Me sentía a salvo.

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Volvía a dolerme la cabeza. No sabía si era por la herida o por que no había dejado de pensar que podía hacer a partir de ese día. Estaba con Tyler y se me olvidaban todas las preocupaciones pero cuando llegué al trabajo empecé a darme cuenta. ¿Que iba a hacer? ¿Quedarme con Tyler? Esto no era para siempre. Lo nuestro de momento solo era placer, nos gustabamos. Mas allá de eso cada uno tenía sus prioridades. Yo mis hermanas. Él no lo sabía.

Seguía manteniendo mis planes de irme. Por mucho que Tyler me gustara, no iba a frenarme en esa decisión. Era lo único en mi vida que tenía claro. Él seguro que también tenía otras cosas. Ni si quiera sabia si se quedaría en el pueblo para siempre. A lo mejor él también acababa yendose.

El tema era que me había abierto a él, le conté una pequeña parte de la historia. Pero él seguía sin contarme nada. Solo parte de su historia en el restaurante de la colina con su familia. Era la única parte de Tyler que sabía.

Por un momento me arrepentí de todo lo que estaba ocurriendo entre nosotros. Sin embargo, me repetí que por una vez, por unos días, me lo merecía. Merecía la tranquilidad que me generaba Tyler aunque no supiese casi nada de él. Merecía sentirme valorada, sentirme feliz de llegar a casa.

Asi me encontraba en ese momento. Entraba por la puerta de la suite, con una sonrisa que ni yo misma me creía. Estaba pletórica.

-¿Que tal la noche? - preguntó Tyler desde la cocina.

Fui hacia allí para sentarme en una de las sillas de la cocina. Él ponía el lavabajillas pero dejó de hacerlo al acercarme y me dio un beso en la mejilla. A veces podía ser tan tierno y otras veces podía ser tan intenso. Me encantaba cada parte suya que me mostraba.

-Bien, como siempre. - suspiré - ¿Que tal las pequeñas?

-Hemos estado viendo películas mientras comíamos palomitas. Ahora estarán durmiendo, hace rato que se han ido a la cama.

-¿Te han molestado mucho? - le pregunté, insegura. Deseaba que dijera que no pero si decía que si lo entendería perfectamente.

-¿Cuantas veces tengo que repetirtelo? - cerró el lavabajillas y se acercó a mi. - se han portado genial, son unas niñas estupendas. No me molestais.

Me giro el taburete y se colocó entre mis piernas. Me acarició la cara, de esa manera que sólo él sabía. Metiendo por el camino los pelos rebeldes que se me habían escapado de la cola de caballo.

-Hemos visto la pelicula de Spiderman - sonrió mirándome - luego la de los minions y muchas más.

-No te habria imaginado nunca viendo a los minions. - sonreí yo también, encantada por las caricias.

-Te sorprenderías.

Bajó sus caricias hasta mi cuello, después al hombro y volvió a subir el mismo camino. Un escalofrío me vino desde lo más profundo.

-Si algún dia no quieres o no puedes estar con ellas, dimelo, se las llevaré a Shasa. - cerré los ojos. No podía apartarme esa inseguridad de que fuesemos un obstáculo para él.

-Deja ya de preocuparte. - susurró pasando las caricias a mi nuca desnuda.

Apoyé la cabeza en su pecho, no quería que parara. Aproveche para acercarlo más a mi y abrazarlo. Él metió la mano por debajo de mi camiseta para acariciarme mejor. Era un hombre de caricias, estaba comprobado. No le importaba que yo no hiciera nada, disfrutaba tocándome.

Al cabo de unos minutos de caricias, levanté la cabeza y le di un pequeño beso en los labios. Que a él le pareció poco y quiso profundizar más. Le dejé, tenía tantas ganas como él o incluso mas. Cuando casi sentía que me iba a morir asfixiada por sus besos le frené, a regañadientes. Aunque estaría encantada de morir entre sus labios.

Entre sueños y pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora