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- Hostias.... - Susurró Martin al notar la gota de sangre caer de la nariz de Juanjo, indicando que el sangrado no se detenía, por lo que actuó rápido y cogió un trozo de papel, entregándoselo de inmediato al maño quién lo colocó rapidamente en su nariz.

- Vale ya, vamos a la enfermería. - Dijo Martin, quién no aceptaría una respuesta distinta a un sí.

- Joder que ahí ha de estar Cris, no me lo quiero ni cruzar. - Rodó los ojos al mencionar su nombre mientras seguía presionando el papel contra el sangrado.

- Que más da, yo voy a estar ahí y no permitiré que pase nada, pasaremos de él, pero es necesario que vayas aunque sea para que te den un hielo, yo que sé. - Tomó la mano de Juanjo, asumiendo que el no seguiría protestando en contra de la propuesta del vasco pues sabía que tarde o temprano debería ir a revisarse aquellos golpes y ya venía siendo hora.

Entraron a una sala de la enfermería la cuál se encontraba vacía, Juanjo pasó y se sentó en la camilla, aún con el papel deteniendo el sangrado.

- Me esperas aquí, llamaré a alguién, ah, y toma. - Le entregó otro trozo de papel y salió de la sala para buscar a alguna enfermera, dejando al maño sentado en la camilla a su espera.

Bajó la mirada y suspiró agobiado, se sentía avergonzado y arrepentido, en unos pocos minutos su día se había convertido en una mierda, ya ni siquiera podía empeorar, y ahora sentía que no podía escapar de los cuidados que le estaba dando Martin, obviamente lo agradecía, de hecho, demasiado, más de lo que él quería, se sentía demasiado conmovido con lo que recibía de él, quería tirarse a sus brazos porque sabía que el de bigotes le recibiría, y era eso mismo lo que le jodía, lo necesitaba pero no quería volver a caer en eso, lo de ellos había terminado y no planeaba cambiarlo, pero era tan fácil rendirse a esa desicion de tantos meses, que se sentía entre la espada y la pared.

Otra lágrima saltó de sus ojos y hasta ese punto no sabía si enfadarse, estresarse, entristecerse o que mierda, estaba viviendo una montaña rusa de emociones.

Entró Martin con una mujer de las que trabajaban en enfermería, planeaba sentarse a un lado mientras la chica revisaba al jóven, pero éste mismo le señaló al vasco que salga de la habitación, quién mostró haberselo tomado bien, pero en el fondo sintió la poca confianza que le tenía el maño.

Sea como sea no planeaba dejarlo solo, asi que se sentó en una de las sillas de espera que estaban fuera de cada habitacion en la sala de enfermería y ahí esperó pacientemente a que Juanjo salga después de haber sido revisado.

Para su sorpresa, de la sala salió primero la enfermera antes que él chico, asi que decidió hablar con ella.

- ¿Ya puedo pasar? - Le preguntó a la chica antes de que se aleje demasiado.

- Dijo que quería descansar, así que puedes pasar unos pocos minutos para despedirte pero ya está, yo volveré dentro de nada. - Le ordenó la mujer, a lo que Martin asintió con una sonrisa y entró a la habitación dónde estaba Juanjo.

Juanjo, quién se encontraba aún sentado en la camilla a punto de recostarse en ella, levantó la mirada cuando notó a alguién pasar.

- ¿Puedo pasar? - el maño no tuvo el valor de ser tan borde así que solo asintió ante esa pregunta, y Martin, tan feliz por la respuesta, dió un par de pasos dentro de la sala y se sentó a un lado del mayor, en la misma camilla.

Juanjo estaba cabizbajo, tenía sus dos manos apoyadas en la camilla cada una al lado de su cintura dejando descansar su cuerpo, por otro lado, Martin miraba de reojo al chico para analizar su estado de ánimo, que ya suponía no era bueno.

Martin lo pensó algunos segundos antes de hacerlo, y terminó poniendo su mano encima de la del otro lentamente, empezando a darle suaves caricias.

- ¿En que piensas? - Le preguntó llamando su atención y haciendo que finalmente levante la cabeza para mirarle.

- En ti, en nosotros. - Le contestó con sinceridad mirándole a los ojos.

- ¿En nosotros en qué sentido? - Intentó profundizar en el tema

- En lo que somos, no lo entiendo... No lo sé. - Siguió hablando sin pensar, diciendo lo primero que pasaba por su mente, lo cuál hacía que cada palabra sea totalmente real, cosas que salían de su corazón.

- ¿Que necesitas para entenderlo? - Martin seguía interrogandole, pero esta vez no recibió otra respuesta más que le expresión de Juanjo, dónde levantó los hombros mostrando indiferencia.

Y ante esta respuesta con tan pocas explicaciones, decidió avanzar con la conversación, aún sin palabras, siguiéndole con solo acciones, acercándose lentamente a su rostro, no sabía si era buena idea, pero no tardó muchos segundos en descubrirlo pues Juanjo repentinamente sustuvo el rostro del chico con ambas manos, apresurando la cercanía.

Juntaron sus labios algunos segundos, aún con una mano arriba de la del otro apoyadas en la camilla, y la otra sosteniéndose las mejillas para profundizar la cercanía.

El beso fue largo, sus lenguas se movían juntas, complementándose perfectamente, sintiendo el calor subir por sus espaldas, erizandoles la piel, sintiendo que nada podía ser mejor, deseando que el momento nunca acabe y empezando a sentir los nervios de que tendrían que replantear que significaba esto sin la necesidad de llegar a la conclusión de que no debía volver a pasar, porque se negarian a la idea de no volver a sentir los labios de cada uno encima de los del otro.

Se separaron y se miraron algunos segundos, perforandose mutuamente con la mirada, y al momento volvieron a juntar sus labios pues no pudieron aguantar muchos segundos separados.

- Esto...está... mal. - Le costó bastante pero entre el beso, Juanjo intentó hablar sin separarse por completo de los labios del otro

- ¿Eso piensas realmente? - Martin se separó al instante al escuchar aquél comentario.

- Sí, de verdad, no debemos volver a hacer esto... - Separaron incluso sus manos, las cuales descansaban una arriba de la otra desde hace mucho rato sobre la camilla.

- Hablaremos de esto después, descansa. - Dejó un corto beso en su mejilla el cual fue doloroso para ambos, después de ese momento Martin no quería terminarlo con una discusión, mucho menos sabiendo lo mal que estaba Juanjo emocionalmente, así que decidió que el último contancto sería ese beso en la mejilla para luego salir de la habitación y dejar los agobios de alguna discusión para otro momento, probablemente mañana.








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Ni Siquiera Amigos. | JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora