Tyler llegó una hora después. Mis remordimientos empezaban a aflorar pero me resistí a ellos. Me negaba a sentirme mal por lo que pudiera pasarle a mi padre cuando él día tras día me hacía daño. Tyler estaba sentado a mi lado en la mesa, en mi lugar favorito. Era también suyo, puesto que nos pasabamos los días allí.
Le miré, intentando averiguar que había ocurrido. Tenia miedo, no quería saber que podría haberle hecho pero en el fondo queria que mi padre sintiera lo que nosotras.
-No ha pasado nada- me miró riendo.
-¿Que?
-Respira, Abi - cogió mi mano - no le he hecho nada.
-¿No? - sentí alivio, era una idiota.
¿Por que tenía que importarme tanto los demás?
-No - beso mi nariz - sabía que en el fondo no querías eso, no te gusta. Por eso solo he mandado a unos amigos a que lo amenacen.
Abrí los ojos como platos.
-¿Que amigos?
-Simples compañeros de trabajo, tranquila. Todo está bien.
-Tyler - susurre.
-Mírame - cogió mi cara con ambas manos - te dije que nunca más volvería a hacerte daño y voy a cumplirlo.
-Diles que no lo hagan.
-No - dijo demasiado serio de golpe - debe aprender de una vez que no eres su juguete.
-Tyler no quiero ser igual que él - eso salió desde lo más hondo de mi corazón - y siento que si dejo que le hagáis algo por mi, seré igual o peor que él.
-No eres como él.
Su mirada se volvió oscura. Agarro con fuerza mi rostro, acercándome a él. Estabamos a centímetros y mi cuerpo seguía reaccionando como el primer día. Una lágrima rodó por mi mejilla.
-Por favor - le rogué.
-Abi tú no eres él - volvió a repetir - tú eres brillante, desprendes luz en cada poro de tu piel, él lo apaga y tu no haces eso en las personas. Tú las llenas de brillo, no las apagas. Conmigo lo has hecho.
-Es que..
-No, por favor créeme.
No podía, no cuando estaba tan sumida en la oscuridad de mi padre.
Beso mi nariz, después mi frente y más tarde mis labios con tanta delicadeza que me estremeci.
-¿Como no puedes ver lo que haces en mi? ¿Como no ves lo que haces en las personas?
No se si lo decía para si mismo o para mi, puesto que cerró los ojos apoyando su frente en la mía.
No hago nada, solo les traigo problemas. Por eso evito a la gente. Podría contar con los dedos de una mano a la gente que considero de verdad que están para mi. Uno de ellos es él.
-No haremos nada, esta vez.
-Gracias.
-Pero no te vas a separar de mi ni un segundo y como te toque con un solo dedo, le corto el brazo entero.
Puse mala cara al escucharlo tan agresivo, aunque seguía sintiéndome protegida a su lado. A pesar de esas palabras que tan poco me gustaban.
Me besó de nuevo y me dejé. Sus labios eran mi refugio, él era mi hogar. Solamente hacía un mes que estabamos así pero parecía que nos conociesemos de toda la vida. Teníamos nuestras diferencias y aún así nos compenetrabamos. Eramos uno.
-¿Que vamos a hacer para la navidad? - preguntó cambiando de tema.
-Ni si quiera sé donde voy a estar mañana - respondí con sarcasmo.
-En mi casa.
-Eres idiota - reí.
-¿Prefieres en mi cama? - bromeó.
-Siempre lo prefiero - le seguí.
Él me miró haciendose el sorprendido. Sabía de sobra que quería estar con él, solo le gustaba estar haciendo bromas todo el día.
La otra noche me pelee con él en la cama por que decidió que no me daba el mando de la televisión si no le daba un beso. Estuvo media hora diciendome "quiero mi beso". Si, ese chico que por la calle aparentaba ser serio, en el interior de la suite era un gato buscando cariño. Me encantaba, no iba a mentir.
-El miercoles es noche buena - comentó de pronto, pillandome totalmente desprevenida.
Había pensado en ese día, claramente. No tenía ni idea de que quería hacer él. No sabía si querría irse con su familia, nunca comenta nada de ellos, ni si quiera sé si habla con ellos a dia de hoy. Si me dice que se irá, lo aceptaré, me iré con Shasa, no era la primera vez que me pasaba.
Le miré, instandole a que continuara. Parecía que él esperaba lo mismo por mi parte.
-No tengo ningún plan - mire sus ojos color café intenso - tampoco me importa mucho, es más que nada por ellas.
Sus ojos fueron en la misma dirección que los míos. Las pequeñas seguían jugando.
-Yo tampoco soy de celebrar estas fiestas - comenta él - hace mucho tiempo que no me junto con la familia.
-¿No te hablas con ellos?
-No desde que murió mi abuela.
Le miré empatica, hablar de su abuela le dolía, se le notaba desde lejos. Por lo que no insistí a que hablara. Esperé paciente a que él lo hiciera si le apetecía.
-Ya sabes la historia.
Asentí.
-Mi madre intentó hacer lo mismo que mi abuela, queria que dejara de trabajar y de meterme en este mundo - suspiró - por lo que le dije que no los metería en esto. No quería perder a nadie más.
-Lo siento.
No sabía que más decirle. Aún no sabía que demonios era su trabajo, salvo que gran parte de ello era violento. Aunque él siempre llegaba a la suite de una pieza.
-Bueno, hagamos algo juntos, en la suite. - propuso.
-Si, cocinaré yo - era una afirmación, ni de lejos iba a dejar que cocinaran ellos o que contratara a alguien, lo vi en su mirada.
-Te pasas los dias cocinando, deja que un día de fiesta te cocine alguien.
-Me gusta la cocina, no me importa estar cocinando. Para mi es como vestirme o peinarme el pelo. Me desestresa y es parte de mi rutina diaria. Si dejase de hacerlo me sentiría vacía por completo.
Me miró con una sonrisa de oreja a oreja. Cogió mi mano y la acarició.
-Año nuevo lo pasaremos juntos también - confirmó - será, año nuevo y vida nueva.
Eso estaba claro, por que al pasar el año mi vida no sería la misma. Esperaba haberme marchado del pueblo para empezar.
Asentí, contenta. Al pasar año nuevo, le preguntaría si quería venirse conmigo. Acabaríamos la cabaña desde la distancia si hace falta pero lo haría. No lo alargaria más.
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Entre sueños y pesadillas
RomanceAbigail Jensen siempre se ha sentido atrapada como en una jaula. El maltrato constante de su padre hizo que dejara de brillar. Solo brilla cuando la ves cocinando o hablando del mundo, del rio de su pequeño pueblo. Eso hace que Tyler Smith llegue a...