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— ¿Aún sigues con mi ropa? — Asentí sonriente. —Parece que te gusta llevarla.

— Me encanta, tiene tu olor. Es muy cómoda.— Dije girando mi cabeza para mirarlo.

Ibamos por la calle sin rumbo, cogidos de la mano, ignorando la multitud.

— ¿A dónde vamos? — Me atreví a preguntar.

— No lo sé, la verdad.— Dijo riendo, eso ocasionó que contagiase mi risa. — ¿Vamos a la playa?

— Hyunjin, es mayo.— Fruncí el ceño.

— ¿Y qué? Casi entramos en junio. Da igual la fecha, vayamos.— Me encogí de hombros y asentí.

— Me parece bien.

Andamos un par de cuadras hasta la playa. Agradeciamos que estuviese al lado de la ciudad y a unos 10 minutos de nuestras casas.

Nos quitamos nuestros zapatos y calcetines, la arena quemaba pero era soportable. La brisa chocaba contra mi cara, una sensación de placer, de libertad.

Fuimos hasta la orilla, admirando el día que hacía. El sol amenazaba con esconderse, pronto sería el atardecer, sonreí por eso.

Estaba tan embobado mirando el sol que no me di cuenta cuando Hyunjin se remango los pantalones y entró al mar. Empezó a salpicarme, ocasionando que mi ropa se mojase.

— ¡Hyunjin! — Dije enfadado, todo era por juego. Me remangué mis pantalones y corrí por él. El agua salpicaba con cada paso que dábamos, pero no nos importaba mucho.

En un tropiezo caímos juntos a la arena. Nuestra ropa estaba mojada y ahora manchada por arena mojada. Hice un puchero por eso.

Aún así partimos en risa y nos revolcamos por la arena. Sí, manchándonos más de lo que ya estabamos.

— Vamos a acabar siendo hombres de arena.— Comentó el castaño, volví a reir.

— Por tu culpa, yo no fui el que empezó.

— ¿Ahora es mi culpa?

— Sí.— Hizo pucheros. — Bueno, a lo mejor yo también tengo un poco de culpa.

Rió y me atrapó en sus brazos, besando mis mejillas y labios.

— Te amo.

— Yo también, Hyunjin.

— Pero yo siempre lo haré más.

— No empieces con eso, Jinnie.

— Si empiezo, yo te amo más.

— No, lo hago yo.

— Sueñas.

— Soy realista.

— Ser realista es aceptar que tu novio te ama más.

— Ser realista es aceptar que yo siempre te amaré más.

— Eso es ser soñador.

— Tu también lo eres.

— ¿Que debería decir ahora? ¿O hacer?

— Tal vez besarme.

— Tengo los labios llenos de arena.

— No me importa.

Reímos y me besó. Sí, era verdad. Teníamos arena en los labios y más que compartir saliva, compartiamos arena. Era un asco si lo pensabas, pero nos gustaba. Más bien, nos daba igual.

— Eso fue...

— ¿Un poco asqueroso? ¿Te has parado a pensar a que sabe la arena?

— No sé, ¿a sal?

Flechados | Hyunlix ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora