¿Firmará?

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Al día siguiente, me puse el mejor traje que tenía. Una falda negra de vestir, conjuntado con una camisa fina blanca. Se hacía un lazo a la altura del escote. Encima, me puse una americana negra. De zapatos, me puse unos sin tacón, por que no quería darme un guantazo en mitad del despacho. Quería parecer formal por una vez en la vida.

Cuando llegué al ayuntamiento después de dejar a las enanas en el colegio se me hizo la boca agua al ver a Tyler. Iba con un traje azul oscuro, con corbata incluida. Llevaba la chaqueta abrochada, era ajustada, a medida a su cuerpo alto. Se notaba la pirámide invertida de su espalda. Estaba increíble. Ideal para impresionar al alcalde con sus dos abogados detrás. Parecían guardaespaldas más que abogados. Iban con un maletín cada uno, con los papeles de la cabaña dentro. 

-Venga Lisa, a por todas.- dijo sonriente al verme llegar, dándome el mismo repaso de arriba a abajo que le había dado yo.

-A por todas. - me reí nerviosa.

Al llegar al despacho, igual que la última vez, estaba el alcalde sentado en su silla, detrás de su escritorio. Pero no nos quedamos ahí. Nos guio a una sala más grande, donde había una gran pantalla blanca, una mesa alargada y cinco sillas. Nos sentamos todos menos Tyler. Él era el que hablaría como habíamos pactado, yo solo sería un mueble más. Nos colocamos en forma de que yo quedaba frente a Tyler, el Alcalde presidía la mesa al fondo y los abogados al otro lado. Sacando los papeles del contrato. 

Colocó el ordenador que uno de los abogados llevaba y lo enchufó a la pantalla grande haciendo que esta se encendiera. Se desabrochó la americana serio, como siempre que lo había visto reunido salvo cuando me miraba a mi. Empezó a hablar en el mismo momento en que los planos de los arquitectos salieron en la pantalla. 

-Como ya hablamos, el edificio lo único que trae al rio es gente que lo destroza, con esto no pasará - cambia la foto- tenemos pensado poner vigilancia las 24 horas para controlar que nadie destroce nada. Programaremos rutas por la zona para los turistas. 

Siguió explicando el plan, pero yo solo podía pensar en lo asombroso que se veía. Serio, concentrado, explicando con unas palabras que en mi vida yo podría recitar. Debía de dedicarse a algo que tuviesen que reunirse a diario, convencer a alguien se le estaba dando de miedo. Me quedé admirándolo. Se movía de lado a lado, dando argumentos, testimonios del arquitecto y arquitecta, informando que tendríamos a profesionales. Los abogados simplemente asentían con la cabeza. Hasta que les tocó a ellos comenzar a hablar. En ese momento me fui a por cafés como si fuese una secretaria, por que empezaron a hablar de clausulas y leyes que yo no entendía por lo que era inútil quedarme. La maquina de al lado no iba, a si que bajé al bar de abajo a pedirlos. Tardaron tanto en servirme que para cuando subí estaban todos de pie.

-¿Entonces?- preguntó Tyler.

Llegué justo a tiempo. El alcalde me miró con una cara que no supe como descifrar. De repente la tensión entre ellos se podía cortar con un cuchillo. Me entró el pánico al pensar que no firmaría.

-Mañana por la mañana parará la obra del edificio y firmaremos el contrato.-dijo entonces haciendo que yo soltara el aire que tenía retenido. 

-Nos encontraremos mañana entonces para la firma del contrato. -dijo un abogado.

Comencé a dar saltitos con los cafés en la mano. Seguía sintiendo esa tensión, pero me daba igual. Iba a firmar. Tyler había conseguido en tres días lo que yo en un año no pude. Íbamos a empezar con la cabaña mañana mismo. Sin importarme nada, cuando Tyler se acercó a mi con una sonrisa, lo abracé. Me daban igual los formalismos, los cafés, que estuviésemos en una reunión o que el alcalde estuviese viendo, incluso sus abogados intimidantes. Le abrace con fuerza y él me lo devolvió como hacía tres días no había hecho. 

Entre sueños y pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora