que los señores Suwan tenían relación con inversiones Waraha-Jensen.

-Por la cara de tu marido, él debe estar pensado lo mismo-opinó Wanthida. Tanto Kulap como Khalan habían dejado de acosar a las bailarinas para acercarse a Engfa como soporte de la morena.

- ¡Dios! Se van a sacar chispas -Wanthida señaló a Snack Ajcharee Tiffany y después a su hija-. Parece que estuviéramos viviendo un duelo de miradas mortales -apuntó, mirando como una ya erguida Engfa enfrentaba desde la distancia a la dueña de la joyería, que no se quedaba atrás con su postura desafiante.

-Bueno, si la muy idiota se atrevió a venir hasta la casa de sus enemigos va a tener que soportar mucho más que un par de miradas.

Heidi estaba que hervía y caminó con fuerza para juntarse con los dos hombres detrás de Engfa. Hansa y Wanthida se miraron y después de varios segundos siguieron a la tailandesa.

- ¡Snack! -Charlotte se acercó a la elegante mujer con entusiasmo y hacía que el monstruo verde estirara sus brazos recién levantado y listo para iniciar batalla. Engfa respiraba profundo y contaba hasta diez una y otra vez, su mirada nunca dejó a la mujer más baja.

-Tranquila, Engfa -sintió que el padre de su novia le murmuraba.

La morena volvió a respirar hondo y se concentró en el dolor que aún emanaba su cuerpo por las cosas que su castaña había hecho con ella. Charlotte le había demostrado con cada embestida, con cada segundo que pasó besando su piel y con cada letra que formaban hermosas palabras que la amaba como a nadie y Engfa no podía dejarse llevar por la simple presencia de esa idiota que para la morena no era más que una vil estrategia en contra de sus inversiones.

Sin embargo, para nada ayudaba a calmar los celos de la empresaria que la joyera luciera espléndidamente bien en un vestido blanco de tela ligera que destacaba sus largas piernas. Mucho menos se hizo calmar al monstruo el hecho de que la sonrisa de Snack se extendiera en cuanto vio a Charlotte llegar a abrazarla.

- ¿Qué haces... qué haces aquí? -preguntó Charlotte aún entusiasmada. El tono jovial de su novia hizo que el monstruo sacara sus uñas una por una.

-Vine a verte -contestó Snack-. Te extrañaba demasiado -palabras mágicas.

Y Engfa trató y trató de apaciguar la ira que provenía de su interior, los celos, el enojo y todo lo que la llegada de esa mujer le ocasionaba, pero escuchar esas palabras seguido de ver como esa estúpida mujer acomodaba un mechón de cabello caído de Charlotte y le acariciaba la mejilla como si nada, todo su cuerpo se movió con rabia hacia el dúo. Sus padres, los señores Suwan y Heidi la seguían desde atrás.

No soy para ti(Englot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora