El rango actual de Milau le hubiera permitido mantenerse alejado del contacto directo con la sangre y con la muerte. Tomarse una licencia incluso, si así lo hubiese deseado. Pero decidió por voluntad propia regresar a la zona de combate. La lucha cuerpo a cuerpo anestesiaba sus heridas emocionales. El pensamiento táctico alejaba las ideas intrusivas.
Durante las noches de tregua, sin embargo, las viejas preguntas volvían a aflorar.
¿Por qué Seamus había desatado la masacre de Polis? ¿Había actuado en nombre de la patria? ¿O las órdenes vinieron de más arriba, de la religión de la que nadie sabía nada, ni siquiera el nombre?
¿O acaso los motivos de Seamus eran otros?
Cheshire había hablado de un acuerdo entre ellos dos, y probablemente no le había contado todo. ¿Cuál era el verdadero pacto que los unía...?
Las explosiones marcaban el fin de la tregua. Milau volvía a ser coronel, y sus fantasmas volvían a dormir.
Y así fue durante muchas batallas. Una tras otra.
La guerra se tragaba la comida y los hogares, las vidas y los años, y a cambio escupía cadáveres que se apilaban a los costados de las carreteras. Los tres gigantes de Lucrosha no sabían cómo salir del pozo al que habían entrado por orgullo, por miedo y por poder. Si tan solo uno obtuviera una victoria contundente. Si tan solo los otros se rindieran...
Y en el año 446 del décimo milenio, el equilibrio finalmente se rompió. Fue durante un episodio que pasó a la posteridad como "la batalla del triángulo de Schebere".
Desde antes del inicio de la Gran Guerra, los técnicos e ingenieros de Párima habían estado trabajando en el desarrollo de un tipo de explosivo con un alto poder destructivo. El problema era que el componente principal para su fabricación era un mineral que escaseaba en el continente, salvo por un único lugar: las minas de Schebere. Este territorio le pertenecía a Tegrel, pero desde hacía un tiempo se hallaba sitiado por Ácropos. Cuando el imperio de la ciencia se sumó a la disputa por el control de las minas, el choque triangular aconteció.
Milau había sido designado como uno de los líderes de la operación. Durante semanas, él y sus hombres se habían estado moviendo como lobos alrededor del cerco defensivo que los filósofos habían formado en torno a las minas. Acababa de ponerse de acuerdo con su jefe de inteligencia bélica acerca de cuál era el mejor punto para atacar, cuando un emisario arribó.
El mensaje que traía era anónimo y urgente:
"En el sur de Cálix hay una finca conocida por los lugareños como la Casa Simétrica. Lo que sucederá esta luna llena en ese sitio no tiene precedentes. Tal vez tú debas venir. Lo único que puedo asegurar es que alguien morirá esa noche."
Milau tardó en reaccionar tras la lectura.
Afuera seguían las explosiones, pero ya no lo corrían de su fijación.
Cálix era la ciudad más importante de la región. Se encontraba a cincuenta kilómetros de allí. Ya casi era luna llena. Si quería llegar a tiempo, debía partir cuanto antes.
Sus oficiales quedaron estupefactos cuando el coronel tomó un caballo y abandonó la estación militar sin dar ninguna explicación.
El corazón le latía rápido.
Pensó en el remitente del mensaje. Por algún motivo, se figuró a Cheshire y a Seamus escribiéndolo juntos.
Desde lejos divisó a las tropas de Ácropos y Tegrel. Hechizos feroces y bestias de alquimia se trenzaban en un combate por el control de Cálix. Entrar a la ciudad justo en ese momento era un acto de insensatez. Pero el grado de violencia en las calles era al mismo tiempo una señal de que tenía que darse prisa.
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Etérrano III: Disparo del Alma
FantasyTercera parte de la historia de Winger. El momento decisivo está cerca. Ahora que los secretos del libro de Maldoror han sido revelados, el grupo liderado por Neón apunta a la concreción de la última fase de su plan. Solo necesitan una reliquia más...