Capítulo 19 - Juego de espera

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Su pregunta me hizo soltar una risa, propia de una niña cuando juega con sus padres.

—Debo admitir que es lindo cambiar de habitación.

Mete la mano en su propio bolso y saca una caja blanca.

—No hago las cosas a medias, cariño.—ella me lo ofrece con una mano apoyada en mi hombro—Cuando estás con una mujer como yo, eres mía. Me hago cargo de lo que me pertenece.

El toque se atreve a bajar, sus uñas trazan un camino sobre mi cintura, justo encima en donde mi falda de cuero abraza mis caderas.

—Oh, no sé cómo responder a esto.—sonrío, pero esta vez, nerviosa.

—Sólo toma lo que quieras, Pandora. Es como se maneja la Amapola Dorada.

—Por supuesto que si.

—Voy a relajarme un poco ahora, únete a mí si quieres.—Vivienne me besa la mejilla al alejarse y se despide en un idioma que no hablo.

Su tacto aún me arde en la piel, despejando esos pensamientos, abro el presente de Vivienne. Era un vestido de cuero negro ajustado al cuerpo, su forma era de tubo y el escote era pronunciado. Finalmente, me coloqué una gargantilla de serpiente en oro negro que complementaba el atuendo.

Conociendo a Vivienne, era probable que haya memorizado mis medidas desde aquella vez que obtuvo mi ropa interior.

Tener toda la atención de una mujer como Vivienne podría ser mi muerte.

Un interrogatorio detallado de los otros miembros de Poppy confirma que, de hecho, hay una piscina espaciosa en el techo. El agua cristalina reflejaba el cielo rojizo del atardecer y las luces brillantes de la ciudad también hacía brillar la parte más alta del edificio, también tenían un pequeño jardín que rodeaba la piscina, dándole un aire secreto junto con las estatuas de yeso.

Es emocionante ver a Vivienne descansando en una de las sillas cercanas, estirada en una elegante pieza. Ella llevaba puesto un traje de baño rojizo, solo se dividía por una argolla dorada en la parte frontal de la prenda.

—Eso fue rápido.

—¿Esto es nuestro? ¿No hay nadie más viviendo en este edificio?

—Es todo nuestro.—respondió en una sonrisa. Me quite las prendas, sin importar quedarme en ropa interior. No esperé a meterme despacio en el agua, estaba templada. Relajó todos mis músculos al instante, aunque no me alejé demasiado de la orilla.

Por un momento, dejé de escuchar el ruido de la ciudad y un leve sumbido se instaló en mis oídos. Cerrando mis ojos, me concentré en mi respiración y de pronto, escuché mi nombre.

—Pandora, ven aquí un momento.—Vivienne me llamaba desde su lugar, no respondí y me acerqué a ella saliendo de la piscina con el cuerpo mojado.

—Vivienne, no me digas que eres demasiado linda para ir a nadar. Me olvidaré de que tu maquillaje se arruina, lo juro.

—Esta vez, es a prueba de agua. Aprendí mi error.

Haciendo un ruido dudoso, lamo mi pulgar y lo coloco sobre su mejilla como si fuera a intentar untarlo.

—¡No!—ella me agarra las muñecas.

—Intenta detenerme, tú–no, no, ¡no!

Mi jactancia rápidamente se convierte en un chillido angustiado cuando Vivienne fácilmente me sujeta ambas muñecas con una mano.

—¡No!—comienzo a reír cuando su agarre no afloja—¿Cuál es la palabra segura?

La silla vibra y se tambalea peligrosamente a punto de volcarse. Soltándose sólo para abrazarme, Vivienne hunde la cabeza en mi hombro y se ríe.

Reina de LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora