MENTIRAS LACERANTES. ( BORRADOR)[+18]

CAPÍTULO 25. Ansiedad constante

14 de agosto del 2024.

ALICIA.

Me levanto de golpe al sentir una mano en mi estómago, el dolor punzante en mi cabeza es horrible, abro los ojos y el dolor se intensifica, quito la mano que es de Hans, veo que estamos en el mismo lugar de ayer, solo que en el piso, hay un montón de gente tirada por doquier, me levanto y busco a Mía y Max.

Camino por encima de los cuerpos tirados que seguro están llenos de alcohol.

Me duele la cabeza asquerosamente.

—¡Alicia!—escucho la voz de Hans y me doy la vuelta para verlo pero ya esta a mi lado.

—Max y Mía no se donde están y necesito llegar a casa.

Digo cubriendo mis ojos que con la luz de la mañana me hacen doler la cabeza.

Busco mi teléfono y no hay, no lo tengo.

—¿Tienes tu celular?—Hans busca con la mirada a alguien y es al hombre que siempre está con él, le da el celular y me lo extiende lo tomó y llamó al número de Mía que me lo aprendí igual que el de Max.

—Hola, Mía donde estas—escucho que maldice y con su voz adormecida dice.

—No se, en la casa de algún desconocido.

Mierda no estaba aquí.
Cuelgo y maldigo y llamo a Max.
No me contesta, Hans me mira y se soba las sienes, seguro que le duele igual que yo.

—Yo te puedo llevar, tengo chófer.

Dice señalando al hombre que siempre está ahí.

Bueno no me queda de otra, no sé ni dónde estamos.

—Bueno, pero si quieres mis órganos te digo que mi abuela está mejor que yo de salud—era mentira pero era para ver su reacción.

—Tranquila aún no me meto en el tráfico de órganos, más después te llamaré— dice bromeando y nos encaminamos al auto y bueno es el típico auto en el cual están celebridades y eso.

—Acaso eres famoso—digo en marcando una ceja.

—¿Quién sabe?

Niego divertida y entró, doy la dirección de mi casa y llegamos allá casi en media hora, veo como Hans manda unos mensajes de texto con el ceño fruncido.

—Gracias, por traerme—digo y Hans me da un abrazo fuerte.

—De nada, espero tu invitación...—bajo del auto y me despido escucho que me llama y dice—tu secreto está seguro conmigo soy una tumba.

Y en ese preciso momento recuerdo que le conté todo, absolutamente todo sobre Edam y yo, mierda, mierda, mierda y más mierda, voy a refutar y el auto ya se había ido, me carcajeo por lo ingenua que resulto ser, ay y si le dice a las noticias.

—¡Maldito alcohol, como pude hacer..., joder!—digo enojada, ahora solo debo fiarme de que no me va a traicionar—como pude caer así de fácil, que vergüenza, es el peor error—hablo a la nada y gruñó, entrando y subiendo a mi apartamento, en este momento no necesito que nadie me este rompiendo mi paciencia, me baño y pongo ropa cómoda, y duermo toda la tarde, no como por la pereza, pasa la noche y despierto al día siguiente por el sonido de la puerta.

—¡Alicia!—gritaban y quién carajos viene a las seis de la mañana—¡Williams!

Me levanto de golpe y reconozco su voz, Edam, corro abrir la puerta y ahí está él.

—Alicia te llamé y no contestaste—me dice y dejó que pase pero él no entra—la cena de tu padre la cambiamos para hoy, era ayer pero me olvidé decirte—lo noto raro, y entro en cuenta que son las seis de la  mañana.