Rhys Fiztherber, el perfecto heredero al reino de Corona, lleva preparándose para ascender al reino desde que le quitaron los pañales. Y como todo rey, necesita una reina. Lleva comprometido con la princesa Bianca incluso antes de que ella supiera c...
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CAPÍTULO IX:La rosa puede ser un girasol
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Flynn le tiró el botiquín de primeros auxilios a Rhys sobre la cama y él lo miró confuso. Su hermano no se había mostrado muy amable cuando entró por la puerta, y es que le acababan de dar una buena zurra.
Rhys cogió las vendas, dispuesto a vendar sus nudillos destrozados.
—¿Qué te pasa, Flynn? ¿De verdad te vas a enfadar porque me he peleado con Camden? Ha empezado él —señaló el mayor.
—No estoy enfadado —le contestó a su hermano—. Bianca estaba asustada.
Rhys se mordió el labio. Se imaginó la expresión de miedo en la cara de la princesa al verlo a él, tan violento, tan salvaje. Seguro que ahora lo veía como a un monstruo. Era lo que le faltaba ya.
—Me lo imagino —murmuró—. Me imagino que no querrá verme nunca más, pero tenía que alejarla de Camden. Y ahora me temerá a mí...
—¿Qué? —Flynn se giró en la cama para mirarle—. No, Rhys. Bianca no te tiene miedo. No tiene miedo a un matón. Bianca teme las consecuencias, Rhys: a ella le asustaba que a ti te pasase algo malo.
Rhys miró a su hermano mientras se limpiaba la sangre seca del puente de la nariz. Ahora que Flynn le decía aquello, su corazón comenzaba a bombear tan rápido que parecía temblar dentro de su pecho.
Bianca siempre intentaba darlo todo por él. Quería conocerlo a él, su mundo, su vida, su libertad. Rhys sentía que jamás dejaría de ser perfecto ante sus ojos, que la princesa jamás lo bajaría de aquel altar. Y se sintió un mierda; injusto, egoísta. Porque él no había pensado en ella como se merecía.
—Rhys —farfulló su hermano, sin mirarle a la cara—. Anda, ve a verla. Estará toda la noche en vela si no le dices que has vuelto de una pieza.
Rhys se levantó de su cama y sonrió a su hermano antes de salir por la puerta.