No podía cerrar las piernas. Era incapaz. Las tenía agarrotadas, abiertas en la misma posición en la que Rosé la había tenido durante más de dos horas. Dos horas de intenso y maquiavélico juego de poder en el que ella solo podía recibir el placer de sus estocadas y encadenar hasta tres orgasmos seguidos que la dejaron hecha una gelatina.
—Eres insaciable… —dijo Jisoo en medio de un suspiro, desmadejada sobre la cama. Rosé tumbada a su lado se echó a reír.—N-no puedo cerrar las piernas. En serio.
La rubia se colocó de lado y apoyó el codo en la almohada, para, con la otra mano, deslizársela sobre el sexo.
—yo sé que te encantó —dijo con aire satisfecho.
La castaña a duras penas pudo gemir, y más difícil todavía fue torcer la cabeza en su dirección.
—Qué autocomplacida estás… —la acusó y
Rosé sonrió abiertamente y encogió un hombro.—Soy un huracán, lo sabes—dijo bromeando. La sábana se deslizó por su pecho mostrando sus senos sonrosados y con un par de marcas de la boca de la castaña.
Jisoo se quedó mirándola, recorriendo la sin pudor para luego quedar sumergida en ese mar que tenía por ojos, mientras su corazón se desplegaba en su pecho y se abría al amor.
Estaba enamorada de ella. Inflexible, innegable y perdidamente enamorada.
Su cuerpo sudoroso, su abdomen marcado, sus poderosas piernas, y aquellos ojos mezcla de niña traviesa y tierna a la vez... Madre mía. Su agaporni era la cosa más hermosa del mundo.
¿Cómo iba a mirarla a partir de ahora sin desearla? Sin pensar en todo lo que habían hecho. Y más después de probar las mieles de su cuerpo y la destreza de su boca. Sabía que iba a fracasar. Lo sabía, pero haría lo posible por darle espacio y que fuera la rubia quién viniera a ella y quien se diera cuenta de lo mucho que se necesitaban la una a la otra.
Tenía que aprender a llevarla. Taeri lo sabría hacer perfectamente. Jennie, con lo inteligente que era, posiblemente también podría sobrellevarla. Pero ella… tenía serias dudas al respecto.
Fuera como fuese no se iba a rendir. Porque esa mujer era esquiva y especial, pero no imposible.
En un acto de impulsividad la agarró de la cara y la atrajo hasta sus labios. Rosé le dio un beso gustosa y feliz, y ella se permitió cerrar los ojos y soñar.
Soñar con que podían estar juntas siempre.
—Dime —Rosé interrumpió el beso—, de toda esa comida japonesa que tienes, ¿hay algo para mí?
Ella pasó la mano por su barbilla, acariciándola y asintió:
—Por supuesto. Pedí menú para dos. Pero hay que calentarla en el microondas. Porque ya debe estar fría.
La rubia la miró extrañada.
—Si no sabías que iba a venir. ¿Por qué pediste para dos?
Ella se encogió de hombros.
—T-tenía la intuición de que no harías como si lo de ayer nunca hubiera pasado. No eres tan insensible.
Rosie la miraba como si fuera un bicho raro.
—oook… ¿Y dónde compraste esa camiseta con mi apodo?
—En el centro.
—¿Ni siquiera es auténtica? —preguntó ofendida.
—No. No pienso gastarme cien libras en una camiseta de fan —la picó. De hecho sí lo haría. Solo que no había encontrado una de su talla—. No sabía que en el barrio chino vendían falsificaciones.
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BRUJAS DE SAL | PARTE 2 | CHAESOO & JENLISA
FanfictionJisoo Kim siempre tuvo un don muy especial y también una cruz que ha sabido llevar con dignidad durante mucho tiempo. Sin embargo, lo que todavía padece y le sigue doliendo, es saber que, a pesar de que continúa en su isla, viviendo de su música, si...