Capítulo 15 - Lejos pero cerca

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—¡Eres una cobarde!

Me estaba riendo históricamente por el comportamiento de Vivienne, la mujer siempre pensaba que era perfecta y seductora...pero no lo era. Otra mentira.

Igual que los nobles, son todos mentirosos.

—¿En el momento que algo se siente demasiado incómodo, te retiras?—ruedo mis ojos del fastidio, seguía dándole mi pensamiento.

Vivienne me sonríe, tímida.

—Por supuesto que lo soy. Nunca he pretendido ser otra cosa.

—Sabes que eso es mentira, Vivienne.

Saliendo de la cama, camino hacia la puerta, porque si me quedo aquí haré o diré algo que me hará arrepentirme luego.

—Pandora.—con la palma en la madera, me detengo. Espero por algo, no lo sé—Dejarte en París fue la única forma. Ahora ambas vemos claramente como corres hacia la Amapola Dorada y yo huyo, eres la única que perteneces aquí, no yo.

Aprieto mi mandíbula, sus palabras me hacían querer lastimarla, desquitarme con ella. Así que cierro la puerta detrás de mi con un estruendo y salgo de su habitación con un evidente ceño fruncido. Busco un cigarrillo en mi escote y lo prendo con la vela más cercana de algunos de los candelabros.

¡¿Quién soy para Vivienne?!

Mi mano se dirigía a mi boca para inhalar el tabaco, estaba temblando deo enojo. No recuerdo la última vez que me enojé con alguien así y que esa persona siguiera respirando, estaba siendo muy paciente con este mujer y lo odiaba.

Ciega de la ira, no había visto a León hasta que choqué con su sólida figura; enseguida levante mi mano para evitar quemar al hombre con el cigarrillo.

—¡Whoa, mírala!—por instinto, León puso sus manos en mis hombros para estabilizarme y no perder el equilibrio. Se veía sorprendido, sus ojos rasgados estaban más grandes—Estás volando como un murciélago saliendo del infierno.

Las palabras de León casi me hacen reír.

Casi.

—¿Todo está bien?—la voz de Lorenzo me saca de mis pensamientos, se levantó desde su asiento y se acercó a mi rostro.

—Sólo necesito aire.—León me mira primero a mí y luego la puerta de Vivienne.

—Yo también, vamos por una bebida.—contestó León.

El hombre me llevó a un bar iluminado, pero una vez que recibió ambas bebidas nos hizo entrar a una góndola entre los canales de agua.

—¿Crees que los demás se unirán a nosotros?—le pregunto, realmente necesitaba estar sola un momento.

—Eventualmente. Y puedo llamarlos en un minuto.—habló con gentileza—Pero aún así, ¿Por qué no me dices cuál es el problema?

Juraba que mis ojos estaban rojos por el esfuerzo de no llorar, no podía canalizar mi enojo en ningún...humano.

Se sentía como estar esposado a una hoguera. Y estaba mal, pero aún así...

—Es Vivienne.

—Me lo imaginaba. Debajo de ese acto dulce, ella es buena en eso...um, oprimiendo los botones de la gente.

—Lo sé.

—Si hizo algo que te molestó, puedo hablar con ella.—mis ojos ardían aún más.

—Por favor, no seas lindo conmigo. No me lo merezco.—intento sonar graciosa y coqueta al mismo tiempo, él lo nota.

Reina de LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora