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"Él"

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El camino a la nada misma paso sin pena ni gracia, demasiado tranquilo como para aparentar realmente una estabilidad fuerte y llena de cementos rígidos a base de nada más que papel remojado en pegamento económico.

La ausencia de aquella presencia divina de la cual se enamoro no dejaba más allá de su rastro que no fuera dolor. Pues de manera invisible regaba ligeros matices de felicidad meramente agraviada y reconfortante, extraño.

Vivía al hilo de demasiadas cosas, no por menos valiosas, pero si con carencias que dejaban mucho que desear. El transcurrir de todo era espantoso, le ponía la piel de gallina y la conducta no explorada de esconderse cuando algo le molía la cabeza se encendía con cada pensar.

Y, con la misma debilidad que le caracterizo la mayor parte de su asquerosa y lamentable existencia, sucumbió a lo inevitable: escapar de Fyodor.

No reflexiono algo, no pensó siquiera en las consecuencias que aquello con pie firme provocaría, en si eso le daría beneficio aunque fuera mínimo y de la misma duración que un mísero segundo.

En nada, todo se quedó en absolutamente nada.

Y las paredes del sucio baño del centro comercial le entumecieron las extremidades, colocándole el cuerpo igual de rígido que la obsidiana e impidiendo el paso del calor generado de la fricción entre sus manos y antebrazos.

El sonidito del parpadear del viejo foco se volvió en su total enfoque de atención ante todo el caos, no había esperanza en el poso de su amargo corazón y la ahogaba en el dolor de todo, el miedo a quedar botada en una esquina como una muñeca vieja de trapo sucio.

Sabía que Fyodor era un caos, era todo lo contrario a lo que se creía que fuera la paz y hacia temblar a la sociedad entera con su sola existencia, solo siendo pasivo en aquello que no necesitaba su directa intervención para después de dar a luz los resultados, todos los que lo subestimaron se rompieran las huesos por la crueldad de sus actos.

Aceptaba todo eso.

Pero había una espina que la molia la carne del dedo.

Él.

Simplemente él.

Sus botas se bañaron en el agua de la calle extremadamente transitada, el aire de baja temperatura le movió los mechones de carbón y le acariciaron con suavidad los laterales de su rostro. Encontrando paz y sabiduría con el olor a comida exprés de los puestos adyacentes a él, no había dudas en su caminar y disfruto de las risas de las personas ajenas a todo lo maldito del mundo.

No importaba cuánto tiempo le tomara regresarla a su lado, los minutos estaban calculados y, si había la más mínima posibilidad de una falla, existía la más grande solución a está, producida meramente por la mente de un solo ser humano perdido en la embriaguez del deseo a la supremacía.

Entro tranquilo, admirando la puerta de metal mal pintada antes de abrirla, consciente del vorágine que encontraría pero preparado para apartar cada fachada producto de la inestabilidad de _________.

Era tan pequeña como un pájaro de melocotón y demasiado inteligente para todo menos a su propia beneficencia.

Ella tuvo el atrevimiento de huir de su lado, refugiándose con todo lo banal posible que existiese, de esconderse de su estricta protección para mantenerla dónde siempre tuvo que estar y donde siempre iba a pertenecer, con él.

𝙽𝚘𝚌𝚑𝚎 𝙳𝚎 𝚅𝚎𝚛𝚊𝚗𝚘 ||Fʏᴏᴅᴏʀ Dᴏsᴛᴏʏᴇᴠsᴋɪ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora