Esa misma tarde llamé a Jerry para cambiarle el turno. Estábamos reunidos con un arquitecto en la zona donde queríamos montar dicha cabaña y no me iba dar tiempo a llegar al trabajo. Sus abogados habían hecho los debidos papeleos para el contrato con el alcalde. Tyler quería asegurarse de que el alcalde no daría marcha atrás. Le haría firmar el contrato sí o sí y así si pasaba algo teníamos motivos suficientes para demandarle.
-Deberíamos montarla en medio. Nuestra principal idea es que no molestemos a la fauna. Queremos atraerla. Hacer algo que no asuste a ningún tipo de animal.
Veía a Tyler señalándole la zona al arquitecto. Este arquitecto llamó a una arquitecta paisajista y pues aquí estábamos. Tyler explicaba por cuarta vez como quería las cosas. Bastante serio he de decir. Cosa que me encantaba, demostraba que esto le interesaba de verdad.
Después de la cogida de mano en el restaurante, Tyler se tomó bastantes libertades conforme a caricias en cuanto a mi cuerpo se refiere. No sé si fue el abrazo el que le incitó a que me podía tocar o agarrar siempre que quisiera pero yo tampoco le ponía impedimento. Estaba empezando a acostumbrarme a su cálida mano en la parte baja de mi espalda cada vez que me quería guiar hacia algún lugar. A su toque en mi nariz con su mano cada vez que le parecía gracioso algo que yo le decía. A que me acariciase la espalda cada vez que me apoyaba en algo. Mi frio cuerpo se estaba acostumbrando al suyo cálido como el fuego y no tenía queja alguna.
-Haremos cuatro ventanales grandes alrededor de la cabaña. - dijo el arquitecto a Tyler.
-Queremos plantar arboles alrededor, para que las aves tengan donde posarse para que la gente pueda verlos, en dichos arboles es donde colocareis la comida y la naturaleza hará su trabajo, seguramente monten hasta nidos. - me dijo la arquitecta a mi.
Me sentía la jefa de un plan que solamente había dado la idea. Tyler es el que hacía todo el trabajo. Él había traído a los arquitectos, a los abogados, a los obreros, a todo el mundo, tenía contactos, dinero y seguía sin saber de donde lo sacaba. Pero estaba tan ilusionada con la situación que no le insistía, al menos en ese momento. Lo teníamos todo, solo nos faltaba hablar con el alcalde y que firmase. Lo hemos hecho todo en un día. Bueno, Tyler lo ha hecho.
-¿Y una zona donde se pueda también observar el cielo? - les dije yo, sería bonito ver las estrellas en una zona donde la contaminación acústica y lumínica casi no se notaba.
-Si la hiciésemos más grande, podríamos poner una especia de mirador, con telescopio, pero eso sería más gasto. - respondió el arquitecto.
-No, entonces no. - dije en seguida.
- Lo estudiaremos Abi, no te preocupes, es interesante esa propuesta. - dijo Tyler mirándome.
-No, ya está, esto ya es más que suficiente, solo era una proposición dentro del presupuesto que ya teníamos, si hay que hacerlo más grande no. -dije negando con la cabeza.
Vi como las niñas correteaban por el campo verde junto a Jass. No habían flores, en pleno invierno no quedaba ni rastro de lo bonito que se podía llegar a poner esa zona del río. Era una explanada que se alejaba un poco de la orilla del río pero, seguías escuchando el agua. El aire mecía los arboles que nos rodeaban, metros más allá de donde estábamos.
-¿Quieres dejar de preocuparte por el dinero? - dijo poniendo de nuevo su mano en mi espalda. Noté la caricia hasta llegar casi a la nuca, haciendo que todo mi bello se pusiera de punta.
-No voy a dejar que te gastes tanto dinero, por mucho que seas millonario. -me reí, sonrojada por las caricias.
-No soy millonario. - escuché su risa profunda. Sus dientes brillantes como perlas parecía que me deslumbraran de lo bonitos que eran. Me había acostumbrado a sus caricias sin estremecerme en exceso, pero a esa sonrisa no.
Paró las caricias para silbar a Jass. Las niñas vinieron detrás de la peluda contentas. Lana llevaba un palo encima. Penni no dejaba de acariciarla. Se habían enamorado de ella desde que se la habíamos presentado hace un par de horas. Los arquitectos se quedaron en el campo para seguir estudiando el terreno y hacer sus debidos planos para la construcción.
-He contactado con un profesional de aves. -comentó Tyler mientras andábamos a nuestra zona preferida, la orilla del rio. - Vendrá a estudiarlos después de que el alcalde firme, así sabremos que poner en las señales. Nos dará todos los datos necesarios.
