Juego De realidades [#2 Libro]

17: Libres al fin

Abro los ojos de golpe en un sitio que reconocería en cualquier sitio por todas las veces que e estado allí gracias a cierta mujer y lo primero que hago es desvanecer me y alejarme de la bruja mitad vampiro que estaba sentada frente a m.

Cuando quedó a su espalda ella se gira hacia mi lentamente hasta que nos miramos de frente y me quedo impresionada al ver el parecido que tiene con su hija. Son idénticas, muy parecidas y ahora veo porque su belleza era inimaginable.

—¿Quien eres?— me pregunta con un acento británico perfecto.

—Eres idéntica a ella— comento.

—¡¿Que quien eres?!

Miro su vestido de color crema pero más arreglado al que su cuerpo lleva puesto en estos momentos, su rostro está formando en la misma expresión que ella, la misma manera en que me miró su hija la primera vez que estuvimos frente a frente, un rostro muy frio e inexpresivo y ahora entiendo de dónde provienen tan buenos genes.

Miro a mi alrededor un par de segundos y puedo decir que mi amiga hizo mejor el trabajo que el rey que estaba en este epoca aquí. El castillo es precioso pero no más como lo arreglo la tribrida, supongo que el castillo en este sitio compartido entre mentes ella lo proyecta así porque así fue la última vez que lo vio pero puedo decir que la reina hizo un mejor trabajo que este sitio tan viejo y antiguo.

—¡¿QUIEN ERES?!

—Soy una diosa del multiverso— respondo girando hacia ella para enfrentar los penetrantes ojos que ella tiene.

—¿Cómo....como la conoces? ¿A ella?

—La conocí hace unos cuantos años.

—¿Cómo?

—Solo la conocí— me encogo de hombros.

—¿Ella es....?

—El ser sobrenatural más poderoso del planeta. Si, lo es— sus ojos se abren con sorpresa dejando a la mujer fría atrás para ver a una madre curiosa por saber de su hija.

—¿Cómo....Está? ¿tiene hijos, se caso? ¿Cómo se llama?

—Tendrás que preguntárselo a ella.

—Ella no debe de saber quien soy, nisiquiera debe de saber que yo soy su madre.

—Ten por seguro que si— aseguro— tu marido se encargo de hacerte presente en su vida cuando ella supo quienes eran ustedes.

—¿Mi marido?— abre los ojos con sorpresa de nuevo y puedo jurar que sus ojos brillan gracias a las ganas de llorar que le entran— ¿El sigue vivo?

—No es rey pero si, sigue vivo.

Veo como sus ojos se humedecen y yo me mantengo inerte en mi lugar esperando a que se le pase el sentimentalismo y cuando lo logra intenta volver a poner su máscara de hielo cosa que a mí netamente me da igual pero en la cual prefiero no opinar ya que cada quien puede hacer lo que quiera y sobre todo está anciana.

—Quiero saber de ella, su nombre aún que sea— me pide de la manera más exigente que pude oír en mi vida.

—Ella está esperando por mi allá afuera, creo que sería bueno que tú esperes también a que salgamos de la cueva y cuando te despierte le preguntas.

—¿Ella espera por ti allá afuera?— su voz sale cargada de emoción.

—Si, somos como familia— sonrió recordando los buenos y malos momentos que hemos pasado juntas.

Y lo linda y emocionada que se ve al ahora saber que está comprometida.

—¿Tu crees...— traga saliva— que sea posible que me despiertes cuando salga de esta cueva?