XII: Viaje hacia el sur

1.3K 98 338
                                    

Sentado en el punto más elevado de ciudad Inspiración, la cúpula de la pajarera, Legión se valió de su olfato sobrehumano para tratar de dar con el paradero de sus presas. Le llevó un buen rato; los olores en las grandes urbes eran intensos y se mezclaban como los sabores en un caldo. 

Un rastro muy sutil le hizo girar la cabeza hacia uno de los pórticos de la ciudad circular. ¿Qué fragancia era esa? ¿La de alguno de los dos jóvenes que venía persiguiendo desde el monte Jaffa? ¿La de la mujer con quien había compartido muchos años de su vida, cuyo recuerdo aromático guardaba en alguna celda de la monstruosa prisión que ahora era su cuerpo?

No lo sabía, ni le importaba.

Lo único relevante allí era que su nariz apuntaba hacia el sur.


----------


El día era soleado y radiante.

Y a pesar del calor del verano, una brisa de frescura los empujaba hacia el sur con renovado optimismo.

Avanzaban por un camino construido con rocas planas, muy irregular. Había que mirar todo el tiempo adónde se pisaba para no tropezar. Al parecer, ese había sido otro de los proyectos fallidos de la época de los Reyes Locos: carreteras de piedra que atravesaran todo el reino para facilitar el tránsito de vehículos con ruedas pesadas. Una idea innovadora para la época, pero que con los escasos recursos económicos de Quhón era difícil de costear a lo largo de los años. Sin mantenimiento, las carreteras no tardaron en estropearse, y aquel era el resultado. Por tramos resultaba más cómodo avanzar por los pastizales aledaños a la carretera que por el camino principal...

La actitud de Demián había cambiado desde la noche anterior y ahora lideraba la marcha con la cabeza en alto. Se sentía confiado de poder reparar la espada que tanto valoraba. Lila lo seguía detrás.

En cuanto a Winger, él trataba de no pensar que con cada paso que daba, se estaba alejando más y más de Rupel. Lo consolaba la esperanza de encontrar un posible antídoto para su enfermedad. Tal vez así podría pagarle todo lo que ella había hecho por él.

Luke caminaba delante del mago, limitándose a silbar una cantinela urbana sin hacerse demasiados problemas por nada.

A Winger le resultaba rara la actitud del sobrino nieto de Gasky, tan distendido y relajado, siendo que, de hecho, estaba siendo secuestrado y llevado por la fuerza a una misión muy peligrosa. Tal vez su don le daba un exceso de confianza. Desde su punto de vista, nada podía salir mal. Nunca. Todo podía ser rehecho y mejorado. Incluido ese viaje, que para él no debía ser más que un juego interesante que lo sacaba de la rutina...

—¿Ya has hablado con él? —preguntó de pronto Méredith a su lado.

La ilusionista había interactuado poco con ellos hasta ese momento, y sus intervenciones se habían limitado a proponer algún cambio de ruta o cuándo sería el mejor momento para detenerse a acampar, por lo que esta era la primera vez que se dirigía directamente a Winger.

—Me refiero a Luke —prosiguió el Pilar de Amatista—. ¿Le has preguntado qué fue lo que ocurrió durante el enfrentamiento con tu sombra?

—Todavía no —admitió Winger.

De hecho, a pesar de que se había dicho que lo haría a primera hora de la mañana, ya había pasado el mediodía y seguía rehuyéndole al asunto.

—Podrías hacerlo ahora, ¿no te parece? —le sugirió la ilusionista—. Tenemos un largo camino por delante. Si vamos a aprovecharlo para entrenar, debemos contar con la mayor cantidad de información posible. Corres con la ventaja de haber luchado numerosas veces contra tu adversario y, a pesar de eso, hallarte completamente ileso. El único inconveniente es que solo Luke presenció todos esos enfrentamientos frustrados. Quizás él pueda indicarte qué funcionó y qué no.

Etérrano III: Disparo del AlmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora