Capítulo 2 - Rosario

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—Realmente necesitaba a alguien como tú.

La conversación de hace unos momentos seguía afectando mi mente. Ella no planeaba irse y yo tampoco, estaba lista para lo que sea si ella me lo pedía a estas horas.

—Estoy complacida por ayudar a Poppy.—era el apodo de Gilded Poppy o Amapola Dorada.

—Ven, vamos a hacer algo.—ella se va en dirección a la puerta y la sigo. Las calles de París aún estaban oscuras y nadie caminaba por aquí. El aire apenas frío te cortaba en la cara mientras caminabas.

Ella se adentra a un callejón sin salida, este estaba completamente oscuro a no ser de la linterna de su teléfono. Ella me guió a unas escaleras hacia abajo, bajamos varios escalones. Luego más, más y más. Me dolían las piernas y me preguntaba cuándo iba a terminar esta escalera sin fin.

Hasta que se hizo la luz, era amarillenta debido a la estación de tren subterránea abandonada, la cual se había convertido en una especie de mercado. Este tenía de todas las cosas que imagines, estaba un poco asombrada de lo grande que era. Seguramente nada de esto sea legal.

Me sentía aventurera por explorar pero Vivienne enganchó su brazo con el mío y me llevó a un puesto regentado por una mujer en un rincón oscuro. Vivienne y Ariana conversan mientras inspecciono un poco los productos, creo que su especialidad era el veneno: hileras de botellas pequeñas.

Vivienne y Ariana parecen tener una relación amistosa, pero notaba cierta lejanía de la mujer a la que conocía. Siempre llevaba una máscara invisible, yo podía verla.
El ambiente de repente se vuelve serio cuando la vendedora le entrega a Vivienne un tubo negro que resulta ser un lápiz labial.

—Mira, querida. ¿Qué opinas de este?—ella me muestra un rubor rosado en una tapa que parecía bastante costosa, no podía evitar imaginarla a ella con él puesto.

—Te quedaría muy lindo.—sonrío en respuesta.

—Sabía que tenías buen gusto. Eso sería todo, querida.—finalmente se dirigió a Ariana y ella hizo una mueca de disgusto.

—No, no, no. Tú no vas a llamarme de la misma forma en que llamas a tus marcas.

Querida.

Oh, ahora tenía sentido. No me estaba tomando nunca en serio. Literalmente desde antes de subirme al helicóptero me había llamado con ese apodo, tratada como una marca o peor aún...como una mascota.

Me pregunto qué tendría que hacer para ganarme su respeto.

Ella paga y nos vamos por el mismo lugar en que vinimos. La gente nos miró un poco en el proceso, mi cabello rubio estaba suelto y fue mucho más fácil subir con él que bajar.

El cielo todavía seguía oscuro cuando volvimos a la ciudad. Volvimos a caminar enganchadas del brazo y aproveché el ambiente cálido.

—¿Qué era ese lugar?—pregunté—

—Se llama Underbelly.—me miró con un poco de picardía en sus ojos y esbozó una sonrisa—Es reconfortante verte así.

—¿Así?—ella tarareo.

—Participando.

—Oye, tu francés es muy bueno.—ella emitió un bufido gracioso, casi una risa.

—Era obvio que sabes francés.—asentí en respuesta.

—¿Hablas otros idiomas?

—Manejo con facilidad el inglés, español, ruso, mandarín y el francés.

—Tenemos algo en común. Deberíamos hablar en mandarín y francés para controlar mejor el idioma.

Nos detenemos en un puente y admiramos el horizonte interrumpido por la gran torre que tenemos por paisaje.

Reina de LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora