CAPÍTULO 28

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Las vacaciones de Pascua habían sido tan agotadoras como rejuvenecedoras, dejándola con la sensación de que necesitaba un descanso de sus vacaciones. Unas vacaciones que era poco probable que tuviera con los EXTASIS a la vuelta de la esquina.

Su cansancio no fue ayudado por el hecho de que durante una semana había sido muy malcriada, compartiendo cama con Theo y Draco. Ahora estaba de regreso en la torre de Gryffindor y ellos estaban en las mazmorras, varios pisos los separaban.

Cansada como estaba, no podía dormir. Ni siquiera podía ponerse cómoda. Sus sábanas estaban demasiado ásperas y el aire no olía nada a clavo y Merlín la ayudaba, de alguna manera esos dos insufribles Slytherins de los que se había enamorado la habían enganchado a dormir con una verdadera montaña de almohadas. Su única y triste almohada llena de bultos no serviría.

Sin mencionar que sentía un latido en el pecho. No dolía, pero era terriblemente molesto, como si fuera extrañamente consciente de alguna parte de sí misma en la que normalmente nunca pensaba conscientemente. Como cuando se colocaba una pulsera o un reloj en la muñeca y en lo único que podía pensar durante varios minutos era en la pulsera contra su piel. Era así, pero enterrado dentro de ella y el paso del tiempo no la aclimataba su sentir.

Dándose la vuelta por enésima vez, hundió la cabeza en dicha triste y grumosa almohada y cerró los ojos. Tal vez contar hacia atrás la adormecería.

Cien. Noventa y nueve. Noventa y ocho. Noventa y siete. Noventa y seis. Noventa y cinco...

Setenta y seis. Siete cinco. Setenta y cuatro. Setenta y tres. Setenta y dos...

Treinta y tres. Treinta y dos. Treinta y uno. Treinta...

Diez. Nueve. Ocho...

Tres. Dos...

Joder.

Ella suspiró y se dejó caer, contemplando el oscuro santuario de su dosel. Al otro lado de la habitación, Ginny roncaba peor que Fluffy, el perro de tres cabezas, cada inhalación era lo suficientemente fuerte como para atravesar las cortinas cerradas de la cama de Hermione. Incluso si pudiera ponerse cómoda, ¿cómo en nombre de Merlín se suponía que iba a dormir con ese ruido? Dioses, ¿nadie le había enseñado a Ginny cómo silenciar su cama?

Ella arrugó la nariz. No, ella no iba a considerar esas implicaciones. Ese era el problema de Harry.

Con los dedos atrapados en la varita debajo de su almohada, lanzó un rápido tempus . Dos diecinueve. Tenía el primer bloque de Pociones y lo último que necesitaba era plantarse de cara en su caldero.

Esto no iba a funcionar.

Quitándose las mantas, se deslizó fuera de la cama, haciendo una mueca cuando sus pies aterrizaron en el frío suelo de piedra en lugar de sus pantuflas peludas. Arrastrando ligeramente los pies para ponérselos, cogió su bolso y, tan silenciosamente como pudo, dobló su uniforme y lo guardó junto a sus libros. Su bata estaba colocada sobre el baúl a los pies de su cama y rápidamente se la puso, ocultando su pijama.

Con la varita en el bolsillo, el bolso en el brazo y los zapatos en la mano, Hermione salió sigilosamente del dormitorio y bajó las escaleras. La sala común estaba afortunadamente vacía como debería haber estado a esa hora. Incluso las rondas habrían concluido hace mucho tiempo, pero aún así, atravesó el retrato y salió al corredor tan silenciosamente como pudo para que ninguno de los fantasmas la viera y le causara molestias.

Acababa de llegar al piso inferior del castillo, estaba en la recta final, muy cerca de las mazmorras y, en consecuencia, de la entrada a la sala común de Slytherin cuando un suave maullido sonó detrás de ella.

Sugar & Spice - TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora