MENTIRAS LACERANTES. ( BORRADOR)[+18]

CAPÍTULO 39. Cumpliendo los caprichos de la jefa

1 de octubre del 2024.

EDAM

Ya paso un mes, semanas que llegamos de Alemania, una semana que nos mudamos a la casa, semanas en las que Alicia me ignora.

Me parte el alma que haga eso, es distante y me hace dormir en otra habitación que no sea junto a ella, intento hablar con ella del problema pero no me deja hacerlo.

El año sabático que pensó dárselo lo borro de su lista y entró a la universidad, está siguiendo Administración de Empresa y Finanzas.

Se que le costó adaptarse, hubo días en los que casi llora del estrés pero nunca me pide ayuda, las únicas veces que la he ayudo es a través de Mía, Max o incluso Hans.

Mañana será su cumpleaños y está tan concentrada en odiarme que no hablamos ni para comer.

Ahora está enojada por otra cosa.

—¡Esas malditas rosas las voy a quemar menudo imbécil!—grita a través del teléfono que tengo en la oficina.

—Quémalas igual llegarán más y más, hasta que me perdones.

Ella suspira a través del teléfono y se que se le acaba la paciencia.

—¿Tantas rosas?, ¿¡Acaso no te das cuenta que no alcanzan en la maldita casa, mídete es una mansión enorme imbécil!? ¡Llevas un mes dándome rosas!

Lo se.

—Una rosa por cada vez que pienso en ti.

—Sueñas hasta conmigo, pasan de un millón de rosas, ¡Un millón escuchas!

—Es lo mínimo, te compro todo California para seguir llenándolas de rosas, amor...

—No me llames así, para ti soy Alicia.

Me jode llamarla así.

—Te pido perdón, dime qué quieres y te lo doy.

Ella queda en silencio y puedo jurar que ahora está riéndose malvadamente.

—Quiero un Ferrari 250 GTO—dice feliz y lo disimula—pero es imposible que lo consigas...

—Te lo daré—digo seguro, ella lo hace adrede—y hablaremos.

—Eso quiero ver, bonito—dice sarcástica pero que me vuelva a decir bonito es un avancé

—Ya veras, preciosa.

—No me lla...

Cuelgo ante de que me grite, llamo a mi secretaria y le pido el número de algunos contactos.

***

—Señor Hemsley, para alguien con tanto dinero es poco, pero es mucho.

—Solo son 159 millones de dólares.

Hablo y me da igual gastar en eso.

—Disculpe el atrevimiento pero... ¿Por qué lo compra?

—Caprichos de mi esposa—el señor ríe, estamos en llamada.

—Lo entiendo, el auto le llegará a las seis de la tarde en su casa.

Confirmo y terminamos de hablar, he gastado más así que eso es nada, se que Alicia no está tan enojada como en un inicio, ya lleva el collar que le compré otra vez en su lindo cuello que quiero besar.

Estoy ansioso por llegar a casa.

Son las cinco y media y saco, subo a mi auto y llego a la casa cerca de las seis, en ese momento llega el auto que le compre a Alicia, es un auto de admirar.