XI: El Olmo

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Ninguno de los allí presentes reaccionó de inmediato ante la ostentosa (e innecesaria) presentación de Luke.

—El Viajero Regresivo —enfatizó él mismo su apodo—. ¿No van preguntar por qué me hago llamar así?

—¿Porque viajas hacia atrás en el tiempo? —aventuró Winger.

—No eres tan torpe después de todo, Caperucita —le reconoció el Viajero Regresivo.

—Pues yo no entiendo nada de esto —dijo Demián—. ¿Cómo que viajas en el tiempo? Yo te veo y estás siempre aquí...

—Déjenme que explique cómo funciona mi habilidad —propuso Luke—. A ver, Cabello de Azúcar, ven aquí.

Libélula no se sintió aludida por el sobrenombre, pero se acercó al notar que la estaban mirando a ella.

—Adivinaré tu nombre —indicó Luke—. ¡Poderes místicos, vengan a mí...! —Alzó las manos y las agitó como si estuviera invocando alguna clase extraña de energía—. ¡Ya está! Tu nombre es Marta.

—No...

—Oh, fallé... —se lamentó el jugador—. De acuerdo, me rindo. ¿Cómo te llamas?

—Lila... —respondió el ángel, mirando de reojo a Méredith.

—Muy bien —exclamó Luke haciendo unas palmas y miró al grupo—. Una vez que poseo la información, solo necesito regresar en el tiempo hasta el momento oportuno —explicó mientras caminaba hacia atrás—. Adivinaré tu nombre —repitió las mismas palabras y la pose que ya había teatralizado—. ¡Poderes místicos, vengan a mí...! ¡Ya está! Tu nombre es Lila. ¿Comprenden?

Demián ladeó la cabeza, desorientado.

—Pero si le pregustaste cómo se llamaba... ¿Dónde está el truco?

—Damas y caballeros, aquí tenemos a un hombre astuto —señaló Luke con sarcasmo, aunque Demián todavía no terminaba de entender lo que estaba pasando.

—Entonces fue por esto que descubriste que Méredith y yo ocultábamos algo —volvió a intervenir Winger—. Le preguntaste por su profesión y ella te dijo que era una escultora. Cuando regresaste en el tiempo y fingiste haberlo adivinado, ella te dijo que te había equivocado, y así descubriste que te había mentido la primera vez.

—Tratar de engañarme de esa manera, qué truco tan sucio —murmuró el jugador con decepción—. Digno de los secuestradores que son.

—Y dime una cosa, "Viajero Regresivo" —fue Méredith quien tomó la palabra ahora—. Por la naturalidad con la que te estás tomando todo esto, imagino que ya has presenciado esta situación.

—Unas diez veces —se jactó Luke—. Pero esta es la primera que estamos todos juntos, o que nos encontramos en un lugar donde no aparecen esos otros sujetos para tratar de matarnos. Tuve que regresar unas cuantas veces para generar un escenario tan perfecto como este que están viviendo aquí. De nada...

—Y si ya sabías lo que decía la carta —continuó Méredith—, ¿por qué estabas tan interesado en que nosotros la leyéramos?

—Oye, ¿acaso no entendiste el mensaje? —repuso Luke y se arrimó a Winger, golpeando con un dedo la carta que este aún tenía en las manos—. Yo soy el especial aquí. Yo soy el tipo del don. El abuelo Gasky y esa otra señora, Ruhi, reconocieron mi grandeza y lo imprescindible que será mi participación para salvar al mundo, lo que sea que eso signifique...

—Yo no creo que ellos... —balbuceó Winger.

—... El punto es que a partir de ahora, mi seguridad es responsabilidad de todos ustedes —prosiguió el apostador, ignorando al muchacho—. Si algo malo me pasa a mí, ¡ZAS!, algo malo les acabará pasando también a ustedes. Lo que significa que, en cierta forma, todos ustedes están a mi merced. Así que será mejor que sean unos buenos secuestradores y hagan todo lo que yo les diga. En primer lugar, por ejemplo, que nos vayamos ahora mismo a buscar un lugar donde pasar la noche. Síganme.

Etérrano III: Disparo del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora