𝙽𝚘𝚌𝚑𝚎 𝙳𝚎 𝚅𝚎𝚛𝚊𝚗𝚘 ||Fʏᴏᴅᴏʀ Dᴏsᴛᴏʏᴇᴠsᴋɪ||

|Seven Stolen Kisses|

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•Siete besos robados•

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[Au Escolar y Au Cannon!]

•One: En el pasillo para entrar a la facultad de Psicología, iban agarrados de las manos. Como siempre en todos los días, Fyodor te acompañaba a la entrada de tu facultad pues le quedaba de paso antes de ir a la suya que es Filosofía, todo estaba tranquilo, no había mucha gente, por no decir nada; en el camino. Su manera de despedirse era sencilla a los ojos de los demás pero para ambos era muy significativa, te besaba cualquier parte del cuerpo a la que tuviera acceso, como frente, mejillas, las manos e incluso el cuello; pero nunca a los labios. Lo entendías, a ti tampoco te gustaba el afecto en público pero no podías evitar desear un beso en tu boca, como esos que se dan las demás parejas en un parque o donde sea. No pedías que fuera apasionado, con que te diera un poquito seria más que suficiente para alegrarte un poco más de lo común.

Cuando te estabas por despedir sucedio, así de inesperado y rápido: Te tomo con algo de fuerza la quijada, en un movimiento tosco de su parte posiblemente por la adrenalina; junto sus labios. Sencillo, no hizo nada más que un ligero movimiento de arriba abajo y los apartó. No supiste ni como reaccionar, sentiste el aire secar lo húmedo de su saliva en tu boca, te regreso un poco de lucidez.

—Nos vemos al rato, cuídate—. Fyodor se alejó a paso normal, tranquilo. No aparento para nada estar nervioso o disgustado con su acción, era confianza pura y dura. Mientras tú te sentías a morir, el rastro de sus labios dejó un agradable sabor a café amargo con esa ligera dulzura de concentrado de leche. En la mente de Fyodor se afirmó que te besaria más constante a los labios, fue interesante la expresión que pusiste. Supo que encontraría más gestos tuyos y eso le emocionaba de sobre manera, tendría más fotos de ti en su arsenal.

•Two: Para cubrirte, como había prometido te llevo al último festival de la temporada de cerezo, cerca del puerto de Yokohama. Todo iba bien, probaron de todo un poco de los alimentos que vendían en los puestos, desde brochetas de carne de cerdo hasta panqueques rellenos de malvavisco derretido, incluso Fyodor fue capaz de ganarle al juego donde todos perdían, era más que obvio la estafa y la técnica a sus ojos, no le costó mucho conseguir el premio mayor. La noche se empezaba hacer presencia y el bullicio de gente también, caminaron por la orilla para evitar ser empujados, Fyodor iba enfrente de ti tomándote de la muñeca para no perderte y justo lo vio: Una fotografía tuya con una serie de datos generales, un numero de teléfono con la cifra de recompensa a tu rescate. Observo a su alrededor, nadie había identificado aún tu rostro, aceleró el paso y en un movimiento rápido arrancó la mayor parte de la hoja apretandola bajo su mano.

Pero parecía que la mandatura de Dios hoy no estaba a su favor, un grupo de policías estaban patrullando, llevaba uno de ellos una foto y se le acercaban a la gente haciéndoles preguntas. Fyodor tenía la ventaja de poder leer los labios, le daba la interpretativa a los movimientos y los codificaba a lo que realmente hablaban, todo esto gracias a su cerebro. Pudo identificar la pregunta concreta que le realizaban a esa pareja con la que estaban:

"¿A visto a esta persona por algún lugar?", seguido señalando la fotografía que tenían, el rostro plasmado ahí era de ___________. La pareja negó y ellos agradecieron, comenzaron a caminar dirigiéndose a su ubicación. Tenia que pensar rápido, miro a sus lados; no había donde esconderse. De un rápido movimiento te acorraló contra uno de los postes que sostenían las luces colgantes.

—¿Eh?—, no perdió tiempo, te tomo de los laterales de tu cara y te besó, efusivo; lo volvió tan pasional que apenas y podías seguirle el paso, agarrando aire de las pequeñas aberturas que se daban. Fyodor te apegó lo más que pudo a su cuerpo, se enderezó en toda su altura y te cubrió los más posible el rostro, camufleando tanto el tuyo como el suyo entre sus hebras negras. Puso atención al ruido de las pisadas de los oficiales que pasaban detrás de ustedes, sin dejar de basarte con ganas; sabia que aquello incomodaria a la gente y que por consiguiente no se acercarían a molestarlos, solo los verían con crítica y seguirían su camino. Cuando el sonido de las pisadas se desvanecieron por fin te soltó, los labios te dolían; sentías como se estaban inflamando, tomaste una gran bocanada de aire, te cosquillaron los cochetes y detallaste a Fyodor, el pecho le subía y bajaba, tenía la cabeza mirando a la entrada del festival con el ceño muy pero muy ligeramente fruncido, casi imperceptible de no ser por la distancia en la que encontraban. Dirigió la cabeza a ti y hablo—, Vamonos.