MENTIRAS LACERANTES. ( BORRADOR)[+18]

CAPÍTULO 40. ¡Sorpresa Alicia!

2 de octubre del 2024.

ALICIA.

Levanto y el maldito dolor de todo mi cuerpo me hace quejarme levemente, Edam no esta en la cama seguro fue al trabajo.

Comencé la universidad porque necesito hacer algo estoy aburrida y no sé que hacer.

Hoy es mi cumpleaños, un día muy divertido y esperado para mí.

—Mierda, imbécil, animal—digo para la nada maldiciendo a Edam por el maldito dolor de piernas, brazos de todo.

Con el dolor pasa el tiempo y nadie se a comedido en llamar y decir feliz cumpleaños Alicia, ni Edam, ni él.

Eso daño mi día no voy a mentir.

—Hola, preciosa, ¿Por qué llamas?

Respira Alicia.

—Soy tú esposa por si se te olvida—como mi cumpleaños pensé.

—Jamás me olvidaré que eres mi esposa.

Bueno ya dejemos lo dramáticas.

—¿Hoy no vamos a cenar?—digo a ver si se acuerda de mí cumpleaños.

—No, no tenemos nada especial—menudo idiota como que nada especial, es mi puto cumpleaños.

—Mmm, está bien —le digo enojada y cortante—solo eso ya te corto.

—No espera preciosa—mis esperanzas suben.

—¿Si?

—Hoy llegaré tarde.

Cuelgo y maldigo, que cree que soy su burla.

El timbre suena y yo miro las cámaras, la esperanza de que sea Edam baja cuando miro a un repartidor con un ramo de rosas blancas.

Abro la compuerta desde adentro de mi casa y veo como deja el regalo afuera y se va.

Salgo y tomo el regalo al fin alguien recordó mi cumpleaños.

—Seguro es Edam—sonrió como una idiota enamorada.

Está una carta, a medida que la leo va de mal en peor.

Creer que lo tienes todo cuando no es así, es la mierda.
Feliz cumpleaños ya pasó la luna de miel, solo danos un mes nada más.

Suelto las flores y caen al piso, se salen del trabajo muy bien elaborado.

—¡No, carajo, otra vez no!—grito  sin aire, estoy enojada y asustada, lágrimas salen de mis ojos y caigo al piso—odio esto.

Susurró y ya no puedo quién es.

Busco con mis manos temblorosas el número del detective.

—Me enviaron otra carta—digo calmando mis lágrimas—esta escrita a mano.

—Voy para allá.

Me cuelga y se que ya no puedo, recojo todas esas rosas y las voto, la carta la guardo para tenerla y darle al detective.

Impaciente estoy, mi pie se mueve de arriba a bajo.

Suena la puerta y abro rápidamente.

—¿Mamá?

—Mi hija vine a darte esto—extiende un regalo enorme, ella no lo habia olvidado.

—¿No lo olvidaste?

—Como lo voy hacer si eres mi única hija mujer.

—Te quiero mamá.

—Asi es Alicia.