-¿Cómo demonios consigues tanto personal? -pregunté divertida. - Solo llevamos dos días con esto.
-Tengo el super poder de tener muchos contactos. -sonrió divertido.
No iba a decírmelo, me daba la sensación de que jamás me diría a que se dedicaba. Que hacía en esta miseria de pueblo teniendo el dinero suficiente como para vivir en la ciudad, en un ático duplex de esos que suelen tener los ricos. Quise insistir, porque así de cotilla era, pero muy en el fondo de mí sabía que me estaba entrometiendo demasiado. Ahora mismo éramos una especie de socios y punto. Digo especie porque yo no había puesto ni un centavo, pero bueno, la cuestión es que no debía de darme más información de la necesaria. En el fondo lo entendía, pero era una cotilla empedernida que siempre quería saber más. Tyler era como un libro cerrado metido en una caja fuerte con un candado y tirado al mar. Literalmente imposible de leer. Ni el título. La mayor información que me había dado era lo que me había dicho al principio. Que volvió al pueblo después de vivir aquí hace años.
-El lunes por la mañana hay que ir al ayuntamiento. - le dije para hacernos a la idea - Conforme deje a las niñas en el colegio vamos.
-Mis abogados vendrán conmigo, no te asustes. -me informó.
-No me asustan, simplemente me intimidan. Unos hombres tan mayores... No sé. - me encogí de hombros.
-Ellos llevan todos mis negocios, son como mi mano derecha, si no convencemos nosotros al alcalde, serán ellos. - se rio.
-¿Negocios? -volví a preguntar intentando indagar, no me rendía.
-¿Cuándo vas a parar?- me preguntó serio. Me asusté, tampoco quería que se molestase.
-¿Si te digo que nunca te enfadarás? -le pregunté con una sonrisa inocente.
-No me enfada. ¿Vas a contarme tú qué haces aún aquí encerrada? -preguntó.
-¿Encerrada? - tragué saliva nerviosa, no le había dicho ni si quiera que quería irme ¿Cómo había llegado a esa conclusión?
-Abi te he visto mirar la naturaleza, se nota que te encanta el mundo, lo miras como si fuese tu primera vez cuando estas aquí cada día. Estas encerrada en un pueblo cuando se nota a lo lejos que te encantaría descubrir que hay mas allá.
-Eso no es así. -respondí bastante incómoda. Yo no quiero ver más mundo, solo quiero irme de aquí para olvidarme de mi padre. Sí, me encanta la naturaleza, me encanta cuidar de ella, me encanta hacer rutas, pero también me encanta cocinar y no por eso estoy estudiando para ser chef. Yo solo quería salir de aquí por mi padre o eso pensaba.
-Y encima ni tú misma te das cuenta. Se te iluminan los ojos al ver más allá de este pueblo. Lo he visto, te he visto y te veo cada día desde que volví. Algo te retiene aquí, no sé que es y tampoco espero que me lo expliques, pero con conocerte un poco se nota que serías feliz viendo mundo, ayudando a los animales, llevando a tus hermanas a pasear, descubriendo cosas nuevas.
Sellé mi boca en una fina línea. Yo no quería esto. No quería que viera tanto de mí. No tengo tiempo para esto. En ese momento me arrepentí de lo que hacíamos y la culpa era mía por insistir en querer saber de él cuando yo tampoco quería darle información sobre mí. La culpa era mía por acercarme a alguien cuando tengo problemas mayores que esto. Ni si quiera sabía que quería, porque en el fondo estaba a gusto con él, me reía como hacía meses que no hacía, pero si yo no le dejaba entrar, porque tenía que obligarle a él que me dejase entrar. Estaba siendo hipócrita, lo sé.
-Tienes razón, Tyler, me he pasado. - después de eso llamé a las niñas y me marché.
Escuché como me llamaba pero no me detuve. Jass nos siguió hasta cierto punto del camino hasta que se volvió con él. La ilusión del momento me había sacado de mis prioridades. Lo último que quería era abrirme a alguien y que me volvieran a hacer daño. Ya tenía a alguien que me hacía daño a diario, no necesitaba más. La cosa era que yo no le había contado absolutamente nada de mi vida, no entendía como podía haberse dado cuenta de las cosas.
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Entre sueños y pesadillas
RomanceAbigail Jensen siempre se ha sentido atrapada como en una jaula. El maltrato constante de su padre hizo que dejara de brillar. Solo brilla cuando la ves cocinando o hablando del mundo, del rio de su pequeño pueblo. Eso hace que Tyler Smith llegue a...