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-Y en todas esas vidas has tenido el mismo color de ojos- se acerca a mí sigilosamente pareciendo una serpiente acercándose a su presa a la que va a morder- mi reina de carne y fuego.

Pego un chillido cuando levanta una mano hacia mi para tocarme la mejilla con las uñas largas garras. Retrocedo y con eso siento que me voy de culo sin siquiera intentar sostenerme.

Al abrir los ojos de golpe para mirar un techo blanco igual que la piel de la chica hace unos segundos me siento sin titubear. Al mirar a mi alrededor me doy cuenta que ya no estoy en una especie de infierno.

Estoy sentada sobre un colchón en una habitación que reconozco apenas miro hacia el balcón que tiene las cortinas abiertas y las puertas de vidrio abierta dejándome vía libre para medio mirar desde la cama el gran patio que hay afuera.

Estamos en Italia, eso es seguro.

Miro a mi alrededor y hubiera pensado que alguien iba a estar a sentado a mi lado en la cama como siempre pasa cuando me desmayo, pero esto es diferente. No hay nadie esperando a que despierte y eso me da curiosidad.

Me quedo un segundo en trance analizando todo lo que acabo de soñar y me doy cuenta inmediatamente que no es un sueño. Yo hable con el dios del tiempo y el me contó todo lo que soy, de lo cual yo no tenía ni idea de que era así ni que mi alma era tan peligrosa para todos. Pero lo que me desconcertó más es que el dios del tiempo no me contó porque la diosa de la muerte me odia tanto.

¿Será que eso lo dejo a un lado para que Samael me lo cuente?

Si es así le sacaré esa información así tiñpenga que enfrentarme a él. Ya Samael no puede seguir ocultando me cosas, estoy harta de eso.

Me levanto sin hacer un solo ruido cuando mis pies descalzos tocan el piso frío de madera. Me acerco al espejo y me doy cuenta que me han quitado la ropa que tenía antes dejándome solo con un mono de algodón de color plomo y un top negro de tirantes delgados.

Ya no estoy llena de sangre ni tengo marcas por todo el cuerpo.

Miro las líneas de los tatuajes en mis brazos y todas y cada una de ellas está en su lugar creadas para llamar la atención de todo el que se me acerque y me vea los brazos. Unos son de nacimiento y otros son mandados a haces por mí, siempre sentí la necesidad de completar esos que ya tenía por unos nuevos.

Me dirijo a la puerta que está cerrada que da con el pasillo en sumo silencio caminando como un fantasma sin hacer un solo ruido para mirar por el pasillo cuando abro la puerta. Todo está vacío sin moros en la costa.

Me deslizó por la puerta, la vuelvo a cerrar y me dirijo por los largos pasillos de esta casa comprada por Eliott hace muchos años. Casa que yo apoye que comprara ya que era muy hermosa y estaba bien ubicada a las afueras de Florencia.

Escucho una conversación en la la parte baja de la casa y bajo al primer piso hasta llegar a planta baja sin haberme aún topado con nadie.

Al poner un pie dentro de la sala por fin veo algo de vida en esta casa.

Todos, y cuando digo todos están sentados en los muebles conversando y riendo de unos cuantos chistes que está diciendo Aiden nadie se fija en las escaleras dónde estoy yo de pie mirándolos a cada uno de ellos.

Mis ojos se deslizan hasta Samael que está sentado junto a Axton en sumo silencio bebiendo un baso de whisky un poco apartado de la conversación mientras los demás están reunidos en un círculo sentados en los muebles y sillones.

Estan todas las personas que considero familia. Alisson y Astrid, Aiden, Owen, Taylor, Cassandra, Eliott, Emilio, Trinity, Lucia, Abaddon, Brandon, Maikol y también está..... mis ojos ruedan a la mata de pelo rojiza que hay al lado de Maikol y el corazón se me detiene al mirar su cara y darme cuenta que es Will.

Juego De realidades [#2 Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora