Capítulo VI

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Al final, luego de la charla que tuvieron Draco y Hermione, ninguno de los dos fue a cenar. Ambos regresaron a la cabaña para tener una conversación más cómoda.

A la mañana siguiente, Hermione fue la primera en despertar. Contemplaba dormir al rubio en la cama de al lado, (más o menos 50 cm de distancia) dormía como un ángel. Sin roncar, sin un hilo de baba colgando del costado su boca, simplemente bello.

De pronto recordó la charla que tuvieron y se preguntaba si luego de eso podrían al menos actuar como amigos. Aunque lo veía algo imposible, sabía que el chico era así gracias a Lucius, su padre. Sabía que si fue por él sería de otra manera.

Entró al pequeño baño que tenía la cabaña y allí se cambió e higienizó, más rápido de lo que esperaba. Al salir del baño se encontró con Draco despierto y vestido.

—Buenos días, Malfoy —saludó cordialmente la castaña.

—Buenos días, Granger. ¿Terminaste con el baño? —la chica asintió y él se adentró en el baño.

Tomó sus libros y su maletín dispuesta a emprender camino hacia Hogwarts. Por un momento se le cruzó por la cabeza esperarlo e ir juntos al castillo. Pero luego pensó que él no querría que la vieran con ella ingresando al colegio, así que, tristemente, salió de la cabaña sin esperar a ningún rubio.

Cuando la castaña entró al colegio se topó con la profesora McGonagall, quién la distrajo y le pidió que la acompañara a su despacho. Hermione se resistió, tenía clase de Oclumancia, pero McGonagall insistió en que la acompañara. Se resignó, ya que Luna tenía la misma clase y luego le pediría los deberes a ella.

En el despacho de la profesora pidió cortésmente que tomara asiento.

—¿Para qué quería verme, profesora? —interrogó haciendo un esfuerzo para no sonar ruda, pero la verdad es que le gustaba Oclumancia y le molestaba perder el principio de la clase.

—Señorita Granger, quisiera que me contara los avances con el señor Malfoy, ¿acaso va todo bien?

—Bueno... usted sabe lo que nos cuesta congeniar. No le puedo decir con exactitud.

—Claro, entiendo... de todas maneras la semana que viene, más precisamente el jueves, deseo que vengan a mi despacho antes de la cena. Tómelo como un simple chequeo de la situación, señorita Granger. La comisión estudiantil está de acuerdo.

—Está bien. ¿Alguna cosa más?

—Oh, sí. Por favor, lleva este expediente de ida al salón del profesor Hallows, por favor. Y dígale al señor Malfoy sobre nuestra cita el próximo jueves.

—De acuerdo, profesora. Con su permiso —la actual directora de Hogwarts asintió y la castaña se retiró del lugar.

Casi corriendo fue hacia el salón de Oclumancia, temiendo que el profesor le quitase puntos a su casa por llegar tarde. Para su suerte, tardó menos de lo que esperaba y tocó la puerta antes de entrar.

—Lamento la tardanza, profesor. Pero la profesora McGonagall quería hablar conmigo y...

—No se preocupe, señorita Granger. Ya me había informado que llegaría tarde. Tome asiento —la castaña asintió pero se detuvo.

—Oh, casi lo olvido. También me dio esto para usted, señor —dicho eso le entregó el expediente.

—Muchas gracias, tome asiento —la chica finalmente tomó asiento junto con Luna y el profesor continuó con su clase—. Muy bien, entonces, pónganse a practicar los diferentes hechizos de protección a sus pensamientos con su compañero de banco. Cada quién logre hacerlo bien, su casa ganará 30 puntos.

Ojos que no ven, corazones que sienten (Dramione/Draco&Hermione) EDITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora