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Había tenido unos meses de mierda, y sería peor ahora, pues empezaba marzo y debía volver a la universidad.

El año anterior de universidad había empezado muy bien, pues había conocido a quién se convirtió en su mejor amigo. Lastimosamente, por tantísimas discusiones sin sentido, tomaron distancias, y  fue lo peor que le pudo haber pasado a Juanjo.

En octubre, dejó de juntarse con quién le sacaba sonrisas todos los días, con quien había compartido mañanas, tardes y noches, ese chico que lo animaba sin ningún esfuerzo, lo alejó, y estaba tan arrepentido.

Ahora estába en la entrada de la universidad, buscando con la mirada al chico que le hubiera sujetado la mano.

— Juanjo! - Le llamó una voz que lo sacó de sus pensamientos.

— Paul! - Se abrazaron, se habían visto bastante en las vacaciones pues eran amigos cercanos.

— Entramos? O esperas a alguién? - Le preguntó Paul con una sonrisa.

— Entremos, Álvaro y Bea ya llegaron. - Dentro de la Universidad, ambos buscaban por todos lados a los chicos ya mencionados, y para la mala suerte de Juanjo, no los encontraría solos.

Estaban metidos en un circulo de gente, muchos amigos de él también, y un ex amigo.

Cuándo lo vió, sintió su corazón palpitar más rápido, sentía que el tiempo se detenía, que los ruidos a su al rededor bajaban su volúmen, sólo podía mirarlo a él, era imposible negar que se había puesto mucho más guapo desde la última vez que lo había visto.

Cuando volvió a la tierra, huyó del lugar lo mas rápido posible antes de ser notado por el otro, quién estaba distraído conversando con Bea y Chiara.

Los últimos meses de universidad del año pasado habían sido un infierno por cada vez que se cruzaba al de bigote, no extrañaba para nada la sensación, y aún no asimilaba que otro año significaba aguantar lo mismo pero incluso por más meses, no estaba listo para la tortura que sería eso.

Distraído ordenaba un par de cosas en el que sería su nuevo casillero, cuando de pronto pegó un salto al sentir como le tocaban el hombro.

— Que susto! - Se dió la vuelta al instante para ver de quién se trataba.

— No me saludaste! Ni a mi ni a nadie! - Le reprochaba su amiga Bea teniendo a Álvaro al lado.

— Había mucha gente y me abrumé, de todas formas me los cruzaré a lo largo del día. - Se excusaba con un leve tono de nervios.

— Bueno pues, y cómo has estado? La última semana de vacaciones no hablamos prácticamente nada! - Se dieron un corto abrazo de saludo.

— Creo que todos estabamos muy ocupados preparándonos mentalmente esa semana... - Dijo Álvaro a lo que los otros dos rieron.

— La verdad es que sí, no estaba listo para volver, aunque estoy bien, ustedes? - Respondió Juanjo.

— Nadie estaba listo... Nosotros también estamos bien. - La chica tomó las manos del más alto para acariciarlas entre las suyas.

— No hables por los dos, Bea. - Bromeó Álvaro.

— Qué pasa que las clases aún no empiezan? Dónde están todos? - Preguntó el más alto, extrañado.

— Inscribiéndose a talleres, apuntándose a unas clases... Unas cosas así. - Le respondió el otro chico.

— Tu... No volverás a teatro? - Le mencionó la chica a Juanjo.

— Chicos! - Se acercaba Paul a los tres. -

— Sabemos a lo que vienes... - Se burló Álvaro.

— Bien! Pues Juanjo, tampoco irás este año a teatro? Es una buena forma de empezar, de todas formas puedes salirte cuando quieras, como hiciste el año pasado. - Le hablaba apurado intentando convencerle.

— Lo había pensado, quizás me haga bien para distraerme, probaré un tiempo, sino, me salgo. - Paul mostró una amplia sonrisa ante la respuesta y tomó su mano para llevarlo a apuntarse al taller.

— Y a nosotros no nos pregunta? - Se quejó el sevillano con su amiga.

— Tu sólo querías que él te hable, no te hagas el indignado. - Se burló Bea.

                                [...]

El resto del día no pasó gran cosa, se había cruzado con algunos amigos que no veía hace meses y a otras personas no notó, tenía la mente en otro lugar, no podía centrarse en solo una cosa ni en varias a la vez, estaba abrumado, no pensaba que le sentaría tan mal volver, y no paraba de pensar en que está así solo porque no volvió con él.

Para su suerte, no les tocaba en el mismo salón por mas de ser del mismo año, Juanjo tenía 20 y Martin 19, solo se llevaban algunos meses. No hubiera aguantado la distancia estando en una misma sala durante tantas horas.

Ni Siquiera Amigos. | JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora