Capítulo 30 - Nadia

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Suspiré en irritación, soy la única que puede insultar a Nikolai de esa manera.
Vivienne presiona su pulgar contra el anillo de serpiente, temblando de la cabeza a los pies.

Sin embargo, todo pasaba rápido. Lo que me molestaba anoche ya se había convertido en un suceso de hace días porque Vivienne estaba a punto de robar el collar para mí y estaba muy nerviosa por aquello.

Mientras Zoe se comunicaba por los audífonos con Vivienne, yo estaba a su lado en la camioneta con el resto del equipo, veíamos a la elegante mujer por las cámaras de seguridad saboteadas moverse con gracia y engaño hasta que finalmente se topa con Dean, haciendo su parte del plan como empleado de allí, le da la tarjeta de acceso y entra en la habitación en donde guardaban nuestro objetivo.

—Ya han pasado veinte minutos, ella es rápida.—murmuró Remy.

Pensé en sus palabras y antes de que alguien pueda decir algo, salí de la camioneta y me dirigí a aquella habitación silenciosa y vacía de cámaras.

Mis pasos resonaban en ecos contra la fina baldosa, tomé el pomo de la puerta y abrí para encontrarme a Vivienne sentada en un escritorio, charlando y chantajeando a alguien. No parecía percatarse de mi presencia por lo que aclaré mi garganta, lista para entrar en papel hasta que ella se voltea y me permite ver a la otra mujer sentada en frente a ella, arrojando toda su atención a la figura de Vivienne. Con una mano debajo de su mentón y una sonrisa coqueta, ahora dirigió su mirada hacia mí y algo brilló en sus ojos celestes.

—Pandora, te dije que esperaras.—mis ojos daban entre Vivienne y la rubia que estaba arrimada contra ella en un tic-tac nervioso.

—Oh, pero una hermosa dama es muy bienvenida.—canturreó, luego se puso de pie dejándome ver su traje blanco con un detalle de piedras preciosas como colgante de un bolsillo de su saco. Reconocí al instante que se trataba de una joya de la corona.

—¿Tú eres...?—sacó un fósforo de su bolsillo y lo encendió para luego ponerse a jugar con él entre sus dedos a una velocidad inhumana.

—Me llamo Nadia.—la miré con desprecio y asentí con la cabeza, Vivienne ya tenía lo que estábamos buscando. Caminé hasta ella y la tomé del brazo para sacarla de la habitación.

—¿Qué estás haciendo?—preguntó.

—Está a punto de llegar la policía y te estamos esperando.—la mujer frenó en seco, haciéndome imitar su acción de golpe.

—Sabes que es mi trabajo, hablamos de es–—la llevé a un callejón oscuro y observé su rostro confundido, pensando en que tal vez esta era mi primera vez sintiendo el miedo de perder a alguien por la ira de mis celos.

Entonces la besé.

Ese fue nuestro primer beso real. No sentí resistencia, ella lo continuó como si hubiese estado tan desesperada y necesitada como yo. Comenzó a tocarme y abrazarme, solo se separaba para tomar respiraciones aceleradas, al igual que su pulso.

—Tócame.—susurré y sentí como un instinto primitivo nacía en mí, como si pudiera morir justo allí si ella no me amaba tanto como la quería yo. Tan solo necesitaba ver que Vivienne tenía más personas como yo, queriendo de su atención, pero esto es distinto.

Ella pasó su mano por todo mi cuerpo, tomó una de mis piernas y la subió a su cintura, rompió la tela de las medias oscuras que llevaba y metió su mano rozando mi ropa interior...

—¡Chicas!—la bocina de la camioneta hizo que me sobresaltara por un segundo, las luces nos cegaban un poco por lo que tuve que cubrir mi cara con su hombro. Sabía que no podían ver nada desde la camioneta por la oscuridad del callejón pero aún así Vivienne retiró su mano.

Reina de LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora