Antología de breves historias de amor entre Mitsuki y Boruto, donde el amor junto al dolor forman parte de sus vidas.
*) MitsuBoru
*) Mitsuki x Boruto
+) BoruMitsu
*) Boruto x Mitsuki
Había entrado al aula como siempre, sin mirar a nadie. Sumergido en su propio mundo sin deseos de salir al exterior. Los profesores dictaban sus clases sin penas ni glorias, mientras él hacía sus acostumbrados dibujos.
Hasta que a media mañana el preceptor entró con un nuevo alumno. Lo presentó a la clase con su voz de ultratumba que lograba dormir hasta al más despierto.
- Alumnos él es Mitsuki, y viene trasladado de otra prestigiosa academia. Desde hoy estudiará aquí. Sean buenos compañeros. Sientate junto a Boruto Uzumaki.
Los murmullos se escucharon al instante. Mitsuki era blanco palido como la nieve, de celeste cabellera que le llegaba a sus hombros. Sus ojos eran dorados como el sol. Su cuerpo era musculoso y viril . Vestía un pantalón negro oscuro, camisa blanca corbata roja y pulover rojo cuello V.
Boruto sonrió pervertidamente al verlo, pero supo discimularlo. Por la forma en que todos lo miraban, Mitsuki se sonrojó como un tomate mostrando así cierta timidez. El rubio era bisexual, por tal razón se sintió atraído por ese peliceleste recién llegado. Sin embargo, hacia un año atrás que había dejado de intentar llevar hombres a su cama.
Boruto era conciente de las miradas de él hacia su persona, por lo que fingía no importarle nada de nada. Cuando el timbre del recreo sonó, sus compañeros se le acercaron y empezaron a lanzarle indirectas que lo molestaron bastante.
- Vaya Boruto, que suerte tienes. - Seguramente lo invitaras a salir, después de todo eres bisexual.
-¿Eh? - Mitsuki no pudo más con la vergüenza y bajó la mirada, despertando las risotadas de todos menos de Boruto. - Que pesados son todos - diciendo aquello se levantó y se marchó dejando al nuevo con los lobos.
El patio estaba infestado de alumnos, él era el centro de casi todas las miradas femeninas y masculinas. Se acercó a la pared mientras miraba los mensajes de WhatsApp de su celular hasta que sonó nuevamente el timbre.
Asi transcurrió la mañana y llegó la hora de salir. Se le aceecaron un par de compañeras pidiendole que las llevara en su limousina a sus casas.
- Por qué no - contestó Boruto sonriendo pervertidamente - Suban chicas. Dió al chofer instrucciones de deambular por dos horas antes de llegar a las direcciones que le habian dado ellas.
Inmediatamente se subió a su limousina y tras cerrar las cortinas de los vidrios, se desnudaron los tres y la fiesta empezó.
Ellas reían como hienas mientras él les hacía juegos sexuales con sus expertas manos y boca. Aquello las complacía sobremanera a ambas, mientras bebían del champan que ahí había.
Boruto tenía la mente en blanco total mientras jugaba con ellas, lo mismo sucedía cuando tenía sexo de noche. No pensaba en nada mas que en ese momento tan trivial para él.
Cerró sus ojos y permitió que ellas lo manosearan como quisieran, que lo besen en cualquier parte de su cuerpo. De repente sus risas le parecieron distantes y sonaban como ecos sin vida alguna.
Al abrir nuevamente sus ojos y verlas, no les vió los rostros aunque podía escuchar sus risas. ¿Acaso estaba perdiendo la razón? Sus manos envolvían su cuerpo con esos exagerados roces y él quedó paralizado. Sin poder moverse, atrapado en su propio cuerpo a merced de esos monstruos con forma humana.
Apenas podía respirar, solo quería liberarse de esa cruel prisión, pero le era imposible. Hasta que la limousina se detuvo, recién su cuerpo recueperó la movilidad. Se vistió desesperadamente, mientras ellas bajaban agradeciendole el favor sin dejar de reír.
Al parecer no se percataron de nada. Mejor así. Cuando la limousina volvió a moverse él abrió la ventana respirando bocanadas de aire con desesperación.
¿Qué fue eso? ¿Qué le había pasado? Le pidió al chofer que lo lleve a la pizzería de siempre. Cuando bajó lo golpeó el aire frezco de la estación calmándolo un poco. No obstante seguía temblando, nunca antes le había pasado algo así.
Pero una voz interrumpió sus pensamientos. Era el chico nuevo, Mitsuki, quien lo saludaba alegre. Aquella sonrisa le quitó el aliento. Nadie hubo conseguido provocar en su persona algo parecido. Quizas se deba al hecho de sentirse extraño por la misteriosa experiencia vivida.
- Hola Mitsuki ¿quieres almorzar conmigo? - Si no te molesta - su sonrojo lo hizo sonreir. - Para nada. Ven, yo invito.
Ambos se adentraron al local dejando todo atrás. Pero en la vereda del frente alguien los estuvo observando y al perderlos de vista saco el celular.
- Soy yo...están en la pizzería...sí...Por ahora todo está sucediendo según el plan....bien....Así se hará....adiós.
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