Con Una Mirada Bastaba

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Llegamos a casa a una velocidad de vértigo. Llamé a mi padre por el camino lo menos diez veces. Claramente no me lo cogió. Por que para amenazarme durante días por mensajes si pero para cogerme una maldita llamada no.

-Abi. - Tyler cogió mi brazo para frenarme - deja que suba yo.

-No - me solté con rabia, no por él, si no por que mi padre no fuese capaz de ser persona. - esta no es tu guerra.

-Estoy contigo, por lo tanto si que lo es.

-Tyler si tan solo me ve con un chico, va a liarla más.

-La última vez que estuviste aquí llegaste a la suite con la cabeza abierta.

No se me olvidaba, había pasado casi una semana pero seguía doliendome.

-Hazme caso por una vez. - me pidió.

No podía, no quería meterle en esto. Ya le había metido suficiente.

-¡No! - escuché el grito de Lana a través de la puerta.

Fui a dar un paso al frente pero Tyler me frenó de nuevo.

-No voy a permitir que te haga daño de nuevo, Abi. - noté la tensión en su voz.

-¿No te importan las niñas? - le pregunté dolida. No debíamos estar discutiendo esto, debiamos estar protegiendolas.

-Me importan, por eso voy a subir yo y las bajaré.

-Tyler no te conoce, no te las dará.

-Confía en mi. - vuelve a pedirme como hace días.

-Soy lo único que tienen ahora mismo. - las lágrimas empezaban a empañarme la vista.

-Por eso no puedo permitir que te pase nada. - se acercó a mi, poniendo sus manos alrededor de mi cara.

-Sube primero - dije viendo el alivio en su mirada - pero yo iré detrás.

-Que cabezota eres - besó mi nariz.

En el fondo sabia que no cederia, con esto no. Eran mis hermanas, eran mi vida. Aunque agradecía tener un respaldo a la hora de discutir con mi padre, no podía dejar a mis hermanas solas.

Subimos las escaleras, Tyler por delante mía. Cruzamos la puerta hacia el comedor, viendo como Lana lloraba sentada en el sofá con la mano en la mejilla.

-Abi - Penni intentó acercarse pero mi padre la cogió del brazo y la empujo al sofá, tan fuerte que se escuchó el golpe.

Sin pensarlo dos veces, me adelanté a Tyler que lo miraba con furia. Mi padre aún no se había girado a vernos, cuando lo hizo vi en su mirada algo que no entendía. ¿Miedo? ¿Desconfianza? No llegaba a saber que era. Lo curioso es que no me miraba a mi, miraba a Tyler. Ese que sus ojos se habían oscurecido de nuevo por la rabia. Apretaba la mandibula y los puños como nunca le habia visto. No me generó ansiedad como en el bar. Si no que me transmitió confianza. Me gustaba saber que lucharía con garras y dientes para enfrentarse a mi padre. No le detendría si le empujaba por el balcón. Sonaba violento viniendo de mi pero hablamos de mi padre, hacia años que había hecho que le cogiera odio.

-¿Por que te las has llevado? - le pregunté acercándome un poco.

Tyler seguia mis pasos. Sin quitar ni un segundo la mirada.

-Te recuerdo que son mis hijas, hago lo que quiera con ellas. 

Ese día no se levantó a desafiarme como de normal hacia. Sabia por su voz que no estaba contento. Aun asi, no lo veía tan valiente como de costumbre.

-Niñas, nos vamos. - les dije acercándome. Lo último que iba a hacer era contestarle a sus comentarios estúpidos. No eran sus hijas, no hacía de padre. No se merecía ese papel.

En ese momento mi padre si que se levantó. Dando un paso hacia a mi. Pero un cuerpo ancho, de metro ochenta se interpuso en su camino. Entre mi padre y yo quedó Tyler. Con la cabeza tan alta que mi padre tuvo que alzar un poco la suya. Vi sus músculos a traves de la sudadera, tensos.

Volví a ver esa mirada por parte de mi padre, esta vez si que se podía apreciar, era miedo. Se echó hacia atrás, llegando a su silla de ordenador.

-Siéntate - siseo Tyler furioso.

Mi padre le hizo caso al instante. Me sorprendía el hecho de que dejara que un completo desconocido hiciera lo que quisiera con él. Efectivamente no abrí la boca y agradecí al cielo que Tyler estubiera alli.

-Vamos enanas. - Tyler le ofreció la mano sin apartar la vista de mi progenitor. - que sea la última vez, no te aviso más.

La amenaza bastó para que mi padre no moviera el culo de su silla en el transcurso que salíamos nosotros por la puerta.

No abrió la boca. No levantó la mano. Ni amenazó.

Al llegar abajo, estaba eufórica, no entendía nada pero estaba tan contenta de que no hubiese pasado nada que me daba igual.

-No entiendo como lo has hecho, pero has conseguido que se cague vivo - me lancé a sus brazos llevandome un beso por el camino.

-Solo hay que ponerle las cartas sobre la mesa. - escuché su risa irónica.

Después, abracé a las pequeñas. Les di a cada una un beso en la mejilla. Hicimos camino a la suite en lo que me explicaban lo que pasó.

-Llegó al colegio tranquilo. - explicaba Penni.

-Tiene que disimular.

-Lo peor fue al llegar a casa, no se sentaba Abi, no estaba quieto. - seguía explicando. - empezaba a decir cosas al azar sobre dinero, sobre una deuda.

-¿una deuda? - la miré frunciendo el ceño.

-No entendía bien lo que quería decir, pero algo así dijo.

Si con deuda se refería al dinero que le debía, no era como tal una deuda. Me obligaba a darselo por que quería.

-De golpe estaba más enfadado - agitaba las manos nerviosa - empezó a decir que a partir de hoy le hariamos caso, ya que las amenazas no servían, haría cosas peores.

Cerré los ojos cuando vi como Ty frenaba en seco al escucharla. Lo último que quería es que él supiera de las amenazas.

-¿Te está amenazando? - su voz seria hizo que me girara a él lentamente.

-Esta exagerando - le reste importancia.

-Abigail. - me puse recta al escuchar mi nombre completo en sus labios.

-Me ha enviado un par de mensajes, nada del otro mundo.

-Dame el móvil.

-¿Que?

-Que me des el móvil. - volvió a ordenar.

-¿Para que?

-Por que quiero ver cuanto es para ti que tu padre exagere.

No quería darselo, no por la cantidad de mensajes, si no por la clase de amenazas que hacía. Si yo le ignoraba, Tyler debía hacer lo mismo, aunque sabía que no sería así.

-Esta bien. - me rendí - me abrá enviado unos cuatro mensajes.

-Cuatro - se le veia bastante molesto. - ¿Estas permitiendo que te amenace?

-Si le contesto se cabreara más - intenté explicarle.

-Dame el móvil - volvió a ordenar.

-Tyler déjalo, no le hago caso, no se lo hagas tu tampoco.

-Se le acabó la tontería de jugar contigo y tratarte como un trapo, Abi.

Me encantaba sentir que lo tenía para protegerme, de verdad. Pero no iba a darle mi teléfono y empeorar las cosas. Me acerqué a él, intentando calmarle.

-Has dicho que estamos juntos, dos veces - le sonreí contenta al recordarlo - sé que no dejarás que me pase nada.

Besé su mejilla. Después le abracé por el pecho, apoyando mi cabeza ahí.

-Antes de que vuelva a tocarte le hago cosas que no querrías saber por que si no, no estaras tan contenta de estar conmigo.

Escuché su risa en lo alto de mi cabeza. Supe que estaba más tranquilo al notar un beso en mi frente.

Entre sueños y pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora