Capítulo 2

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Jisoo estaba intranquila. La tirada de las cartas de su abuela la había dejado con un poso de angustia extraño en el centro del pecho. O puede que todo eso fuera el efecto
Que producía saber que Rosé estaba en la isla.

Como fuera, tenía que organizar una cena, mantenerse ocupada para no pensar. Y tenía una larga lista de cosas por hacer. Debía ir al estudio, grabar los dos temas para distintas maquetas pendientes y comprar todo lo necesario.

Así que, después de desayunar, cogió su mochilita gris de Dior donde siempre guardaba su libretita por si le venía la inspiración, y se dirigió hasta su Gordini Cabrio de color naranja chillón, herencia de su padre, que a su vez los había heredado de sus padres.

Quitó una brizna de pino del cristal delantero y abrió la puerta del piloto. Justo cuando iba a meter el pie en el coche, sus dos hermanas bajaron las escaleras del porche, deprisa y corriendo. La mirada que traían era la típica que ponían cuando querían hacer algún tipo de intervención intensa.

Jisoo arqueó una de sus cejas castañas y se mordió el interior de la mejilla de manera recelosa. Ambas iban vestidas de sport, con pantalones muy cortos y camisetas holgadas. La de Taeri era una Adidas de tirantes de color negra. Y llevaba en la cabeza un sombrero de paja estilo gánster para protegerla del sol, pues era la más blanca de las tres y el sol oscurecía sus pecas faciales, cosa que a todos les parecía adorable excepto a ella. De hecho, ese sombrero era de Jisoo. Y era el que se había puesto para la fiesta en Lío.

A Taeri le encantaba robarle accesorios de todo tipo y apropiárselos. Seguramente, ya no volvería a ponérselo porque una vez lo tomaba Taeri ya no le pertenecía.

Jennie llevaba una camiseta de tirantes muy finos amarillo chillón, y unas Ibi negras en los pies. Nada iba a juego con el espléndido chupetón del cuello. Pero ¿acaso importaba?

Sonreían de oreja a oreja, como dos maravillosas inquisidoras que quisieran atraer a la bruja a su terreno.

—Ay, Dios… —murmuró Jisoo en voz baja, manteniendo la puerta abierta—. ¿Qué quieren ahora?

—¿Nosotras? —dijo Taeri inocentemente—. Nada. Solo pasar tiempo las tres juntas, como buenas trillizas. Hacía años que no coincidíamos las tres. Y yo tengo varios días de vacaciones hasta que se solucione el tema de los incendios en Inglaterra. Podemos recuperar todo el tiempo perdido. ¿Qué me dices?

—No te creo del todo… —contestó Jisoo.

—¿A dónde vas? —quiso saber Jennie, ubicándose en la puerta del copiloto.

—Voy a comprar a Es Tap Nou. Necesito frutas y aguacates para la cena. Y tengo que ir al estudio a grabar un par de canciones…

Jennie miró a su hermana Taeri, que ya abría la puerta trasera del coche.

—¿Qué te parece, Tae? —le preguntó.

Taeri se encogió de hombros y asintió.

—Como si nos vamos a buscar caracoles, querida. Vámonos.

Jisoo exhaló el aire por la boca. Les daba igual donde fuera o si tenía o no que trabajar. Si ya estaban planeando algo serian implacables.

—¿En serio? —dijo Jisoo incrédula—. ¿Y no sería mejor mañana o pasado? Es que tengo mucho que…

—Mira, Chu, métete en el coche ahora mismo. Vamos a pasar el día juntas te guste o no —ordenó Jennie sentándose en el asiento de piel beige del copiloto—. Y vamos a comprarte un corrector de ojeras —señaló sus ojos cubiertos por sus gafas de Sol de Chrome Hearts—. Hay cosas que no sé de tu vida por culpa de mi exilio americano. Taeri no me las quiere contar, y quiero que me las cuentes tú.

BRUJAS DE SAL | PARTE 2 | CHAESOO & JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora