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Una buena ejecución...

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Capitulos finales




Toda capacidad que su fuerza de voluntad sostuviera para mover aunque fuera un dedo, no daba calibre a nada. Su cuerpo lo sentia igual de pesado que el plomo y apenas era consciente de que le pasaba. Parecía que su consciencia navegaba en aguas apaciguadas y emergentes de rutinaria tranquilidad, al contrario de lo que realmente pasaba en el lugar.

De su verdadero destino, y por el cual había aceptado todo con tal de recibir dinero para su buena caridad.

Pronto, la jeringa que tenía incrustada en las venas le hizo circular un nuevo líquido que se mezclaria con su sangre podrida, para poder ser transformada en una que al menos si tenía valor monetario. El frío le dolió en el interior de cada uno de sus huesos, como si fueran obligados por piedras de mil kilos a doblegarse y aceptar su nuevo linaje.

La mascarilla que estaba sobre su boca fue retirada y sustituida por un par de tubos a la medida de su nariz para seguir proporcionandole oxígeno. Escucho voces a la lejanía, una que hacía hueco en su cabeza asemejándose tanto al alcantarillado que repudiaba con toda su alma.

Le hacia recordar el valor de su vida, y lo que realmente le era importante.

Recordar el apestoso lugar, con ríos de agua sucia siendo el único sonido repetitivo, porque en sesiones de tiempos dispersos se escuchaban el chillar de las ratas, el rugir de su panza vacia, que solo era llenada con su propio excremento y el ácido estomacal, la ponían verdaderamente mal, porque en eso se resumía su vida.

En desgracias y deshonras.

Pronto el sonido del eco se desvaneció, siendo reemplazado por un par de afiladas cuchillas siendo maniobradas. Parecía que la anestesia no le hacía afecto, porque ahí estaba, viendo en primera fila bajo una imagen mental como iba a ser modificada.

Sintió la piel de su rostro siendo cortada, sin delicadeza alguna fue despellejada, mutilada y reemplazada. Aunque quisiera gritar que todavía estaba despierta su voz no existía, parecía que una piedra de veinte kilos le aplastaba la garganta y le arrebataba lo poco que le quedaba a su cuerpo de ella misma.

La sensación de su piel siendo unificada por un pedazo de hilo y aguja quirúrgica la baño en terror, uno que nunca se le pasó por la desesperada mente que tenía al aceptar el trato.

En un rato después, su cara ya no la sentía igual, con facciones más finas, más duras, que le gritaron con horror que ya no era su rostro.

Una luz le deslumbro el ojo, producto de la ferocidad con la que le abrieron el párpado izquierdo, que se empeñaba con vivida y débil fuerza en no perder su humanidad. Aquel brillo siendo emitido por un foco le pareció identifico al que siempre deslumbraba en su niñez, blanco nítido, pintando a amarillento viejo y desgastado de existir.

Los dedos cubiertos de guantes blancos para evitar infecciones o intromisiones no deseadas en el proceso, le hicieron correr recuerdos a su memoria de las cigarras que revoloteaban en la lámpara del alcantarillado, y que ella se había puesto como objetivo nunca matar para alimentarse.

Sintió los nervios ópticos siendo reventados al igual que su cuerda de juegos, la que reparaba cada vez que se rompía de un extremo, y usaba sus manos secas y quemadas para arreglar. Era su eterna acompañante, la ayudaba a defenderse de los adultos en su misma condición de calle que la querían abusar, la protegía en las noches cada que se encerraba en las antiguas puertas de mantenimiento por dentro, pero sobretodo era el pilar de sus asaltos. Sin ella no podría poner pequeñas trampas para robar comida, para robar dinero o para provocar un accidente a un mayor que terminaría en su beneficio al ayudarlo con buen gesto de caridad e inocencia.

𝙽𝚘𝚌𝚑𝚎 𝙳𝚎 𝚅𝚎𝚛𝚊𝚗𝚘 ||Fʏᴏᴅᴏʀ Dᴏsᴛᴏʏᴇᴠsᴋɪ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora