Capítulo 8 - Chantaje

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—Jace me dijo un acertijo sobre tu paradero después de un chantaje.—ella me miró por primera vez y abrió sus ojos en sorpresa para luego negar con la cabeza en incredulidad. Podía apreciar mejor sus rasgos y el cansancio se veía en su rostro, tenía ojeras y los ojos hinchados como si hubiera llorado.

—No puedo creer que ella sea tan fácil.

—Yo tampoco, pero no me estoy quejando.

—Así que guiaste tu ojo al mundo del arte y aprendiste sobre el broche.

—Bueno, ustedes no se fijan en el dinero, toman lo que...quieren.—esa frase me hizo recordar los sucesos de París, en cómo caí en su trampa.—Si no me quieres aquí, me puedo ir, pero necesitaba demostrarte que estabas muy equivocada; puede costar caro lo que hiciste...de alguna manera me encariñé contigo y despertar sin nadie—me aclaro la garganta en un intento de tragar el sollozo que jamás dejaría que se escapara.

Vivienne puso una cara de pena y tuvo el amague de tocarme pero algo la hizo vacilar.

—No esperaba verte otra vez.

—¡Por supuesto que no! Se suponía que estarías muerta.—lo dije más rápido de lo que esperaba para quitarme ese gran peso de encima, aunque sabía que podía hacerlo en cualquier momento con o sin plan.

—¿Qué...?

—Te lo contaré con el resto del grupo, no tienes derecho de saberlo primero.—refunfuñando, tomé un cigarrillo y lo encendí con una miserable caja de fósforos.

—No sabía que fumabas.—susurró.

—Te sorprendería cuántas cosas no sabes aún.

—No es personal lo que he hecho, ¡Pandora!—tomó mi rostro con ambas manos y se notaba la angustia que emanaba—Creí que estaba haciendo lo correcto por primera vez en mi vida.

—Es difícil de creer.—le sonreí con enojo, sus ojos negros dieron con los míos y vi como estaba derrotada, abatida.

—Es la peor disculpa de la historia.—murmuré—No es solo porque mi planes se arruinaron, tengo a una mujer en frente mio que no deja de herirme.

—Lo siento.

—No, debemos ser profesionales y volver a trabajar como lo hacíamos antes y esta vez sin máscaras de por medio.—le ofrezco mi mano en una tregua pero lo que hizo Vivienne me sorprendió, tomó mi mano y me empujó hacia su propio cuerpo envolviendome en un abrazo. Me dejo abrazar por ella mientras esconde su rostro en el hueco de mi cuello, el contacto parecía infito hasta que se separa y en sus manos veo mi teléfono—¡Vivienne! ¿Tú y yo? Aún no estamos en buenos términos para hacernos bromas.—la mujer no paraba de reírse.

—Si quieres ser mi pareja de atracos, debes dejar de caer en esa broma.—mientras se recompone de su ataque de risa, me ofrece su brazo para caminar como lo hacíamos siempre. Pensé en rechazarla y luego recordé que aún quedaba revelar una parte de mi mentira si esperaba que estas personas me dieran su confianza, entonces acepté a regañadientes y ella sonrió un poco.

—En el grupo hay personalidades fuertes y las peleas son bienvenidas, pero siempre nos perdonamos.—su mano libre me acaricia el rostro, ella sabía cómo hacerme sentir el centro del universo, era una buena mentirosa pero ¿ella estaba fingiendo?

—¿Entonces pretendes que te perdone? Aún no soy parte del grupo.

—¿Por qué llevabas una daga histórica en tu espalda?—se detuvo y me obligó a imitar su acción, su brazo enganchado se encargaba de mantenerme con ella.

—Eso tiene que ver con la charla pendiente y eso involucra al resto del grupo.—intenté sonar lo más seria posible, no podía tener mal humor por mucho tiempo o tendría episodio ahora mismo.

Reina de LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora