Capítulo XXXII

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¡Último capítulo antes del epílogo! Para mí fue un placer revivir  y compartir esta historia que escribí hace años con ustedes, y que les haya gustado es un regalo que abrazo. Muchas gracias y nos vemos en el cierre final de la historia ♥


Una vez dentro de la sala, tanto Hermione como Draco se veían nerviosos. Uno lo disimulaba más que el otro. Como experto, el último sabía bien ocultar sus emociones, pero esta vez se le hizo difícil.

—Entonces... ¿qué es eso tan urgente que tienes que decirme? —preguntó tratando de aparentar serenidad.

—Bien. No daré vueltas. Seré breve y directa.

Se acercó hacia el chico, quién estaba sentado en un cómodo sillón. Se paró frente a él, lo miró profundamente con sus ojos café y le confesó lo que sentía.

—Me gustas, Draco. No sé desde cuánto tiempo, no sé cómo pasó. Resulta que un día entras a Hogwarts y me tratas... ¿bien? Al otro día, me confiesas tus sentimientos. Sentí que debía ayudarte, estar contigo a toda hora si era necesario. Sentía que debías estar bien y no lo estabas precisamente aquella noche que nos quedamos hablando sobre tu sueño.

Estos últimos días había estado soñando con que la castaña le dijera algo así. Pero una cosa era pensarlo/soñarlo/quererlo, y otra muy distinta era que pasase. Cada palabra que escuchaba lo dejaba atónito, pero feliz.

Entonces, ¿sentía lo mismo que él? ¡Eso era una excelente noticia para los dos! Nada podría estropear sus ánimos. El amor era correspondido y sólo eso necesitaban.

—Yo tampoco sé en qué momento, ni cómo... pero también me gustaste, Hermione. Y debo admitir que últimamente... no me reconozco. Me has cambiado por completo, me entiendes como nadie... creo que eso fue lo que me llevó a enamorarme de ti.

Las palabras se impactaban en el rostro de la chica como si fueran tortazos uno tras otro. Sin dejarla reaccionar siquiera, él se levantó y la besó con suavidad y ternura. Mientras que su mano izquierda rodeaba su cintura, la derecha sostenía su mejilla izquierda.

Ella no se quedaba atrás. Tardó unos segundos en corresponder, pero cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, rodeó con delicadeza el pálido cuello del rubio con sus brazos. Lo había soñado tantas veces y estaba regodeándose en su interior porque por fin estaba sucediendo.

Aunque no todo fue color de rosa. Desenroscó sus brazos para tirar hacia atrás el saco del rubio buscando que cayera al piso, y caminó haciendo que él retrocediera unos pasos cayendo al sillón nuevamente. Quiso hacer lo mismo con la camisa, pero la frenó.

—Espera, no quiero que...

—¿Qué? Si yo no quisiera hacerlo, no estaría aquí. ¿Por qué crées que te he traído aquí en primer lugar? Jamás me sentí tan segura de algo. Además... confío en ti, Draco. Ciegamente —dijo acercándose cada vez más y más—, déjame.

—Hermione, eres realmente brillante —el rubio sonrió volviéndola a besar.

Ambos se besaban con pasión, pero lento. Siempre con amor.

........

—¿Dónde se habrán metido Draco y Hermione? —preguntó Ginny mientras salía del Gran Salón junto con Harry. Detrás de ellos se encontraban Luna y Theo.

—No lo sé. Ambos se veían muy nerviosos cuando salían del baile —comentó de repente.

—¿Cómo? ¿Han salido del salón? —preguntaron Theo, Ginny y Harry atónitos.

Luna no sabía a quién mirar para contestar, ya que todos le preguntaron lo mismo al mismo tiempo. Así que generalizó y mirando hacia un retrato que la miraba fijamente, contestó.

—Sip. Ambos salieron juntos de aquí, algo nerviosos. Quizás, en vez de pasar algo malo, pasó algo bueno.

Si la rubia sentía eso, nadie podía contradecirla. Ya que, después de todo, siempre que tuvo alguna predicción, pasaba más adelante tarde o temprano.

........

A la mañana siguiente, el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería estaba en pleno movimiento. Había gente de acá y de allá. No había un lugar que no estuviera poblado. Excepto la sala de menesteres, obviamente.

Absolutamente todos los estudiantes de Hogwarts terminaban de desayunar en el Gran Salón, acompañados de un grandioso discurso dictado por la directora Minerva McGonagall. Mas los únicos que no prestaban mucha atención, eran Draco Malfoy y Hermione Granger. Ya que ambos se dirigían miradas mutuamente.

Cuando McGonagall terminó el discurso, los estudiantes de las cuatro casas se levantaron para salir del castillo de Hogwarts.

........

Harry, Ginny, Luna y Theodore entraron al tren en busca de un compartimento.

Mientras que Draco y Hermione... bueno, sólo buscaron un compartimento para ellos dos. En el último vagón del tren.

Ojos que no ven, corazones que sienten (Dramione/Draco&Hermione) EDITADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora