Capítulo XXVII

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Una vez adentro, Harry se sentó en uno de los sillones que habitaban ahí. Ella, nerviosa, imitó a su amigo sentándose frente a él.

—Bien, te escucho.

La castaña suspiró y comenzó a contar la historia desde la pelea que tuvo con el Slytherin, hasta el día en la invitó a su casa por el funeral de su padre, y le compró el vestido para el baile de Navidad.

—Es una broma, ¿verdad?

—No, Harry. Cada... cada palabra es cierto. Pasó realmente. Mira, sé que Draco jamás ha sido a lo que se dice "buena persona", pero ha cambiado... en verdad que sí, y yo fui testigo de eso. Draco Malfoy ya no es la persona arrogante y soberbia que conocimos en primer año... ¿entiendes? Sé que te costará admitir que bueno... ahora somos amigos, pero...

—¿Te gusta? Me refiero a... no sé, ¿irías con él al baile de Navidad?, por ejemplo —la interrumpió.

El corazón de la chica dejó de latir por un instante. ¿Podría ser más evidente que su mejor amigo la conociera tan bien?

—Sí, Harry. Eso creo.

El azabache suspiró y miró los ojos castaños de su amiga.

—Harry, por favor entiéndeme. No sé qué es exactamente lo que ha pasado entre Draco y yo, pero... sí, creo que me gusta.

—¿Irás a la fiesta con él?

—Pues... no lo sé —dijo algo desilusionada pensando con claridad el asunto—, no sé si él siente lo mismo por mí... ¿entiendes?

—Creo —dejó pasar unos segundos para hablar—, no. En realidad no entiendo, Hermione. Por Merlín, ¡hablamos de Draco Malfoy! No puede haber cambiado de un día para el otro, es simplemente imposible.

—Ese es el punto, Harry. Él no ha cambiado de un día para el otro.

—¿Cómo estás tan segura que... esto es verdadero?

—¿A qué te refieres con eso exactamente, Harry? —preguntó con un dejo de ofensa. Sí, se sintió ofendida, por alguna razón.

—Pues... no lo sé. ¿Cómo sabes que no hace todo esto de ganarse tu confianza para...?

—No puedo creer que pienses eso —interrumpió Hermione desilusionada—. Creí que tú sí entenderías, Harry. Podría esperar esta clase de reacción por parte de Ron... inclusive por parte de Ginny, ¿pero de ti?

—Yo... te entiendo, Hermione. Es sólo que no me acostumbro a la idea.

—Tengo clase, hablaremos más tarde —respondió cortante saliendo de aquella habitación.

Abandonó la habitación casi llorando. ¡Genial! Ahora tendría que enfrentarse a Transformaciones, con McGonagall y para colmo, compartía clase con Slytherin.

—¿Por qué estás tan feliz? —le preguntó a Luna mientras se sentaba al lado de ella.

—Theo —sonrió—, ¿y tú por qué estás tan triste?

—Harry.

—¿Qué ha pasado con Harry?

—Sabe que tengo una especie de amistad con Draco y... reaccionó como si fuera mi novio, no lo tomó muy bien.

—¿Por qué?

Pero no pudo responderle, la profesora McGonagall había entrado al salón. Esto jamás le había pasado: miraba a la profesora y escuchaba de sus labios "bla, bla, bla", no lograba concentrarse... la pelea con su mejor amigo la había mantenido ajena a la lección del día, ida totalmente. Así fue el resto del día.

—De acuerdo, ¿qué pasó ahí adentro? —preguntó Draco a Hermione mientras caminaban por un pasillo.

—No entiendo a qué te refieres.

—Fue obvio que no prestaste atención a la clase.

—¿Estuviste observándome todo el tiempo? —preguntó riendo.

—No lo negaré. Has llamado la atención, eso es todo.

—Ay, no, ¿fui muy obvia?

—Digamos... ¿quieres contarme?

—Preferiría que no. ¿Te veré luego de la cena?

—Sí, claro. Hasta entonces.

—Adiós —sonrió a medias acariciándole el hombro mientras se alejaba hacia la sala común de Gryffindor.

........

—¡Hermione! ¡Te hemos buscado por todos lados! —gritó Ginny apenas la aludida ingresó al salón.

—Oh. Hola, chicos —saludó a los hermanos Weasley.

—¿Dónde has estado? —preguntó el chico.

—Acabo de salir de la clase de transformaciones. Lo siento, pero tengo mucha tarea que adelantar... los veré luego, ¿de acuerdo?

—S-sí —dijeron al unísono.

Tan pronto como llegó frente a sus amigos, dio media vuelta para salir de la sala rumbo a la biblioteca. En ese preciso momento, Harry traspasaba el retrato de la Dama Gorda. Inevitablemente cruzaron miradas. La mirada de la castaña estaba cargada de fastidio y la de él... bueno, simplemente se la notaba triste.

—Vale, ¿qué fue eso? —preguntó la pelirroja.

—¿Que fue qué?

—Eso, ¿algo pasa entre Hermione y tú?

........

Casi llegaba a la biblioteca, ¿la verdad? Si fuera por ella se quedaría a dormir allí, sin preguntas y tranquila.

Aunque por suerte, no les había mentido a sus amigos. Tenía muchas tareas que adelantar, transformaciones, runas antiguas, aritmancia, historia de la magia y pociones.

Cuando miró su reloj de muñeca, eran las 20:50 p.m; había estado más de tres horas sentada en la mesa junto a la ventana de la biblioteca.

Guardó todo lo más rápido que pudo, saludó a Madame Pince y salió directo hacia el Gran Comedor.

Al llegar se encontró con Luna, Harry, Ginny, Ron, Neville y Dean hablando amistosamente. Sólo esperaba que Neville y Dean no les hubiera contado a Ginny y Ron que ahora ella y Draco eran amigos. Al conocer a sus amigos, preferiría contárselo ella misma. ¿Cuándo? No sabía.

La cena no había sido muy tranquila que digamos.

Pensó que estaría feliz que sus mejores amigos regresaran y pensó que sería genial que todo volviera a ser como antes, pero no se podía mentir. Las cosas definitivamente no estaban pasando como ella querría.

A las 21:30 p.m, la castaña estaba abandonando el Gran Comedor junto con otras personas que también salían de allí.

No quiso dar ningún tipo de explicación. Sólo se despidió de sus amigos, y en su trayecto hacia la cabaña de aislamiento, pensaba. Pensaba en Harry, en que mañana sería jueves, lo que indicaba que sería la última reunión con Minerva McGonagall acerca de su comportamiento con Draco. Pensaba en Ron y Ginny... ¿iría al baile con Ron? Pensaba que era lo mejor para todos, aunque todavía no se había decidido.

Sólo faltaba un día para el baile, ya que en pocas horas, sería jueves. El pelirrojo aún no la había invitado, y sería muy estúpido de su parte que no se presentase, por lo que, si él no la invitaba pronto, ella misma lo haría.

Luego de un largo trayecto, uno que pareció interminable, llegó a la cabaña.

Se higienizó, vistió su pijama, programó su reloj para el día siguiente, y entre pensamientos divagando por su cabeza, se durmió.

Ojos que no ven, corazones que sienten (Dramione/Draco&Hermione) EDITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora