Capítulo I

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—No creo aguantar, Blaise. No lo haré.

—¡Lo harás igual, Draco! Lo prometido es deuda.

—Primero, yo no prometí nada. Como un idiota perdí una estúpida apuesta. Y segundo...

—¿Y segundo?

—¡No lo haré! Sabes que es algo imposible para mí.

El morocho rió divertido y casi soberbiamente.

—¿Piensas que me interesa? Estarías haciendo lo mismo en mi lugar si hubiera sido yo el que hubiera perdido la apuesta, y lo sabes.

—¿Qué tal si jugamos otro partido? —dijo Draco Malfoy esperanzado de que su amigo aceptara.

—Ni en sueños, amigo. Por primera vez has perdido una gran apuesta cero negociable, y la cumplirás.

—¿Sabes lo que pasaría si mi padre se entera que seré cordial con los sangre sucia durante un mes? ¡Te cortará el cuello a ti y luego a mí!

—Ah, ah —dijo en forma de negación—. No lograrás convencerme con estúpidas amenazas, por más verdaderas que sean.

—Bien, Blaise Zabini —dijo molesto Draco.

                                                                                                    •••

—¿Qué pasa si te topas con Granger? —preguntó como si nada Blaise.

—¿Disculpen? ¿Hablan de Hermione? ¿Me perdí de algo ayer en su fiesta privada? —intervino Theodore Nott, quien acababa de unirse a la conversación.

—Uff, te perdiste de un gran espectáculo, hermano.

—¿Y qué estás esperando para contarme? ¿Una invitación? —Blaise rió ante ese comentario, pero empezó a contarle la situación.

—De acuerdo. Ayer, Draco y yo jugamos un mini partido de Quidditch por la noche. Y...

—Apostamos una gran estupidez. Aún no sé cómo acepté eso... —interrumpió Draco.

—Shh. Cállate, Draco. Estoy contando mi gran triunfo frente a un Malfoy —Draco soltó una pequeña carcajada.

—¿Y bien? ¿Qué pasó? —exigió Theodore que Blaise siguiera con la historia.

—Y con Draco apostamos. Quien perdiera el partido debería seguir indiferente ante los sangre sucia —contaba Blaise mientras subían al tren.

Pero antes que Blaise terminara de contar su maravilloso triunfo, Theodore rió exageradamente imaginándose lo que seguía.

—Entiendes, ¿verdad, Theo? —preguntó el chico con tono evidentemente divertido.

—Espera, a ver si entendí. ¿Estás diciéndome que tendrá que ser "bueno" con todos ellos? ¿Inclusive Hermione? ¡Vamos, Draco! No es el fin del mundo.

—Ajam, inclusive Granger.

—Exacto. Aunque es muy fácil para ustedes congeniar con inferiores, ¡ya que ustedes no tienen problemas con...! —no pudo terminar de hablar. Ya que se topó con nada más ni nada menos que Hermione Granger.

—¡Ey! ¡Ten más...! —pero recordó la apuesta—. Ten más cuidado la próxima vez, Granger. Lovegood —dijo en forma de saludo y se retiró en busca de compartimento con Theodore y Blaise.

—¡Adiós, chicas! —saludó Theodore a lo lejos con un gesto de mano hacia sus dos amigas, quiénes le devolvieron el gesto amistosamente.

                                                                                                     •••

—¿Viste como se comportó Malfoy? ¿No fue raro que no me haya dicho algo como... "sangre sucia"? O inclusive ra...

—No fue raro —la interrumpió Luna—. Fue amable.

—¡Claro! Justamente por eso. Draco Malfoy fue amable, ¿no te parece extraño? —pero Luna no respondió—. A propósito, Luna... ¿qué tal tus vacaciones?

—Oh, ¡fueron geniales! Mi padre y yo fuimos a la cueva originaria de los Nargles, fue muy interesante. De hecho descubrimos muchas cosas sobre sus ante...

Pero Hermione no la escuchaba. Es verdad, si bien ella le había preguntado sobre sus vacaciones había quedado algo impactada con la reacción de Malfoy hace tan sólo unos minutos. También le pareció bastante extraño el comportamiento para con sus amigos en ese momento. No llevaba cara de superioridad ni mediocridad; tuvo cara de superioridad y mediocridad cuando Draco se había topado con Hermione.

Cuando llegaron a Hogwarts y dejaron sus valijas en las habitaciones, Hermione y Luna fueron hacia el Gran Salón para encontrarse con sus amigos Dean y Neville.

—¡Hola, chicos!

—¡Hola, Hermione! ¡Hola, Luna! —saludaron los dos al unísono.

—Lamentamos llegar tarde, es que Luna insistió en sacarme torposoplos del cabello y... en fin, fuimos las últimas en bajar del tren. ¿Hace mucho empezó el banquete? -preguntó Hermione mientras se servía en su plato un poco de tarta de calabaza.

—No, en realidad —contestó Neville—. La profesora McGonagall dio uno de los discursos aburridos que dan a principios de año.

—Sí. ¡Suerte que llegaron tarde! —agregó Dean, quien estaba feliz de volver a Hogwarts y estar con sus amigos.

El banquete llegó a su fin cuando la profesora McGonagall anunció el fin del mismo. Luna, Dean, Hermione y Neville se separaron en su sala común y los cuatro subieron las escaleras escogiendo lados opuestos.

Mientras tanto, en el cuarto de Slytherin, había dos morochos durmiendo y cierto rubio recostado sobre su cama, con las manos detrás de la nuca y el insomnio impregnado en el cuerpo, pensando en cómo sobreviviría sin insultar a Granger, y a los demás inferiores a él. Aunque en cierto modo, no le desagradaba la idea, de olvidarse por un momento las enseñanzas de su padre acerca de la importancia de la sangre y no ser Malfoy, el hijo de un mortífago. Sino, simplemente ser Draco; como lo era con sus mejores amigos Theodore Nott y Blaise Zabini.

Ojos que no ven, corazones que sienten (Dramione/Draco&Hermione) EDITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora