Capítulo 18

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Todo en Jeju volvía a su cauce, y de nuevo la armonía reinaba en Sananda. El Huracán fue considerado un bluf y una gran falla de las estaciones meteorológicas.

Pero las Kim sabían que era su responsabilidad. Que ellas lo habían solucionado y rogaba porque no hubieran hechos similares en el futuro próximo. Aunque Minyeong temía que lo peor aún estaba por venir.

Del grupo Merwyn nunca más se supo. Fue como si se los hubiera engullido el Mar. Y, secretamente, así había sido. La presidenta Cha estaba al tanto de todo, y tampoco pidió más explicaciones. Las Kim cuidaban de la isla. Ergo, ella cuidaría de ellas.
Sentados alrededor de la tele, con un buen bol de palomitas, papas fritas, aceitunas, vinos y bebidas de todo tipo, las Kim al completo, con Lisa, Chiquita y Bambam de invitados, veían el partido de apertura del Abierto de Corea. Un torneo previo a los olímpicos en el que se había inscrito Rosé, para no perder el ritmo de la competencia.

La rubia se movía con gracia por la cancha, deslizándose con agilidad para devolver cada pelota con potencia y precisión. Sus golpes eran un espectáculo de destreza y habilidad, ganándose el respeto y la admiración de la multitud.

Punto tras punto, juego tras juego, Rosé se mantenía firme en su objetivo, dejando todo en la cancha con cada movimiento. Con cada golpe, se acercaba más a la victoria que tanto anhelaba.

Finalmente, el momento culminante llegó. Con un último golpe certero, Rosé selló su victoria y todos lo habían celebrado con alegría.

Al finalizar el partido, habían querido entrevistar a Rosé y hacerle unas preguntas personales y después de contestar las típicas sobre el partido llegó la pregunta clave:

—¿A quién le dedica «El huracán» los puntos?

Rosé sonrió, miró a cámara, toda sudada, como una experta que controlase su entorno y tirando su larga melena hacia atrás con gesto coqueto, contestó:

—Se lo dedico a muchas personas. A mi madre, que ya no está. A mi hermana que nunca me dio por perdida. A mi familia de Jeju, que seguramente está sentada en una casa mágica viendo el partido, y a mi padre, que hoy, por primera vez, está en la grada viéndome jugar —había tantísima sinceridad y verdad en sus ojos, que traspasaba la pantalla—. Pero sobre todo, sobre todo —dejó claro—. Se lo dedico al amor de mi vida.

—Oooohh —exclamaron Jennie, Minyeong y Haesook—. Qué bonito.

—Bien dicho, rubia —Lisa brindó alzando su cerveza.

—¿Al amor de tu vida? ¿Estás saliendo con alguien? —repitió una de las periodistas anonadada y la tenista asintió segura.

—Se lo dedico a mi Chu, que está con mi padre en la grada —sonrió como una niña enamorada y guiño un ojo a la cámara—. Se lo dedico por devolverme el polvo de hada y enseñarme a volar.

La periodista sonreía mirándola como si estuviera loca. Una loca buenísima en el campo. Así que daba igual sus excentricidades.

Jennie extendió la mano hacia Taeri.

—Ok. Dame lo que me debes. Veinte mil wons. Te dije que no tardaría nada en decirlo.

Taeri puso los ojos en blanco y se levantó del sofá, después de ponerle dos billetes de diez mil en la palma de la mano.

—Al final, valía la pena. Hicimos bien en tener fe en ella.

Ambas hermanas se sonrieron cómplices y su madre solo puso los ojos en blanco.

—Niñas. Ya saben lo que pienso de las apuestas en esta casa.

—Ay mamá, como si no supiéramos qué tu apostaste con la abuela para saber cuanto se tardaría Lisa en subir por el balcón de mi hermana.

BRUJAS DE SAL | PARTE 2 | CHAESOO & JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora