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El primero en despertar fue Martin, le había costado muchísimo dormir y ni siquiera pudo descansar bien.

Se levantó y fue directamente hacía la sala, dónde esperaba ver a alguién despierto, encontrándose con sus tres amigos dormidos en el sofá.

Aunque solo le prestó atención a uno de ellos, estuvo algunos segundos mirándolo fijamente, analizando cada detalle de su rostro, queriendo sonreír inconscientemente por la ternura que le causaba verlo acurrucado, y al él mismo darse cuenta de lo embobado que estaba, se fue hacía el baño haciéndo un gesto de desagrado como si alguién pudiera verlo.

De pura casualidad, Juanjo se despertó poco después, no se sentía nada bien, pues al igual que Martin, había dormido fatal, recordar le atormentaba y sobre todo esa noche, en la que no pudo parar de pensar.

Para empeorar el asunto, despertó con ese dolor de cabeza del que sufría con frecuencia, sumando la angustia que sentía, estaba bastante mal, pero como era usual, no quería ser una molestia para nadie, así que evitaría el tema y no lo sacaría él mismo.

Moría de hambre, así que se levantó y fue hacía la cocina en busca de algo para desayunar, decidiendo finalmente hacerse un cola cao.

No quería despertar a nadie, pues habían dormido bastante tarde todos y recién eran las 8:45 de la mañana por lo que sería mejor dejarles dormir más, así que silenciosamente tomó su taza de cola cao y dió media vuelta para dirigirse al sofá, chocandose accidentalmente con Martin, quién venía recién llegando del baño.

- Hostias! Perdona... - Reaccionó Martin al ver la taza destrozada en el piso.

- Joder... - Susurró Juanjo, agachandose para recoger los pedazos de la taza, soltandolos de pronto al sentir un ardor, pues se había cortado la palma de la mano.

- ¿Estas bien? - Preguntó el de bigote sin entender la situación.

- Sí... - Sin estar muy convencido de la respuesta, Martin se agachó a un lado y tomó la mano del otro.

- Hostias... - Repitió al notar el corte que se veía un poco profundo y empezaba a sangrar.

- No es nada... - Se sentía levemente avergonzado, pero no era algo que le importara a Martin en ese momento, que sin dudarlo mucho, obligó a Juanjo levantarse sin soltarle la mano y lo llevó hacia el baño.

Puso su mano bajo el chorro de agua que caía del grifo, mientras el otro buscaba distintas cosas en un botiquín que había en un cajón del baño.

Se acercó nuevamente al maño, lavandole la herida y poniéndole un vendaje.

- ¿Te duele mucho? - Acariciaba su mano entre las suyas mientras levantaba la mirada para hacer contacto visual.

- No... Estoy bien, gracias. - Sentía unos nervios recorrer su cuerpo por completo, era electrizante.

Se miraban fijamente en completo silencio cuando de pronto a Martin se le escapó una sonrisa al notar como las mejillas de Juanjo se ruborizaban.

Sin decir mucho más, Juanjo salió del baño, Martin le siguió.

- ¿Que haces? Ve a sentarte, yo limpio. - Le dijo el de bigote cuando vió que el mayor tenía las intenciones aún de limpiar el desastre de la taza.

- Tampoco soy inútil, sabes, sólo es un corte. - Decía intentando seguir sin éxito pues el vasco le agarró del brazo para detenerlo.

- Ve a sentarte, por favor. - Le dijo mirándole a los ojos y expresando una sonrisa de victoria cuando Juanjo se fue al sofá sin oponerse.

Ni Siquiera Amigos. | JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora