24.- ☆

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Llegaron al departamento de Juanjo, subieron al ascensor pues a pesar de que no eran tantos pisos, parecía que el mayor no podía ni siquiera mantenerse de pie, mucho menos podría subir un par de escalones.

Le entregó las llaves de su piso a Martin, se le notaba su debilidad, sus ojos hinchados por haber llorado anteriormente se cerraban solos del cansancio.

Apenas entraron, Juanjo se dejó caer en el sofá, a lo que Martin suspiró y sonrió ante la tonta actitud del maño cuando estaba borracho.

- Anda a la cama. - Le ordenó, pues no hacían falta muchos minutos para que se quede dormido en el sofá y despertaría con dolor en todo el cuerpo por la incomodidad.

- ¿Por qué viniste? - Cerró los ojos y habló con un tono de desinterés.

- Porque... Quería cuidarte. - Le respondió el vasco honestamente con un poco de nervios.

- Lo haces muy mal. - Dijo riéndose mientras se levantaba, a lo que Martin no supo como tomarse aquél comentario.

- ¿Vienes? - le preguntó Juanjo dandose la vuelta para fijarse en sí lo seguía, cosa que claramente el menor no estaba haciendo.

- ¿A dónde? - Le preguntó con vergüenza.

- ¿A dónde crees bobo? A dormir, a mi habitación. - Cuando Martin abrió los ojos impresionado por el comentario, Juanjo ni siquiera intentó ocultar la sonrisa que le salía sola al provocarle tantos nervios al chico.

- ¿Qué? Claro que no, dormiré en el sofá si no te molesta.- Intentó alejarse para dirigirse al sofa, pero al instante el maño se lo evitó, agarrandole del brazo con unas fuerzas que ni el sabía de dónde había sacado en ese estado.

- Me molesta, pensé que me cuidarías. - Dijo burlándose del comentario anterior, a lo que Martin frunció el ceño.

- Te cuido, a la distancia. - Bromeó, haciéndo reír a Juanjo.

- Anda, porfa. - Juanjo sostuvo su brazo con ambas manos, prácticamente suplicandole con una cara y un tono al hablar al que el otro chico no se podía resistir.

- Joder... vale. - Susurró Martin afirmando que lo acompañaría y riéndose cuando el maño sonrió festejando como un niño pequeño de la felicidad.

Cuando entraron a la habitación, Martin se sintió un poco desorientado, hace mucho que no estaba ahí.


Por primera vez su mejor amigo le invitó a su casa, y estaba muy emocionado de pasar tiempo con él.

Antes de llegar al piso de Juanjo, habían pasado a comprar cosas para comer, entre esas, un pastel de fresas y crema.

Se sentaron en la cama para empezar a jugar un juego de cartas, que a Martin le costó muchísimo entender, o más bien, no logró entender.

- No puedes tirar esa! - Se quejó el maño.

- Claro que puedo! Mi casa mis reglas. - Le respondió con una sonrisa orgullosa.

- Pero estamos en mi casa, idiota. - Le respondió Juanjo riéndose fingiendo estar indignado.

- Idiota tú. - Sin que el otro se lo espere, pasó un dedo por el trozo de pastel, sacando una gran cantidad de crema y esparciendola en la nariz de Juanjo.

- ¿Que acabas de hacer? - Dijo impactado, actuando rápido para manchar la mejila de Martin como venganza.

- Oye!! quién te crees que eres? - Ambos habían empezado a reír sin poder parar.

- Pero si tu has empezado. - Le reclamó.

- Vale, tienes razón, perdona. - Se inclinó hacía Juanjo para quitarle la mancha de crema.

- Asqueroso. - Respondió burlándose, acercándose también a Martin para quitarle la mancha que le había dejado en la mejilla, dejando después un corto beso en el mismo lugar.

Habían olvidado por completo el juego de cartas, pero que más da, se habían divertido mucho más con sus tonterías, dándose besos y molestandose mutuamente, fingiendo que no les gustaba, cuando claramente eran muy felices siendo lo que eran.

Dejó sus pensamientos y recuerdos de lado cuando Juanjo le tocó el hombro y le extendió unas prendas de ropa.

- Toma, ponte este pijama, yo iré a ducharme. - Lo tomó, susurrando un simple "gracias" sin agregar nada más.

Mientras esperaba ya con el pijama puesto, se puso a analizar qué mierda hacía ahí, como cojones había acabado en esa habitación, no sabría si arrepentirse, no sabía que debía pensar o sentir o hacer, pero había llegado a una conclusión.

Era obvio que estaba enamorado del otro chico, era imposible negarlo, había intentado de todo para acercarse, para coincidir en los mismos lugares, acabar en ciertas situaciones, lo había intentado todo, pero ya no salía de su mente el pensar que a Juanjo no le interesaba, o al menos ya no, ya no quería nada con él, se notaba por las veces que intentaba apartarlo o evitarlo.

Así que no entendía su actitud de ahora, aunque lo justificó tan rápidamente con el hecho de que estaba evidentemente borracho, pero al pensarlo se sentía miserable, sentía que Juanjo estaba jugando con él.

Dejó sus pensamientos que tanto le deprimían de lado cuando Juanjo salió de ducharse, tenía un pijama adorable y que se notaba abrigado, el pelo muy despeinado y la piel fría.

Se veía hermoso ante los ojos de cualquiera, sobre todo de quién era el único que podía verlo así, Martin, quién jamás había estado tan enamorado en toda su vida.




Falta poco para el final!!!
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Ni Siquiera Amigos. | JUANTINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora